Bernardo Arévalo es ya el nuevo presidente de Guatemala para el periodo de 2024 a 2028 y Karin Herrera la nueva vicepresidenta. El binomio del partido Semilla logró sortear los intentos de boicot que desde la justicia y el Ministerio Público llevaron a cabo desde la segunda vuelta en agosto del 2023. La movilización popular e indígena fue clave para garantizar el inicio del nuevo gobierno
Por César Saravia, desde Guatemala
La larga jornada que arrancó el sábado 13 de enero tuvo al pueblo como protagonista en las calles. Miles de personas se concentraron desde la noche anterior en la plaza Las Niñas (Constitución) donde Bernardo Arévalo daría su primer discurso como presidente. Sin embargo, lo que en otro país habría sido un simple acto protocolar de entrega de mando, en Guatemala se convirtió en una jornada de lucha por la defensa de la democracia y la voluntad popular, frente a los intentos del poder político de evitar el cambio de mando. Hasta el último minuto, la amenaza de un Golpe de Estado estuvo latente.
No la pusieron fácil. Durante la jornada del domingo, el Congreso saliente (la novena legislatura) demoró la entrega de credenciales mientras operaba contra el bloque de diputados de Semilla. La demora, que fue noticia en todo el mundo, se debió a que la legislatura saliente llevó a cabo un protocolo de entendimiento en el que dejaba a los diputados de Semilla (23 curules) como independientes, luego de que un tribunal penal determinara la cancelación de su personería jurídica. Este acuerdo frenaba la posibilidad de que Semilla integre la Junta Directiva que, entre otras cosas, maneja el presupuesto de la institución y decide la agenda legislativa relacionada a qué leyes pasan al pleno, algo clave para la gobernabilidad.
Mientras esto ocurría, los ánimos en la calle comenzaron a intensificarse. No era para menos, tras 105 días de resistencia y con los ojos del mundo puestos en Guatemala, el Pacto de Corruptos, como se le conoce a las élites políticas que han gobernado los últimos años, seguía buscando evitar un cambio . La tensión no pasó a mayores y primó el llamado a no caer en provocaciones y generar un clima que justificara la suspensión de las actividades.
Tras de 7 horas de retraso, finalmente la comisión de credenciales retomó el trabajo y pudo realizarse la sesión de cierre de legislatura, a eso de las 8 de la noche. Con la juramentación del nuevo Congreso (la décima) llegaba el momento de elegir la nueva Junta Directiva. Ahí, a través de una alianza con 6 partidos, que incluyó a un sector del partido de Sandra Torres, rival de Bernardo en la segunda vuelta, Semilla logró superar el acuerdo de la legislatura anterior y colocar a Samuel Pérez como presidente del Congreso. La votación se realizó alrededor de dos planillas y fue la de Semilla la que se impuso, en un ambiente de agitación, luego de superar en votación a la encabezada por Sandra Jovel, ex canciller. Junto a Pérez, destaca la presencia en la Junta de Andrea Villagrán, feminista, politóloga y diputada por Semilla, y Sonia Gutierrez Raguay, quien será la primera mujer maya Poqoman en ser parte de esta instancia y que pertenece a la coalición Winaq- URCN (izquierda).
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Sin justicia social no hay democracia
La toma de posesión se llevó a cabo alrededor de la medianoche, casi 9 horas después de lo que se había estipulado, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, en la capital guatemalteca, a solo unas cuadras del Congreso. Ahí, Arévalo agradeció a la Comunidad Internacional, a los jóvenes que nunca se rindieron, a las familias y al liderazgo ancestral, los 4 pueblos. De estos últimos reconoció las deudas que el Estado tiene para con los pueblos indígenas.
Y es que la resistencia de los pueblos indígenas fue clave, durante más de 100 días, para lograr que efectivamente Arévalo pudiera llegar al gobierno. Desde el 2 de octubre, como parte de la movilización que incluyó paro activo y corte de rutas durante los primeros días, organizaciones indígenas de Totonicapán lideraron un plantón frente al Ministerio Público para denunciar el acoso contra presidente electo.
En su discurso, el nuevo presidente guatemalteco desarrolló algunos de los puntos claves de su gobierno, desde educación, pasando por economía e infraestructura, hasta el Cambio Climático. En materia ambiental, planteó la necesidad de avanzar hacia una transición energética, con respeto al desarrollo rural y los pueblos originarios. También habló de la necesidad de construir una política de seguridad dentro de los límites democráticos, algo que puede ser interpretado como respuesta a quienes piden la implementación del modelo Bukele en Guatemala. Arévalo también abordó la problemática de la migración y aseguró que su gobierno se comprometía a tratar a lxs migrantes que transiten su territorio con dignidad, respeto y compasión, al igual que pidió el mismo trato para lxs migrantes guatemaltecxs en todo el mundo. Al cerrar, volvió a agradecer a las autoridades ancestrales por su lucha y reconoció que gracias a ellas hoy es presidente.
Alrededor de frases como sin justicia social no hay democracia, y sin democracia no hay justicia social y violaciones a los derechos nunca más, Arévalo perfiló los tres elementos que espera articulen a su gobierno: derechos humanos, democracia y justicia social. Será alrededor de esos ejes donde deberá trazar el camino, un camino del que si no se desvía el pueblo acompañará.
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La calle, resistencia y fiesta
Tras terminar su discurso en el teatro, Bernardo salió a la plaza a saludar al pueblo que desde horas tempranas se encontraba alerta pero sin dejar de celebrar. El Pacto Corrupto y su estrategia de desgaste sirvió de poco para opacar la celebración. Las calles se llenaron de música y poesía, figuras como Sara Curruchich, cantante y compositora maya kaqchikel y la rapera Rebeca Lane, participaron de la fiesta en la calle. Y como no podía ser de otra forma, las marimbas y la cumbia también fueron parte.
Pasada la medianoche, Arévalo por fin dio su discurso en la plaza en donde invitó a quienes le escuchaban a creer en su potencial, recordó a su padre Juan José Arévalo y a otrxs que no pudieron estar pero que su aporte fue valioso para llegar hasta aquí. Posteriormente se movió hacia el campamento de la resistencia para reunirse con los y las lideresas ancestrales. Era el momento de celebración, de encuentro, de poder verse a los ojos con cierto alivio.
Durante la última década, el pueblo guatemalteco hizo de la plaza un lugar a donde llegar para reclamar, desde las protestas que en 2015 acabaron con la renuncia y detención de Otto Molina, hasta las últimas movilizaciones en defensa de la democracia. Fue en ese mismo lugar donde finalmente esa lucha decantó en alegría, en triunfo. En buena medida el nuevo gobierno es el resultado de esas expresiones que aparecieron en los últimos años, en conjunto con las demandas de pueblos originarios, mujeres y jóvenes. Arévalo cargará consigo no solo la presión de gobernar bajo una correlación de fuerzas que no termina de serle afín, sino que tendrá que convencer a una parte de la sociedad que mira con desencanto a la política. Lo hará además frente a un acoso del poder judicial que no se vislumbra afloje en los primeros años. Sin embargo, la oportunidad de un cambio está puesta sobre la mesa. La democracia guatemalteca tendrá la oportunidad de demostrar que es capaz de ponerse al servicio de la gente y saldar deudas históricas. El país de la eterna primavera camina con expectativa hacia una nueva primavera democrática.