Fuerzas de seguridad keniatas antes del asalto final al centro comercial Westgate
Por Nicolás Bauer. Este lunes el ejército de Kenia junto a fuerzas especiales israelíes recuperó el control del centro comercial Westgate en la capital del país. Había sido tomado por el grupo insurgente somalí Al-Shabab en rechazo a la intervención de las Fuerzas Armadas de Kenia en Somalía.
El pasado sábado, fuerzas del grupo insurgente somalí Al-Shabab tomaron el centro comercial Westgate de Nairobi, la capital de Kenia. Durante el asalto, fueron asesinadas al menos 69 personas, más de 60 se encuentran desaparecidas y alrededor de mil están heridas, según datos de la Cruz Roja. La toma de rehenes se mantuvo hasta el mediodía del lunes, cuando un grupo de asalto formado por el ejército local y fuerzas especiales israelíes recuperaron el control del edificio.
La milicia islamista Al-Shabab (“los jóvenes”, en árabe) es un grupo residual de la antigua Unión de Cortes Islámicas, que gobernó la mayor parte de Somalía durante un período de seis meses en el año 2006. Fueron desalojados del poder por una alianza formada por señores de la guerra –warlords-, el ejército de Etiopía y el de Kenia, denominada pomposamente Gobierno Federal de Transición y apoyada logísticamente por Estados Unidos e Israel.
El atentado del último sábado se enmarca en una serie de golpes que este grupo dio desde el año 2007, que tienen como principal objetivo a los mencionados países africanos que formaron parte de la invasión. Somalía es un Estado fallido -que en la práctica no cuenta con un gobierno central y está dividido en pequeños clanes y repúblicas autoproclamadas- en el llamado Cuerno de África, entre el golfo de Adén y el océano Índico, una región estratégica por su riqueza mineral y especialmente petrolera. Etiopía y Kenia son dos de los países más poderosos del continente y delimitan la frontera occidental somalí, convirtiéndose de esta manera en los enclaves de las diversas fuerzas que intentan intervenir en el territorio del cuerno.
El centro comercial Westgate fue construido hace seis años por empresarios israelíes, en el marco de una importante cooperación entre el gobierno israelí y el keniata, liderado por Mwai Kibaki hasta hace pocos meses, y actualmente por Uhuru Kenyatta. Se trata de una muestra del poderío y la “prosperidad” de este país, y es frecuentado principalmente por las clases altas y los extranjeros residentes, según consigna la agencia de noticias cubana Prensa Latina.
La reivindicación de Al-Shabab para justificar el ataque es que se trata de una respuesta al aumento de la presencia del ejército keniata en territorio somalí, en el marco de un proceso constitucional que finalizó en 2012 y que dio forma a una nueva carta magna para todo el territorio del cuerno, que de cualquier manera permanece, como se dijo, dividido en varios gobiernos (algunos de ellos con un cierto reconocimiento internacional, como Puntland y Somaililandia).
Desde la cuenta de Twitter del Ministerio del Interior keniano (@InteriorKE) se aseguró durante el lunes: “controlamos el Westgate”. Mientras que el titular de esa cartera, Joseph Ole Lenku, declaró a la cadena británica BBC que los rebeldes “pueden estar corriendo y escondidos en distintas tiendas” pero que “todos los pisos (del centro comercial)” están bajo control del ejército.
Por su parte, la ministra de Asuntos Exteriores, Amina Mohamed, dijo: “No nos vamos a disculpar por ser amigos de Israel y otras naciones”, lo hizo desde Nueva York, donde se encuentra para participar de la Asamblea General de Naciones Unidas que comenzará el miércoles.