Por Fabián Canteros
Ska, punk rock, post hardcore y la organización de la resistencia musical contra una clausura ideológica.
Aproximadamente veinte bandas y un público que acompañó en forma masiva se dieron cita solidaria el martes pasado en el Palermo Club para tocar en apoyo al Salón Pueyrredón, mítico espacio de comunidad contracultural, clausurado el sábado 13 de diciembre tras una inspección del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Sin egoísmos, de entre tres y cinco temas bastaron para que cada una de las bandas repudiara la clausura y exigiera el pedido de reapertura del Salón, “uno de los pocos lugares que tenemos para demostrar lo poco que sabemos”, tal como dijera desde el escenario, Diego Casalves, cantante de los Quemacoches, una de las primeras en sonar. Antes habían desplegado ska los Sombrero Club y luego los Controcero con un áspero rock garage.
Los músicos entre el público coreando los temas de las bandas amigas, las y los pibes rotando entre el pogo, la emoción y la ansiedad de ver y escuchar sus sonidos preferidos. “No somos nada” recitaban algunas de las remeras que conformaban la mística fuera y dentro del Club, mientras en el boca a boca transitaba la información indignada sobre los porqués del cierre y la importancia del festival, realizado para pagar los sueldos de las y los empleados del Salón y otros gastos fijos. Éramos mucho.
“La calle es nuestra, por la recuperación de este espacio de contracultura, acá estamos para demostrar que si la juventud se une, podemos”, decían algunos de los músicos como el cantante de Mal Pasar, Carlos Sassone. Antes, los post hardcore de Melián también se pronunciaron en favor de la apertura del Salón, “que lo cierren es una aberración, es un lugar muy importante para la cultura”, dijeron en alguno de los intervalos de su set.
Sin dudas el momento de máxima emoción de la noche estuvo dado por los Cadena Perpetua, quienes tocaron alrededor de la 1.30. Puños arriba, miradas al cielo, palmas y gritos aprendidos y una seguidilla de “malas costumbres” sirvieron para repudiar con toda la potencia del rock y las guitarras algo salvajes los aprietes y persecuciones, las clausuras arbitrarias, las demostraciones del poder institucionalizado y la falta de soluciones de fondo que protejan en lo inmediato los espacios culturales, en perjuicio de quienes apuestan a la construcción y el sostenimiento de expresiones que no responden a los cánones del mainstream de la “cultura amarilla”.
También se expresaron en sonido surf instrumental desde el escenario y con coloridas camisas y sombreros entre el público que los sigue, Los Kahunas; los ska punk de Asesinos Cereales; Restos Fósiles; un sorprendente Satan Dealers; The beachbreakers y Los Mentirosos. Shaila, Superuva y Los Bombarderos; Aliento de Perro y Flema también acompañaron la movida que amaga con no silenciarse hasta tanto se resuelva la situación del Salón Pueyrredón.
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