Por Diego Villarino. El Globo del Metropolitano ’73 enamoró al aficionado. Ese Huracán vio su reflejo en el conjunto de Ángel Cappa. El ADN de un club identificado con el juego lindo. Después del clásico perdido el fin de semana, reivindicamos a este equipo con vestigios de aquel.
El barrio, la milonga y el menottismo son palabras vinculadas a Huracán. La entidad porteña disfrutó al ritmo del lirismo. Muchos sienten nostalgia por el campeonato de 1973. “El Flaco” rubricó el juego con un título. El entrenador refundó el fútbol argentino, a tal punto que luego dirigió a la Selección albiceleste.
Una catarata inmensa de jugadores desplegó magia en el césped. Miguel Ángel Brindisi, Omar Larrosa y René Houseman fueron nombres trascendentales. Podemos enumerar miles de características. La tenencia del balón es la piedra fundamental. Las gambetas del “Loco” fascinaron a la parcialidad Quemera. Del mismo modo, la pegada del “Inglés”, confeso admirador del tango.
El equipo del Metropolitano superó en el nivel a Boca, River, San Lorenzo e Independiente. Más allá del título, nunca traicionó su estilo, con la pelota al pie y siempre por abajo. Aquel conjunto completó una primera ronda espectacular con goleadas épicas sobre Argentinos Juniors, Atlanta y Rosario Central; un plantel capaz de convertir cinco tantos en un encuentro. Similar a una obra de teatro. En la última rueda bajó la calidad, no obstante, Alfio Basile y Jorge Carrascosa se ocuparon de fortalecer a una valla imbatible.
El grupo del Clausura 2009 intentó repetir la historia. Terminó con desolación aunque dibujó una mueca de sonrisa en el hincha. Ni el error arbitral de Gabriel Brazenas opacó el semestre. Ángel Cappa logró que el público neutral comprara una entrada, una epopeya en tiempos exitistas. Los resultados van y vienen. El DT transformó a Carlos Arano en un lateral brasileño, a Mario Bolatti en el nuevo Fernando Redondo y a Javier Pastore en el próximo crack.
El Tomás Adolfo Ducó también fue testigo de penurias. La entidad sufrió descensos y vaivenes económicos; sin embargo, nadie le quita los instantes de alegría. No importa el medallero del archi rival y tampoco la paternidad. Inclusive la trayectoria en el amateurismo cosechó más pergaminos. La fidelidad y las convicciones enaltecen.
El club revivió como el Ave Fénix. Néstor Apuzzo es el hombre de la resurrección, ya que tomó al Globo en plena crisis. El entrenador conquistó un ascenso que se hizo cuesta arriba. Además se consagró en la Copa Argentina. Marcos Díaz sacó chapa en los penales y abrazó la gloria. La génesis de la creación está en el mediocampo: Romero Gamarra, Patricio Toranzo y hasta el propio Daniel Montenegro, viejo conocido de la casa. Existe la materia prima, pero falta que las piezas engranen.
Pasaron 41 años de la última participación en la Copa Libertadores. Demasiado tiempo para un grande de la Argentina. El cuerpo técnico y los futbolistas serán los encargados de dejar a la institución en el lugar que se merece. El compás del 2×4 y la elegancia, marcas registradas de Parque Patricios.