Luego de dos meses sin gobierno, asumió el nuevo primer ministro italiano, el democrático Letta. Nace un nuevo Ejecutivo de compromiso, con ministros de todos los partidos en medio del descontento social.
De derecha, de izquierda y de centro. De los que quisieron a Monti, a Berlusconi o Bersani. El nuevo gobierno italiano, guiado por el dirigente de centroizquierda Enrico Letta, está integrado por representantes de casi todas las fuerzas políticas que se presentaron a elecciones en febrero. Porque desde la urnas nadie logró una clara mayoría, condición necesaria para elegir al premier. Y entonces todas las fuerzas se comprometieron en pos de la “unidad nacional”, concepto tan mencionado en esta Europa que atraviesa su crisis más grande desde la Segunda guerra mundial.
Pero el compromiso transversal no ha sido nunca gratis. Para llegar a esta solución los italianos debieron transitar por dos meses marcados por negociaciones infinitas, peleas feroces, rupturas y hasta el ocaso de la carrera política de varios elegidos. Porque antes de Letta, Pier Luigi Bersani hizo el intento de componer un Ejecutivo únicamente integrado por miembros de su Partido Democrático, un proyecto muerto al nacer vista la negativa de las demás fuerzas parlamentarias a dar su beneplácito en el Legislativo.
Dado el virtual empate presente en el Parlamento, la única solución posible fue repartirse los ministerios, secretarías y funciones, entre los partidos tradicionales. El PD, gracias a los apenas 200.000 votos de diferencia que logró sobre la segunda fuerza en febrero, se quedó con la presidencia del Consejo de los ministros. El Popolo della Libertá, de Berlusconi, aceptó con tal de quedarse con algún puesto clave en el gobierno, especialmente el Ministerio del interior y el vicepremier -ambos lugares ocupados por Angelino Alfano, dirigente de derecha muy cercano a Berlusconi y sospechado de tener relaciones con la mafia-. También hubo lugar para el “centro” representado en las últimas elecciones por el ex primer ministro Mario Monti. Así, de los 21 ministros de los que se compone el nuevo gobierno Letta, 9 son del PD de centroizquierda, 5 del PdL de centroderecha y 3 de partidos democristianos de centro. Los cuatro restantes son lugares ocupados por “técnicos”, desligados de los partidos políticos y convocados por su trayectoria académica a gestionar instituciones en sus áreas de competencia. Un tercio son mujeres, es decir siete ministras, un verdadero récord para la política italiana.
El que quedó afuera es el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo, que desde su fundación rechazó la posibilidad de establecer alianzas con cualquier partido político, aunque sus legisladores ya anunciaron que acompañarán propuestas puntuales del gobierno. Especialmente las que tienen que ver con una ley anti-corrupción -pensada especialmente para evitar abusos de poder en el gobierno, algo que se verá muy complicado visto que el vicepremier es el delfín de Berlusconi, principal blanco de la ley- o una nueva ley electoral que evite situaciones de ingobernabilidad como la actual. Pero también leyes e incentivos al mercado laboral -la desocupación juvenil en Italia llegó a 38,5% en el último mes- y una serie de reformas que permitan reforzar los “amortiguadores sociales” con los que cuenta el Estado para paliar la difícil situación de la ciudadanía ante la crisis.
El oprimente peso de la debacle económica parece haber sido justamente el detonante del episodio que se generó durante el juramento de Letta y sus ministros ayer, y que acaparó la atención de los medios a nivel internacional. Un hombre de 55 años, Luigi Preiti, se acercó a la entrada del palacio presidencial con la intención de “matar a todos los políticos”, y al no poder pasar la seguridad montada por los carabineros comenzó a disparar. Tres policías y un transeúnte resultaron heridos y al cierre de esta edición de Marcha no había indicios de que la vida de alguno de ellos corriese peligro.
Pero el hecho generó una fuerte conmoción tanto adentro como afuera del Quirinale, el palacio presidencial. El flamante ministro del interior Alfano tomó cartas en el asunto y comenzó ya una investigación. La noticia de la formación de un nuevo gobierno quedó ofuscada en casi todos los medios del mundo, y hasta los italianos parecen conocer más la vida del atacante armado que del nuevo premier. Sin embargo, el presidente de la república, Giorgio Napolitano, tuvo en cuenta el pedido de renovación de la clase política que la ciudadanía elevó con fuerza en los últimos meses, a la hora de encargar a Letta de formar un nuevo gobierno. Con sólo 46 años, el nuevo premier fue tres veces ministro y es uno de los principales referentes de la coalición de centroizquierda. Su peculiaridad es la de pertenecer a la camada joven de PD que se sumó al progresismo desde la Democracia Cristiana y no desde el Partido Comunista como varios de sus colegas más experimentados. De allí que se trate de una figura más agradable para los políticos de la derecha italiana y los grandes empresarios, quizás el único que pueda lograr llevar adelante un gobierno nacido de la mezcolanza de los partidos tradicionales, extraordinariamente similares en su base liberal en lo económico pero protagonistas de fuertes cruces en la propuesta institucional y política.