Un joven Eduardo Galeano entrevista a un represor guatemalteco para el que sería su primer libro. En la entrevista nota su nerviosismo. Un relato sobre la violencia política en Guatemala, sobre desapariciones, algo que años antes, en su libro El Señor Presidente, Miguel Ángel Asturias retrataría, quizás como premonición o como relato de una época.
Por Jaime Barrios Carrillo; Foto/Museo Rabinal
Alguna vez entre abril y mayo de 1967, el exmilitar Ruano Pinzón se reunió en la ciudad de Guatemala con un joven periodista uruguayo llamado Eduardo Galeano para una entrevista realizada en condiciones secretas y dramáticas. Ruano Pinzón había desertado del Ejército y era de los hombres más buscados en el país. ¿Por qué?
Ruano Pinzón huía para no correr la suerte de sus excompañeros, los soldados Carlos Leonardo, Lisandro Chacón y Elías Dubón. Galeano publicaría ese año uno de sus primeros libros de reportajes: Guatemala país ocupado e incluyó la entrevista. La volvió a retomar en Días y noches de amor y de guerra. De los compañeros de armas de Ruano Pinzón consigna lo siguiente:
“Uno había amanecido con un puñal en el pecho en una cama de la pensión La Posada. Otro recibió un tiro en la espalda, en una cantina de Zacapa, y al otro lo habían acribillado en un bar de atrás de la estación central”.
Ruano Pinzón sabía por qué habían matado a sus compañeros y no quería correr la misma suerte. Galeano lo percibió desesperado: “los nervios le hacían bailar los ojos”. Ruano Pinzón sabía que era el Ejército de Guatemala el responsable de los homicidios. Galeano transcribió el testimonio que le dio aquel desertor fugitivo luchando por conservar la vida:
“Éramos cuatro los inferiores que andábamos con los oficiales, como pistoleros, aquella noche; andábamos con el tercer jefe, el Coronel Máximo Zepeda. Yo estaba de guardia en la puerta cuando llegó una camionetilla Ford, la placa no la vi, modelo 58, color verde. Parece que eran los últimos presos que traían. Yo le pregunté a un policía que estaba parado y me dijo: No sé; adentro hay muchos más. Estaban en el almacén de guerra. Cuando quise entrar, encontré a los oficiales y me dijeron que me fuera. El Coronel Zepeda me miró entonces y me dijo: mirá, hay que dormir en el cuarto de emergencia, pues parece que vamos a salir de noche. A mí y a mis tres compañeros de tropa nos dijo eso”.
El 2 de marzo de 1966, un día antes de las elecciones en que triunfaría el candidato de la oposición Julio Méndez Montenegro, el Ejército ejecutó la “Operación Limpieza” que dio como resultado la captura de 35 dirigentes del Partido Comunista PGT y de las guerrillas de las FAR y el MR-13 de Noviembre. El gobierno militar encabezado por Enrique Peralta Azurdia dio el visto bueno para dar muerte a los capturados. Se coordinaron con gran eficacia las fuerzas policiales con otras de aire y tierra del Ejército para tirar los cuerpos al océano Pacífico. Y transportar los cuerpos, metidos en bolsas de plástico, del cuartel de Matamoros a la base aérea de La Aurora fue la tarea que el coronel Zepeda dio a Ruano Pinzón y compañeros.
Ruano Pinzón se lo contó a Eduardo Galeano con detalles, vio como la sangre de los cadáveres escurría de las bolsas. También había visto llegar vivos a los capturados al cuartel aunque “reventados por los golpes”, y al mismo ministro de la Defensa, coronel Rafael Arriaga Bosque, comandando la operación con el jefe de la Policía coronel Máximo Zepeda. Los mandos contrainsurgentes del Ejército no querían dejar huellas ni pistas que pudieran implicarlos en la masacre de aquellos ciudadanos comunistas y otros alzados. Un crimen perfecto. No tuvieron juicio ni posibilidad de defensa y ni siquiera se admitió que habían sido capturados, ni mucho menos torturados y asesinados por el Ejército. Había nacido uno de los más macabros e inhumanos métodos represivos de la historia, aplicado después de una ejecución extrajudicial: la desaparición forzada.
