El presidente de la AFA anunció que no seguirá en el cargo una vez que termine su mandato, en octubre de 2015. Para ese momento, habrá cumplido 36 años en esa posición.
“Todo pasa” rezaba el famoso anillo que hasta hace poco lucía en su mano izquierda Julio Humberto Grondona. Todo menos él, pensaban muchos mientras el hombre fuerte del fútbol argentino era reelecto una y otra vez en elecciones sin adversarios para seguir ocupando el lugar que ostenta desde 1979. Sin embargo, él también va a pasar. Los tiempos políticos no pudieron derrotarlo, pero sí los biológicos: tiene 82 años y, cuando su mandato termine en 2015, tendrá 84.
“Lo voy a cumplir, después vendrá la nueva camada de dirigentes a reemplazarme. Todo tiene un fin” dijo Grondona ayer en declaraciones a Radio 10. Aseguró que se encuentra “perfectamente bien”, intentando despejar rumores sobre problemas de salud. De cualquier manera, es un secreto a voces que el presidente ya no está en el día a día del edificio de Viamonte 1366, cotidianeidad que queda en manos de sus hombres más cercanos en el Comité Ejecutivo: Luis Segura, presidente de Argentinos Juniors, muy relacionado con José Luis Meiszner -ex mandatario de Quilmes, actual secretario de la CONMEBOL y el más cercano a Grondona-, y Germán Lerche, de Colón.
Es de esperar que a partir de estas declaraciones se plantee una lucha abierta por la sucesión, que sin duda tendrá (como todo lo que pasa en AFA desde hace más de 30 años) la última palabra de “Don Julio”. Sin embargo, hay muchos factores a tener en cuenta en los dos años y medio que faltan para el final del mandato: en primer lugar, la gran mayoría de los clubes tendrán elecciones antes de esa fecha, lo cual podría dejar algunos de los dirigentes fuera de carrera. También habrá elecciones nacionales alrededor de la fecha, lo cual puede ser determinante teniendo en cuenta el peso que el Gobierno nacional tiene en las decisiones del fútbol, especialmente a partir de la implementación del Fútbol para Todos. Y por último, pero no menos importante, habrá que comprobar si el actual presidente llega en condiciones de finalizar el mandato, porque un adelanto implicaría un proceso eleccionario diferente y otro reacomodamiento de las fuerzas.
Ahora bien: ¿qué nombres suenan para ocupar el sillón de Viamonte? El más fuerte actualmente parece ser Alejandro Marón, recientemente reasumido en la presidencia de Lanús. Es un dirigente joven -tiene 44 años-, es la imagen de un club que tuvo un crecimiento enorme y ordenado en los últimos 10 años pero, a diferencia de la gente de Vélez, ha reiterado una y mil veces su lealtad a Grondona. En la misma línea aparece Lerche, un hombre también joven y con mucho peso entre los clubes del interior, lo que podría llegar a inclinar la balanza pensando en un “cambio de imagen” de una AFA que hasta ahora ha hecho pocos esfuerzos por cambiar la estructura centralizada del fútbol argentino.
Con menos chances aparecen representantes de lo que podría llamarse el “grondonismo duro”, liderado por Meiszner, Segura y, claro, por Julito Grondona, presidente de Arsenal, representado en el Comité por su segundo, Miguel Ángel Silva. La sucesión dinástica, el reemplazo de Julio por Julito, está prácticamente descartada por el escándalo que supondría, mientras que tanto Meiszner como Segura perdieron poder en sus propios clubes y no dan con la imagen de “gente nueva” que Grondona dice querer imponer.
En último lugar, aparece la tibia oposición liderada por los dirigentes de Vélez (el actual presidente, Miguel Calello, y su predecesor, Fernando Raffaini, ambos bajo el ala de Raúl Gámez), acompañados por Roberto Bugallo, de All Boys, y Guillermo Lorente, de Newell’s. La posible pérdida de poder de Grondona después de este anuncio es lo que le abre las puertas a este grupo, que podría reunir mayores adhesiones sin la sombra del eterno presidente. Vale recordar que en las últimas elecciones, en 2011, Raffaini intentó presentar una candidatura opositora pero no pudo reunir los siete avales necesarios.
Un final de ciclo que parecía imposible ahora está a la vista. Suposiciones al margen, habrá que esperar un reposicionamiento de los sectores que pugnan al interior del fútbol argentino para encontrar la respuesta a esa pregunta que hace mucho tiempo corre por la mente de los hinchas de fútbol: después de Grondona, ¿qué?