Por Agustín Bontempo
Hace algunas semanas, Racing venció 3 a 0 al descendido Crucero del Norte, en lo que fue la despedida del cilindro de Diego Cocca. Repasamos su gloriosa estadía en el equipo de Avellaneda.
Aún resuena en las mentes de algunas personas aquella desafortunada frase previa a la derrota frente a Independiente en el torneo transición: “Prefiero perder con Independiente, pero salir campeón”. Luego, perder, y posteriormente algunas banderas, de algunos pocos (sospechosos) hinchas en tono político pre electoral. También se pedía por la cabeza de Sebastián Saja quien, para este cronista, es sino el mejor, uno de los más destacados arqueros de nacionalidad argentina.
Un equipo que semanas antes le había ganado al campeón de América (San Lorenzo), que demostraba un fútbol que despistaba a los hinchas de la academia. Posesión, toque, y efectividad en el arco contrario. Pero un resultado, una frase, puso a Diego Cocca en la cuerda floja. Algún otro magro resultado, eliminación en la Copa Argentina. Todo indicaba que el cielo se oscurecía.
Pero estos golpes sirvieron para hacer un click en jugadores y cuerpo técnico. De golpe, la defensa era una fortaleza, el mediocampo una manada de leones y el ataque, dos fieras incontrolables. Comenzaron a sucederse las victorias, incluidas a Boca con el mítico partido de los 35 minutos y a River cerca del final, cuando ya se saboreaba el torneo, el número 17 y tras 12 años de espera.
Racing Club volvía a ser campeón. Un técnico que fue resistido un par de semanas, sostenido por la dirigencia y por la inmensa mayoría de hinchas que se ilusionaban con el nuevo estilo futbolístico, lograba lo que más de uno creía que solo podía ser obra y magia de Sir Mostaza Merlo.
No sólo el campeonato. El vendaval de victorias, los cientos de minutos con el arco en cero, el temor generado en los rivales de turno. Sensaciones nuevas, por suerte, sostenidas. Nacía un flamante Racing en el campo de juego.
Un nuevo sueño: la Copa Libertadores y pelear todo
En diciembre y tras la coronación, Victor Blanco se imponía en las elecciones muy cómodamente. Sostuvo el proyecto y, con billetera ajustada, le dio algo de lo que Cocca necesitaba. Arranque demoledor en el torneo continental, sorpresiva derrota en el debut por la novedosa liga local frente a Rosario Central pero, desde ese momento, el cilindro se convertía en fortaleza: nunca más, hasta hoy, perdió un partido por torneo doméstico y apenas uno solo por la copa internacional.
Quien será extécnico desde 2016 logró instalarle una identidad que las generaciones nacidas en los últimos 30 años desconocían. Para nosotros y nosotras, Racing era fuerza, coraje. Sufrimiento, desde ya. Hace ya un año y medio, Racing es nuevamente La Academia. Y que viva el fútbol.
Es verdad, en 2015 no hubo títulos. Pero Racing quedó ubicado entre los 8 mejores de América, semifinalista en la Copa Argentina y en cuarto lugar en el largo torneo de los 30, clasificando a la injusta liguilla para clasificar a la merecida Libertadores.
Cocca es uno de los técnicos más eficaces de la historia del club. Obtuvo más del 65 por ciento de los puntos disputados, con 38 victorias, 14 empates y 14 derrotas. A pesar de la deuda de no vencer al clásico de siempre en su cancha (aunque si en el Cilindro), sobre 10 partidos disputados contra los equipos denominados grandes, obtuvo 6 triunfos, 1 empate y 3 derrotas, consiguiendo, así, casi el 65 por ciento de los puntos.
Y podríamos continuar, ya que todas las estadísticas lo favorecen: goles convertidos, recibidos, cantidad de goleadas propinadas (acá y afuera del país), etcétera. Pero lo que este periodista, claramente hincha de Racing, quiere hacer es poner en palabras un sentimiento generalizado.
Diego Cocca es mucho más que un técnico de paso. Es más, incluso, que un campeonato ganado. Es el hombre que logró que las y los racinguistas vayan a ver ganar a su equipo y que lo raro sea perder o empatar. Que los 90 minutos casi siempre sean fiesta y alegría. Es aquel que nos hizo dar cuenta de que no estamos condenados a ver peleas ajenas, sino que con un proyecto de fútbol serio (y aclaremos, esto también es gracias a una dirigencia muy responsable), de juego lindo y también con dientes apretados, ofensivo, que pondere a las grandes figuras y lleve de a poco a las jóvenes estrellas (tal vez, la deuda más grande del DT), Racing Club de Avellaneda puede pelear todo. Conquistar un campeonato, sí. Pero si no lo logra, pelearlo, sea cual sea. Saber que puede ganar más clásicos de lo que pierde. Hacer que la localía sea una batalla perdida para los rivales.
Ya no estará en el banco el próximo año, pero deja un equipo de alta complejidad, con al menos dos buenos jugadores por puesto, serios, con una idea clara de trabajo, con mucho hambre de gloria. Será difícil mejorarlo, sin duda. Pero con una base tan sustentable, el día a día puede entusiasmar y agrandar a cualquiera.
Diego Cocca es todo eso y tal vez más. Se va por la puerta grande el hacedor de La Academia de Fútbol. Se va el mejor Director Técnico que este cronista pudo ver con el glorioso manto sagrado de Racing Club. Y si su carrera sigue siendo tan auspiciosa como hasta ahora, por supuesto, la misma puerta grande puede abrirse para iniciar otro ciclo en el equipo de Avellaneda.