“Pluma y la tempestad de estos tiempos” del director y dramaturgo Arístides Vargas se presenta todos los domingos a las 18:00 horas en Pan y arte, sala ubicada en Avenida Boedo 880.
La poesía es el componente que acompaña la obra “Pluma y la tempestad de estos tiempos” de principio a fin. Tanto en la palabra, como en la suavidad de los movimientos que resultan armónicos y generan un hermoso contraste con temáticas tan crudas como la trata de personas, el machismo y la violencia policial. El combo se completa con sonidos realizados en vivo que terminan de acentuar la intención de cada una de las escenas.
La obra, en esta versión dirigida por Eduardo Graham, se está presentando los domingos a las 18:00 horas en Pan y arte, sala ubicada en Av. Boedo 880, es una creación del escritor, director y dramaturgo Arístides Vargas. El artista argentino que tuvo que exiliarse en 1975, vivió un tiempo en Ecuador pero eso no fue motivo para que deje de hacer teatro y se dispuso a formar ahí el grupo Malayerba. Y si algo tiene en común esa profunda historia real de Arístides con la de la protagonista de esta ficción es el desarraigo causado por tener que dejar el lugar de origen de manera violenta, pero la energía y el entusiasmo para sostener los ideales en cualquier lugar.
La conjunción de escenas muestra la variedad de situaciones a las que tiene que sobrevivir una mujer llamada Pluma que vive en la calle y que, a pesar de los contratiempos y la tempestad, decide reafirmar su subjetividad aceptando lo que es e intentando hacerse valer en cada acción. Podemos verla vendiendo su cuerpo en un burdel con promesas de éxito que nunca verá. O enfrentándose a un deprimido diputado quien afirma tener un cariño especial por las viejas instituciones y ante quién Pluma intenta esgrimir consejos y desliza opiniones sobre temas de la gobernabilidad, pero sus palabras causan un efecto que no es el buscado y Pluma vuelve a la calle porque además “¿Quién quiere una puta que da consejos?”. El amor lo vive de manera efímera y no logra alcanzarlo. La empatía se diluye entre trabajadoras desocupadas a raíz del cierre de la fábrica de juguetes y personas en situación de calle golpeadas por la policía. El menosprecio, la falta de escucha y la soledad son las temáticas que acompañan esta obra que sale de la linealidad temporal a la que estamos acostumbradxs, para acomodarse exclusivamente a transmitir pedacitos de realidades yuxtapuestas que completan el cuadro de la vida de una persona que nació en un barrio sin que nadie la espere ni desee y que afirma haber salido de la oscuridad del vientre de su madre para fugarse a la oscuridad de la noche y de las calles.
La escenografía es minimalista. Pocos objetos y pequeños cambios de vestuario caracterizan cada una de las escenas. La palabra y el cuerpo son protagonistas y logran transmitir sentimientos que pasan por la tristeza, el amor, la desesperación, la bronca y las ganas de seguir construyendo en una anunciada tempestad, en un mundo en el que “la basura de ayer se acumula a la de hoy y mientras nadie la recoja no habrá mañana”.