Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros / Fotos: Julieta Lopresto, Julianite Calcagno y Analía Cid
A días de cumplir 43 años, Eva Analía De Jesús, Higui, fue excarcelada y esperará el juicio oral en libertad. Estuvo detenida casi ocho meses tras defenderse de un ataque machista. Rumbo a su absolución, una vez más el feminismo organizado construye otra historia de liberación.
“¡La libertad, la libertad, chicas, la libertad!”, gritó Higui en el pasillo del penal de Magdalena en horas de la tarde cuando su hermana Azucena le comunicó por teléfono lo que ya era noticia en las redes feministas: la Cámara de Apelaciones de San Martín le había concedido la excarcelación extraordinaria y esperará el juicio oral en libertad. De fondo se escuchó la alegría del festejo. Y luego nos enteramos que en su celda hubo “chacota” e Higui bailó al saberse libre. Y sus lágrimas fueron las de todas.
Lo que había sido un rumor para unas pocas desde el domingo cuando fueron a visitarla, finalmente fue una realidad ayer al mediodía cuando Marcela Ojeda, periodista de Continental, posteó en Twitter la foto del escrito que ordenaba su excarcelación. La noticia sería confirmada por integrantes de su familia que se acercaron a los Tribunales bonaerenses. Y desde ese momento, la ansiedad se apropió de todas a la par de que la burocracia del encierro hizo lo suyo.
Once horas y media separaron a Higui de volver a respirar aires de libertad. Abrazar a su madre Susana y a su hermana Eli que se acercaron a la zona del penal viajando en la medianoche fría y oscura. Conocer a sus nuevas amigas, compañeras en la lucha por su absolución. Memorias y retinas privilegiadas que escucharon los cantos que despidieron a Eva del penal y la reconocieron en sus primeros gritos, tonos de emoción que acercaron para muchas: “¡Chicas, estoy afuera, chicas, ya está!”.
El Estado es responsable de su encierro y su integridad
La excarcelación extraordinaria de Eva Analía De Jesús, Higui, llegó tras días de incertidumbre y lucha de los feminismos organizados. El 1 de junio pasado la trasladaron desde el destacamento policial donde se encontraba privada de su libertad desde que fue atacada por machos violentos el 16 de octubre de 2016 en San Martín hacia el penal de Magdalena, orbita del Servicio Penitenciario bonaerense, alejándola de su familia.
Una semana después, el 8 de junio, una convocatoria acompañó el pedido de su defensa ante la Sala de Apelaciones en los Tribunales tras la marcha que gritó el 3 de junio “ni una menos, vivas y libres nos queremos”, ocasión en la que la libertad para Higui fue demanda urgente en las calles y el escenario. Atrás había quedado la jornada nacional que se organizó en varias provincias el 17 de mayo, día contra el homolesbotransbi- odio.
“Higui” es una torta del conurbano profundo y estaba privada de su libertad desde la noche en que se atrevió a defender su integridad del ataque de un grupo de varones violentos que la abordaron en su barrio, en el conurbano noroeste con fines disciplinadores de su orientación sexual. Una agresión en contexto de amenazas que podría haber sido mortal y por la que fue imputada de forma inmediata por herir de muerte a Cristian Espósito.
Eva es otra víctima de la violencia machista que padeció en el encierro la revictimización de las instituciones que debieron protegerla, tras ser acusada por “homicidio simple” sin que se le crea y ni se tenga en cuenta el contexto de desigualdad, lesbo- odio y violencias biográficas y sociales cotidianas que acompañaron la agresión que padeció. En su historia, no casualmente, los varones que atentaron contra su integridad en impune abuso de poder no están señalados, investigados, detenidos ni imputados, ni por “lesiones graves”, ni por “abuso sexual. Y al menos uno de ellos se da el lujo de amedrentar vía redes a “Higui” y a quienes luchan por su libertad y absolución. Amenazas que volvieron a repetirse apenas se supo la noticia de su excarcelación.
“El feminismo con conciencia de clase liberó a Higui”
El acompañamiento de las tortas feministas territoriales es y fue muy importante para el proceso de lucha que logró visibilizar su historia primero y la liberación de Eva después. “Nosotrxs sufrimos la persecución de los machistas y la justicia hace años”, afirmó Carina Leguizamón, integrante de Red de Mujeres, “es una lucha constante que venimos dando en las barriadas más pobres, entre nosotras mismas, sobre qué queremos sobre nuestros cuerpos y sexualidades”.
“Las feministas organizadas en los barrios lograron esta lucha por su libertad”, reflexionó alegre por haber sido parte de otro triunfo, “son las organizaciones en los territorios las que saben que por ser mujer, por ser lesbiana, por ser trans, por ser pobre pueden matarnos, por eso decimos una vez más, que el feminismo con conciencia de clase liberó a Higui”.
Para Carina, son “mujeres que saben lo que pasa en los barrios, y por eso salimos de las barriadas a reclamar la libertad a las grandes ciudades”. Cuenta que la lucha “contribuyó con el agite y las mesas de trabajo que se crean a partir de las experiencias que venimos teniendo en historias como las de las hermanas (Ailén y Marina) Jara de Moreno, Yanina González de Derqui, Celina Benítez de la misma zona y, no es un dato menor, también que Reina Maraz”, y agregó, “se trata de mujeres pobres que por defendernos terminamos presas, de no hacerlo terminamos muertas o violadas, y con una impunidad total en la que siempre liberan a los violentos”.
“Ella nunca pensó que la gente la iba a querer así”
Verónica Corigliano es integrante de la Comisión por la Libertad para Higui y el domingo estuvo visitando a Eva en el penal de Magdalena junto a Susana y Azucena, su madre y una de sus hermanas. “La veo venir, tiró sus cosas al piso, se acercó corriendo y levantó a su hermana en el aire”, relató de ese momento.
“Higui me contó que la noche anterior durmió sobresaltada, que se despertaba pensando en la visita y que a las 6 ya se había parado en las rejas y miraba para afuera a ver si veía a alguien llegar”. Contó que la vio “muy emocionada”, que había comenzado la escuela, que estaba muy enganchada con la costura y que en el penal “conocían su historia y la trataban con mucho respeto”.
Higui “se sentó al sol al lado de su mamá, apoyada en su pecho”. “Ella nunca pensó que la gente la iba a querer así, que le importaba tanto a las personas, y ese fue un momento de quiebre para las que estábamos ahí”, contó Verónica rememorando la visita al penal. Hoy, correr y bailar son sus deseos. Pavada de expresión de libertad.
Higui no está sola. Y se sabe una más de las miles de tortas y feministas agitadoras por su absolución que luchan en las calles por la libertad de todas cada día, a cada hora. Y quizá sea como decía en su carta, porque quizá ya nos acostumbramos a sus palabras y las necesitemos a partir de ahora: “levantaré sus banderas como hicieron con la mía”. Higui, el proceso continúa, pero hoy honramos la amistad y los abrazos, la organización y la lucha y nos emocionamos, juntas, por saberte finalmente entre nosotras y, ¡libre!