Por Nadia Fink – @nadia_fink (Desde Río Grande, Tierra del Fuego)
A un día de cumplirse los 30 años del partido Argentina-Inglaterra por el Mundial 86, conversamos con ex veteranos de guerra sobre lo que significó en sus vidas y en la sociedad el triunfo contra los ingleses y, en particular, el gol con la mano de Diego Maradona.
Quienes viven en Río Grande, Tierra del Fuego, comentan que el clima y el paisaje son lo más parecido a las Islas Malvinas. Quienes combatieron en las islas y hoy formaron el Centro de ex Combatientes, no lo dicen en voz alta, pero muchos de ellos soñaron con retornar a las Islas. Y, si bien hay motivos laborales bien palpables, un puñado de ellos llegó desde Buenos Aires, Corrientes o Jujuy a instalarse y construir desde allí.
El Centro está en una esquina, frente a un boulevard y un abandera argentina que agita permanentemente el viento, y fue construido por ellos, “desde los cimientos hasta el techo”, aclaran. “Es nuestro cable a tierra”, cuentan quienes tenían no más de 20 años ese crudo invierno de 1982 que los encontró defendiendo unas islas (ya no) tan lejanas. Y allí fueron armando un museo con fotos, trajes, armas, carpas, redes, un pequeño altar para evocar a los compañeros que no pudieron regresar de las Malvinas, y cientos de dibujos que les dejan las chicas y los chicos de los colegios que vienen a conocer su historia. Y es que Río Grande toda está atravesado por un conflicto que vivieron de cerca: época de cerrar puertas, apagar luces, escuchar el vuelo rasante de los aviones o los bombardeos frecuentes. Por eso la vigilia que realizan cada año, previo al 2 de abril, cuenta con apoyo de toda la población: “Montamos una carpa, hacemos la semana de Malvinas y damos mensaje a las generaciones que vienen”. Y los viernes, sagrado, se hace el asadito para compartir, y charlar fraternalmente.
A esa sobremesa llegamos, con la idea de que nos compartan, en primera persona, las sensaciones sobre el partido Inglaterra-Argentina del 22 de junio de 1986, tan sólo cuatro años después de la guerra (“arrebato”, como le llaman) por las islas Malvinas. La mayoría coincide en que tuvo su trascendencia ese partido, no como una “venganza”, porque tal vez quede grande la palabra si se compara una guerra desigual con un partido de fútbol, pero sí hablaron de “revancha”, “desahogo”, “festejo”… pero, mejor, que lo cuenten ellos, atravesados aún, por esos días desolados y fríos, de agua, hielo y trincheras húmedas.
“Si Argentina no ganaba el mundial para mí estaba bien, porque les ganamos a los ingleses…”
Martín Vargas: Para mí ese partido fue muy especial, porque a partir de ahí pasa a ser un clásico más, así como Argentina-Brasil, y yo lo viví de tal forma que si Argentina no ganaba el mundial para mí estaba bien, porque les ganamos a los ingleses. Más allá de ese gol de la picardía y de la gran jugada del segundo, aún hoy se sigue hablando de la mano de dios. Para mí es lo máximo, lo siento así. El fútbol en sí tiene esas picardías, pero ese momento me llenó de alegría y salí a festejar ese partido, fui al obelisco, a gritar con toda la alegría, igual que cuando salimos campeones. No siento que si ganamos otro mundial salga a festejarlo tanto como ese, fueron dos motivos especiales, donde a mí me tocó vivir muy de cerca la guerra de Malvinas, y de pronto puede abrir el corazón y explotar. Mi hijos –hoy de 12 y 17 años–, dicen desde que son chiquitos “la manito de Dios”, no la mano, como algo familiar…
Bernardo Ferreiro: Yo creo que en ese momento relacionaron el partido con la historia, entonces a partir de ahí empezaron a surgir los argumentos. Y se empezaron a tejer ciertas historias que son completamente, para mí, erróneas. Porque algunos hasta llegaron a decir que Maradona lo hizo en venganza, y eso para mí es una picardía futbolera, como el foull, como cualquier otro artilugio, el tirar la camiseta del contrario, y ese tipo de cosas que se hacen permanentemente en todos los partidos. Hoy en día, si agarramos un clásico argentino, Boca-River, y uno puede meter un gol con la mano como lo hizo Maradona en su momento y poder ganar un campeonato, lo va a hacer. Y no hay ninguna trascendencia histórica en esa acción. Entonces creo que por ahí pasa la leyenda urbana con respecto al partido. Yo, personalmente, opino que fue una jugada como cualquier otra, en un partido de fútbol que juntaba dos datos muy importantes: por un lado, que era un partido del Mundial, muy definitorio, y por otro lado era el contrario: era Inglaterra, que 4 años atrás nos acababa, otra vez, de arrebatarnos Las Islas. Entonces, yo como ciudadano común, más allá de que ya era veterano de guerra en 1986… lo único que recuerdo especial, que no sucedió en ningún mundial anterior ni posterior es que era Inglaterra, y que mi alegría, y más como veterano de guerra, estaba basada en eso: que le ganábamos a un país que se había ganado todo nuestro odio, y que ese odio en ese momento estaba muy fresco todavía. Entonces el gozo era mayor, los festejos fueron más que si hubiéramos ganado un mundial.
Roma Arancay: Fue un Mundial especial para todos los argentinos y más cuando tuvo que enfrentar a Inglaterra. Lo he festejado en Buenos Aires, con familiares, con los amigos, pero hasta hoy de ese gol, la mano de Dios, siempre se va a hablar… así como estamos hoy permanentemente hablando de la causa de Malvinas, ese gol quedó en la historia. Sabemos que Inglaterra es hasta hoy algo que siempre tenemos como enemigo, y creo que a lo largo de los años se va a seguir hablando. Va a seguir en la memoria de todos los argentinos tanto el gol, como las islas Malvinas.
Juan Finck: Nos soy muy futbolero pero sí los partidos de Argentina me interesa verlos y en especial ese… Disfruté mucho haberle ganado a Inglaterra porque, como decían mis compañeros, estaba muy fresquito el tema de la guerra. Para mí fue como una pequeña venganza, o mejor; fue un aliciente, una pequeña revancha.