Por Daniel Sticotti (*)
El pasado viernes, Iago Ávalos un pibe de 17 años de la localidad de Hurlingam fue asesinado por un subcomisario de la Federal. Se trata de una nueva historia de gatillo fácil que no debe quedar en el olvido, y eso se proponen los familiares, amigos y organizaciones sociales de la zona.
“Iago era un pibe común de barrio, estudiaba en la Echeverria y trabajaba como mecánico de motos y de autos, aunque en verdad sabía hacer de todo porque también hacía trabajos de mantenimiento y arreglos en general” nos cuenta Irina, la hermana de jóven asesinado el viernes pasado en manos del Subcomisario José Péres Buscarolo de la Federal. “Le gustaba su trabajo -agrega- estaba todo el día haciendo algo, siempre lo ibas a ver engrasado o ayudando a quien lo necesite”, es su intención revalorizar la vida de su hermano que tan rápido le arrancaron. Irina sabe que este hecho no es azaroso sino que es parte de un plan sistemático y por eso se propone visibilizarlo contando la verdadera historia de su hermano que no es más que la historia de cualquier pibe de barrio. Se trata de un procedimiento casi lineal: un pibe cualquiera, bajo el accionar de un policía cualquiera, en un barrio popular cualquiera puede ser víctima de gatillo fácil.
Iago Avalos, tenía 17 de años vivía junto a su familia en la localidad de Hurlingham del conurbano oeste de la Provincia de Buenos Aires, ese viernes junto a otro joven habían sacado las tazas de las ruedas de un auto que pertenecia al subcomisario. Al percatarse del hurto, dado que pudo observar el hecho desde una ventana de su casa, Buscarolo agarró su arma reglamentaria, salió a la calle y comenzó a perseguir a los jóvenes que escaparon en un Renault Sandero. Luego de una persecusión que duró diez cuadras, en la esquina de Cura Navarro y Republica de Siria en la localidad de Villa Tesei, Hurlingham, donde Buscarolo sacó su pistola reglamentaria y efectuó varios disparos a quemarropa de los cuales uno, según determinaron las pericias realizadas por Gendarmeria Nacional, entró por la ventana trasera del auto y acabó con la vida de Iago, quien se encontraba en el asiento del acompañante.
Por el hecho ya se encuentra detenido el subcomisario de la Policia Federal, José Pérez Buscarolo, quien a sangre fría disparo por la espalda contra el jóven. Pero el accionar violento de la policía no terminó allí. Al efectuarse los disparos, Nicolás, el amigo de Iago que estaba al volante frena el auto y le devuelve las tazas de las ruedas diciéndole “Disculpa, era una picarda” – cuentan asombrados las y los vecinos que allí se encontraban- a lo cuál le pide que lo lleve a Iago a un hospital ya que no estaba pudiendo respirar, recibiendo solo insultos por parte del uniformado. Cuando llegó la asistencia médica el joven ya había fallecido a causa del desangramiento que le había generado la bala en el pecho. Luego, en la Comisaria N°2 de Villa Tesei, a Nicolás lo tuvieron bajo amenazas e insultos durante doce horas en donde le llegaron a decir que “tendría que haberlos matado a los dos”. El joven quedó en libertad al comprobarse que no portaba armas y no poseía antecedentes penales dado que la clasificación del delito que se lo acusa es “hurto tentado con participación de un menor”.
El caso quedo en manos de la UFI N°6 de Morón a cargo de María Silvana Bonini y Segio Di Leo quienes resolvieron la detención del subcomisario José Perez Buscarolo bajo la caratula de “homicidio agravado por su condición de miembro de seguridad”. El sábado el uniformado fue indagado por los fiscales, en dicha declaración Buscarolo se contradice con los hechos que pudieron reconstruirse de lo ocurrido al día anterior. Según el subcomisario al llegar a la esquina de Cura Navarro y República de Siria logro cruzarle el auto a los jóvenes y les dio voz de alto a ambos, a lo cual uno de los pibes le hace un ademán como de apuntarle con un revolver razón por la cuál efectúa los disparos. Esto se contradice con las primeras pericias que indican que el disparo entró por la luneta trasera del auto y le dio en la espalda a Iago, así como también quedó comprobado que no había ningún arma en el auto que manejaban los jóvenes, dejando entrever la estrategia de los abogados defensores de Bucarolo quienes intentarán enmarcar el suceso bajo un “homicidio simple en legítima defensa”.
Con el objetivo de que esta historia no quede impune, los familiares y amigos de Iago junto a las organizaciones sociales de la zona rápidamente comenzaron a comunicar la verdadera historia, se proponen realizar distintas acciones que contrarresten los discursos del sentido común que ya empezaron a circular por los diversos ámbitos. Por eso este jueves realizaran la primer reunión junto a otros familiares de víctimas con el objetivo de que esta historia no quede en el olvido. En pocas palabras Irina, la hermana de Iago, lo sabe sintetizar: “de lo único que estamos seguros es de que es una lucha larga que nos tiene que encontrar unidos”.
Los jóvenes no son peligrosos, están en peligro.
A pocos días de haber ocupado las calles contra el fallo, concedido por la Corte Suprema de Justicia, que pretende volver a dejar en las calles a los autores de uno de los episodios más trágicos de nuestra historia. Como así también el de haberse cumplido treinta años de “La masacre de Budge” el pasado lunes 8 de mayo, donde fueron asesinados Willy, el Negro y Oscar por parte de la policia bonaerense, hecho que paso a la historia como un emblema para la lucha contra la violencia institucional y el gatillo fácil. Nos encontramos con la rabia y la tristeza de tener que despedir otra vida arrebatada por las fuerzas represivas del estado.
Mientras que desde los medios hegemónicos de comunicación siguen aterrorizando a la población sobre el supuesto peligro que conllevan los pibes, la realidad nos vuelve a mostrar que quienes realmente están en peligro son los pibes y las pibas de las barriadas populares. Desde la vuelta de la democracia hasta la fecha son más de 5000 los casos de gatillo fácil registrados en nuestro país (sin considerar la cantidad de casos que las fuerzas represivas junto a los medios de desinformación han logrado tapar), de los cuales, según el informe presentado por CORREPI a fines del 2016, el 50% de estos hechos corresponden a jóvenes menores de 25 años.
Es desde esta realidad cotidiana que las organizaciones de niñez continuamos denunciando que los pibes y las pibas de nuestros barrios son los cuerpos sacrificables de este sistema perverso que busca ejercer el control social en la juventud a través de las torturas, las detenciones selectivas, las desapariciones y los casos de gatillo fácil a los que son sometidos sistemáticamente nuestros pibes y nuestras pibas.
En ese sentido no es casual entender entonces el lugar de la juventud a lo largo de nuestra historia, sólo la memoria colectiva que supimos construir puede acabar con la impunidad. Ya que no se trata de hechos aislados, es la juventud el primer eslabón al que sistema apunta, por eso no es casual que los genocidas de la sangrienta dictadura hayan avanzado contra esa misma juventud que en aquel momento era el motor de sueños y construcciones de otras realidades. Se trata de un plan sistemático que se propone, desde el abuso institucional de las fuerzas represivas,accionar contra nuestros pibes y nuestras pibas, ya que así ser pibe y pobre es -gracias también a los grandes formadores de la opinión pública- ser un cuerpo que puede sacrificarse en pos de imponer un orden social.
(*) Integrante del Equipo de Niñez de El Transformador en Niñez y Territorio.