Por Javier Torres Molina, desde Río Negro. Nicolás Scorolli de 16 años fue abatido por la policía de Río Negro en la ciudad de Cipolletti y se suma así a la larga lista de víctimas del gatillo fácil, práctica que ha caracterizado a la provincia en los últimos años.
Daniel Solano, en cambio, se encuentra desaparecido desde el pasado 5 de noviembre, cuando en Choele Choel fue echado de un local bailable por policías que realizaban adicionales como personal de seguridad, luego de mantener supuestamente una discusión.
En ambos casos las víctimas son jóvenes y pobres y los victimarios -en un caso como certeza y en el otro como sospecha- son integrantes de la policía de Río Negro.
Durante la madrugada de la navidad Nicolás Scorolli escapaba de la policía luego de robar el auto que conducía. Fue interceptado por un patrullero y a diferencia de sus compañeros, no pudo escapar y desarmado, recibió un disparo mortal a corta distancia cuando bajaba del vehículo.
Repitiendo los clásicos argumentos policiales, el policía declaró que no tuvo intenciones de asesinar al joven, que se trató de un forcejeo y que la itaka policial se “disparó” en ese contexto, cuestión que no ha sido creída por los funcionarios judiciales que intervienen en la causa.
El policía ha sido detenido, puesto a disposición de la justicia y su accionar ha sido repudiado por las máximas autoridades provinciales en materia de seguridad. Los discursos de esas autoridades se refieren a “excesos”, pero no refieren que el gatillo fácil en Río Negro, en los últimos años, se ha convertido en una política de estado. Así lo demuestran los asesinatos de Diego Bonefoi, Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco en Bariloche, de Guillermo Trafiñanco en Viedma, ocurridas durante el 2010 y de Guillermo Garrido en El Bolsón, quien fue asesinado en la comisaría dos horas después de ser detenido por una infracción de tránsito, hecho ocurrido en enero de este año.
Desde el gobierno no se plantea desmantelar el temido grupo BORA (Brigada de Operaciones, Rescate y Antitumulto) ni realizar ninguna reforma sustancial a las fuerzas de seguridad. Han declarado que bajo la gestión de Carlos Soria, el nuevo gobernador, se respetarán los derechos humanos, cuestión que al analizar su prontuario genera fuertes dudas.
Desaparecido
Daniel Solano de 26 años, es oriundo de la comunidad Guaraní de Cherenta, Tartagal (Salta), donde es arquero del equipo de fútbol Deportivo Guaraní. Cuando desapareció se encontraba en la provincia de Río Negro desde hacía dos semanas junto a otros integrantes de su comunidad realizando trabajos temporarios recolectando manzanas y peras en fincas que en toda la región tiene la empresa multinacional Expofrut.
El viernes 4 de noviembre junto a unos amigos concurrió al local Macuba Megadisco, de donde fue expulsado, aparentemente luego de mantener una discusión, y a partir de ese momento se encuentra desaparecido. En la finca donde trabajaba quedaron su ropa y documentos, por lo que se descarta que por propia voluntad haya decidido abandonar el lugar. Daniel mantenía constante comunicación con su novia y con su familia mediante mensajes de texto, pero a partir del momento de su desaparición no volvió a suceder.
Amigos y familiares que arribaron desde Salta realizaron diferentes movilizaciones desde que ocurrió la desaparición, contando con el apoyo de las diferentes organizaciones sindicales. En Tartagal también integrantes de su comunidad realizaron varias marchas.
El abogado Sergio Heredia, que llegó desde Salta a pedido de los familiares de Solano, expresó en rueda de prensa que el joven habría sido asesinado y entre las hipótesis que manejaba como posibles autores del hecho se encontraban sus compañeros jornaleros o la policía provincial. Esta última desde un primer momento orientó la investigación en función de hacer creer que el joven se dirigió a Neuquén, según expresó el abogado luego de leer el expediente.
Relacionado con esta última hipótesis, desde la Procuración General se informó que se ha encomendado a la Fiscalía a cargo del doctor Bodrato extremar todos los recaudos y recursos disponibles para establecer lo sucedido en la investigación de la desaparición de Solano, y “recuperar el tiempo perdido en la inicial investigación policial/judicial, especialmente en razón de ahondar en una de las hipótesis que podría involucrar a personal policial”.
La desaparición de Solano remite a otros casos ocurridos en la provincia de Río Negro, como por ejemplo la desaparición de Otoño Uriarte, ocurrida en octubre de 2006 en la localidad de Fernández Oro, encontrada asesinada unos meses después cuando se empezó a investigar la participación de la policía provincial en la trata de personas. Otro caso es el asesinato de Atahualpa Martínez Vinaya, encontrado muerto en junio de 2008 en las afueras de Viedma, luego de asistir también a un local bailable. Ambos crímenes aún se encuentran impunes.