Francisco J. Cantamutto
Hoy miércoles el parlamento griego votará el duro paquete de ajuste reclamado por la Troika y concedido por Tsipras. Se abre una nueva etapa de la crisis política.
Grecia no deja de sorprendernos. A 10 días del histórico No al ajuste aprobado por más del 61% del pueblo griego en referéndum, el escenario podría terminar en un artero Sí. Tras haber conseguido un respaldo muy superior a su propio caudal de votos, Syriza contaba con la fuerza necesaria para negociar más duro con la Troika. Sin embargo, la propuesta que el gobierno giró a la Troika a fines de la semana pasada hacía mayores concesiones que las previas: se aceptaban aumentos de impuestos (incluyendo aumento del IVA y privatización del puerto de Salónica), aunque se dilataba el ajuste del gasto.
Esta sorpresiva propuesta salió con aval del Parlamento, aunque mostró el primer quiebre de la coalición Syriza. 17 de sus 149 diputados votaron en contra, se abstuvieron o ausentario (incluyendo al influyente ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, al ministro de Reconstrucción productiva y líder de la Plataforma de Izquierda Panayotis Lafazanis, y la presidenta del Parlamento Zoí Konstandopulu), mientras que otros 15 dieron su respaldo pero comunicaron más tarde que no apoyarían ninguna medida de austeridad.
La oferta griega no fue bien recibida por el Eurogrupo. Esto no debe sorprender, toda vez que Syriza propuso concesiones después de haber obtenido semejante aval popular: era una declaración abierta de debilidad. Por esto fue que la Troika fue por más, inflexible, inapelable. El día lunes, por tweeter, nos enteramos que se había logrado un acuerdo preliminar, pero éste requería del aval del Parlamento griego, y no sólo del primer ministro Tsipras. La Troika necesita asegurarse que el acuerdo se convertirá en una política de Estado, no sujeto a los vaivenes de “mayorías circunstanciales” (como gustan por estas pampas llamar al gobierno que no les agrada).
Grecia ya entró en default (aunque aún no declarado) con el FMI por 1.500 millones de euros. El país negociaba el tercer canje de deuda con la Troika desde 2010, canjes que han sido casi íntegramente destinados al rescate de los bancos, bajo operaciones ilegítimas e ilegales. La semana pasada perdió 7.2000 millones del rescate previo por llamar al referéndum, y por ello debió implementar un impopular corralito financiero que limita los retiros a 60 euros diarios. Los bancos han fugado los fondos obtenidos, y hace dos semanas que cierran sus puertas. Esto acrecienta el malestar griego, y el ministro de Economía Stathakis prevé que los controles estén en vigor al menos dos meses más.
¿Cuál es la propuesta?
El nuevo acuerdo es una versión extralimitada de las anteriores exigencias, las mismas que han hundido a Grecia más y más en la crisis. El propio diario alemán Die Spiegel lo ha calificado de un “catálogo de crueldades”. Algunos de los puntos más problemáticos son:
- Aumento del IVA al 23%, sostenimiento de impuesto a las pequeñas propiedades y eliminación de los regímenes especiales (que afecta a las islas en particular);
- Reforma jubilatoria, aumentando la edad y elevando las contribuciones personales
- Privatizaciones, en particular del suministro de electricidad, puertos y aeropuertos. Se requiere asegurar la independencia del ente privatizador TAIPED, de modo que lo recaudado no lo maneje el gobierno: iría la mitad para pago de deuda y la otra para un fondo de inversiones. Los 50.000 millones de euros que se espera obtener de esta forma funcionarían de respaldo para nuevos créditos;
- Sostener el rescate financiero, fondeando a los bancos, habilitándolos a ejecutar inmediatamente desahucios
- Ley de déficit cero, que consiste en realizar pagos fiscales hasta donde alcanzan los ingresos, cortando todo gasto ulterior;
- Reforma laboral, restringiendo la negociación colectiva y conteniendo el salario mínimo;
- Despolitizar la administración, mediante un retiro gradual de las fuerzas más progresistas de Syriza (o su completo desplazamiento) y garantías a la presencia de la Troika en el seguimiento de los acuerdos.
- Garantizar la independencia del ELSTAT (la oficina de estadística griega), y reforma del Código Civil.
Es decir, el paquete neoliberal en pleno. A cambio, Grecia obtendría entre 82.000 y 86.000 millones de euros. El ministro de Finanzas finlandés, Alexander Stubb, señaló que no hay que descartar una salida temporal del euro acompañada de ayuda humanitaria al desarrollo (los préstamos que se realizan a los países más pobres).
Se trata de la imposición de la línea dura del Eurogrupo, comandada por Alemania, y respaldada por Austria, Holanda, Finlandia, Eslovaquia, Eslovenia y los países bálticos (que no reciben tanta ayuda como Grecia). Según declaró recientemente el ex ministro de Finanzas Varoufakis, esta línea fue la que se impuso desde el inicio, con la sola divergencia –jamás oposición– de Francia. Según relató el negociador griego, “La cumbre no tuvo nada que ver con economía”, cada vez que Syriza llevaba una respuesta a las demandas de la Troika, el tema cambiaba sin ningún motivo. “Hubiera sido lo mismo si cantábamos el himno sueco, hubiéramos tenido la misma respuesta”.
“Es simple y llanamente una manifestación de la política de humillación en acción”, “la culminación de un golpe de Estado”, reemplazando los tanques extranjeros por bancos. Varufakis señaló que las condiciones impuestas a Grecia son una suerte de “tratado de Versalles”, refiriendo a las sanciones impuestas a Alemania después de la Primera Guerra Mundial y que impulsaron el nazismo. La dureza de la sanción no sería solo ejemplificadora sobre países deudores, sino incluso una disputa de poder entre potencias europeas, tratando de subordinar a Francia.
¿Qué sigue?
El ministro de Trabajo griego, Panos Skourletis, declaró que el acuerdo era “inviable”, y que sería necesario un nuevo gobierno de unidad nacional para llevarlo adelante. Las fuerzas conservadoras ya expresaron su beneplácito. La Plataforma de Izquierda de Syriza ya declaró su oposición desde el propio Parlamente, al igual que los partidos Partido Comunista, Amanecer Dorado y Griegos Independientes (ANEL, socio de Syriza en el gobierno). Desde el gobierno se sugirió la dimisión de los díscolos, pero estas fracciones tienen mucho peso dentro del propio partido y en el parlamento, y están motorizando un rechazo extra-institucional.
De hecho, la confederación de sindicatos del sector público de Grecia (ADEDY) ya llamó a protestas públicas para mañana. Theodoros Karyotis, activista griego, señaló elocuentemente que “No puede haber austeridad con rostro humano”, y es esperable una reacción popular a este intento de desmovilización.
Si el parlamento acepta el trato, probable que la protesta social vuelva a ganar las calles y que Syriza deba adelantar elecciones antes de fin de año, convocando a gobernar junto a las fuerzas políticas que llevaron a Grecia a esta bancarrota. Esto sería sin dudas una derrota popular. Si se lo rechaza, el Eurogrupo ha sido claro: se terminarían los rescates y se apresuraría la salida del euro. Que seguiría de allí todavía es un misterio por resolverse. Pero quedaría clara la dignidad expresada en el No del referéndum.