Por Gabriel Casas
Hay que decir algo obvio de movida. No hay gran equipo sin grandes jugadores. Los dueños de los clubes pueden contratar al mejor entrenador de la actualidad, como Pep Guardiola en el Manchester City, pero si no tienen la materia prima, lo puede mejorar, puede intentar jugar bien, pero a la larga, la realidad le estalla en la cara.
Es que Guardiola siempre manejó un Fórmula 1 en Barcelona y Bayern Munich. Ahora, en el City, pareciera que tiene a su disposición un auto de Turismo Carretera. ¿Tiene cracks? No. ¿Tiene muy buenos jugadores? Algunos. El Kun Agüero, David Silva, Yaya Touré, Otamendi en su mejor versión. El resto tiene más nombre que rendimientos de alta categoría. Entonces, cuando arrancó la Premier de esta temporada, daba buenos espectáculos y se subió a la punta. Aunque vale compararlo con esa frase de que “cuanto más alto trepa el monito, así es la vida el culo más se le ve”.
Y entonces, el City no pudo sostener ese arranque demoledor y se desinfló. Y ahí es, cuando las papas queman, que debe aparecer la mano del entrenador y la jerarquía de los futbolistas para convencerse de que el camino es el elegido y sostener la idea de juego. No sucede en el Manchester. Hace poco le hicieron cuatro goles Everton y Leicester. Dos equipos respetables, pero sin la variedad del menú que dispone Guardiola en su plantel. Y mientras, ve como Chelsea se les escapa arriba.
Hay gente que cree que los entrenadores sacan campeones al equipo o lo salvan del descenso. Puro verso. Un técnico puede sacar lo mejor de sus futbolistas o equivocarse en el planteo de juego y hasta en los nombres que elige. Es importante, sí, su tarea. Pero mucho menos de lo que se considera en general. Está el ejemplo del Cholo Simeone. Hace que sus jugadores disputen cada partido como si fuera una final. Pero tiene un plantel con Griezmann, Saúl, Gabi, Carrasco, Gaitán, el Niño Torres, Correa, Godín, todos futbolistas de Selección. Hay mérito del Cholo en meterles el dedo en el ojo al Barcelona y al Real Madrid. Seguro. Pero tampoco es que dirige al Getafe y su plantilla.
La idea de juego de Guardiola dignifica al fútbol. Sin embargo, al tener un volante central como Fernandinho, metedor y pegador, es difícil que la pelota salga limpia del medio. Pep debe extrañar horrores a Busquets y a Xabi Alonso en el puesto. Encima es el puesto en el que Guardiola dirigía la batuta en su etapa de jugador en Barcelona. Si vos tenés a un tipo con la calidad que tenían Pep y Fernando Redondo, sabés que ese equipo va a empezar a construir juego desde una base sólida. El colmo de Fernandinho fue en un partido ante el Liverpool (otra derrota del City) en que en una jugada disputada al borde de la línea de cal, hasta le pegó un golpe al propio Guardiola.
Pep está en un laberinto. No va a cambiar su idea de juego y eso está perfecto. Lo llevó al éxito en Barcelona y Bayern Munich. Claro que para su esquema funcione a la maravilla tenía a disposición a Messi, Xavi, Iniesta, Fabregas, Robben, Muller, Lewandoski, Ribery, etc. Y esto es tan viejo como el fútbol: sin grandes futbolistas, no hay gran equipo.