Años después, en la década de los setenta, el coronel Máximo Zepeda sería premiado por el gobierno del coronel Carlos Arana Osorio enviándolo como agregado militar a España. En Madrid Zepeda se encontró con José López Rega, expolicía argentino cercano a Perón y a la esposa de este Isabel Martínez. Zepeda le daría a conocer los exitosos métodos de represión de comunistas en Guatemala que incluían los desaparecidos.
López Rega organizó poco después, ya como ministro en el gabinete de los Perón, la llamada Triple A Argentina, escuadrón de la muerte dedicado a liquidar marxistas. También brindó Zepeda inspiración para las operaciones contrainsurgentes más allá de las fronteras; así se había liquidado a comunistas, guerrilleros y otros opositores guatemaltecos, con la colaboración de los servicios de inteligencia y los ejércitos de países cercanos como México, El Salvador, Honduras, Nicaragua y desde luego la CIA y militares norteamericanos. Como afirma Eduardo Galeano, Guatemala fue el primer laboratorio latinoamericano de la guerra sucia donde se aplicó la desaparición forzada. En el cono sur las dictaduras militares desarrollarían, siguiendo este esquema, el llamado Plan Cóndor.
45 mil personas desaparecidas en Guatemala durante el conflicto armado resultan demasiadas. Las familias afectadas las siguen buscando. Quieren una explicación, una respuesta concreta a sus dudas e incertidumbres. La desaparición forzada es un crimen de lesa humanidad, es decir no prescribe en el tiempo. Es por lo tanto injustificable. Los desaparecidos de marzo de 1966 cuyos cuerpos Ruano Pinzón y compañeros transportaron del cuartel de Matamoros a los aviones militares fue el primer caso de desaparición masiva en el continente.
Pero 20 años antes Miguel Ángel Asturias había presentado en su magistral novela El Señor Presidente el primer caso en la literatura. La desaparición del personaje Miguel Cara de Ángel es una premonición. En el penúltimo capítulo Gallina ciega la protagonista Camila Canales sufre una gran angustia por la desaparición de su esposo Cara de Ángel, secuestrado y luego asesinado y desaparecido por el mayor Farfán, un militar al que Cara de Ángel había salvado la vida pero que por conveniencia con la dictadura vilmente lo traiciona. Las horas pasan, las semanas y los meses pasan y Cara de Ángel no aparece. El episodio resalta el malestar de Camila, “se sentía un poco cachivache, un poco tinaja, un poco basura”, es decir el gran sufrimiento del familiar de un desaparecido. Embarazada deja la ciudad para siempre y su hijo Miguel nace en el campo. Es el viaje a las raíces campesinas, la vuelta a la naturaleza proclamada por Rousseau. Y el hijo de la pareja se llamará Miguel como el autor. Asturias retrata la fuerza transformadora del amor que logra humanizar a Cara de Ángel.
¿Por qué escogió Asturias Gallina ciega como título del capítulo que sintetiza su famosa novela? Es un juego infantil de origen español, Goya lo ilustró en una de sus obras. Consiste en vendar los ojos a un participante y después de darle vueltas se le exhorta a que busque y toque al resto del grupo. Todos lo esquivan y se goza con la situación. El vendado es un ciego temporal que estirando los brazos busca en la tiniebla. Asturias ha creado una impactante metáfora y usamos sus palabras para asegurar que pese a que los tiren al mar “los cadáveres flotan”. No debe volver a pasar. Nunca más.
Summa summarum: López Rega fue condenado a cadena perpetua por desaparición forzada. Los coroneles Arriaga Bosque y Zepeda, ya retirados, fueron acribillados por comandos del partido comunista PGT. Galeano llegó a ser una cúspide del periodismo. Méndez Montenegro terminó como un títere de los militares, y alcohólico. Asturias recibió el Premio Nobel en 1967, año en que Galeano estuvo en Guatemala. Ahora la RAE en Madrid reedita El Señor Presidente dentro de la colección de grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos. De acuerdo al diccionario de la misma RAE la palabra “arana” significa embuste, trampa o estafa. Arana Osorio cumplía con el significado de su apellido. En 1996 el presidente Clinton desclasificó archivos de la CIA que confirman la intervención en 1954 y los métodos estatales de desaparición. Ese año se firmó la paz. El coronel Peralta Azurdia durante su mandato retornó los restos del dictador Ubico al país. Fue una de sus obras. Falleció olvidado en Miami, un mes después de la firma de los acuerdos. ¿Qué habrá sido de Ruano Pinzón?
Originalmente publicado en El Periódico Guatemala