Por Silvina Herrera. Los documentalistas y realizadores audiovisuales comenzaron a debatir el grave problema de la distribución y exhibición de la producción cinematográfica nacional y reclaman mayor difusión y espacios para estrenar.
El documental es el género dentro del cine que se encarga de filmar la realidad con una impronta estética y una mirada personal, un formato que recolecta imágenes sobre un hecho o una situación, aporta testimonios de los protagonistas y los agrupa a través de elementos artísticos que brindan una hipótesis o una visión del mundo. Desde Fernando Pino Solanas y Raymundo Gleyzer, muchos directores argentinos crearon películas que entrecruzan el arte y la política y se volvieron una influencia para cientos de documentalistas en todo el país.
En la actualidad, la producción audiovisual de documentales no deja de expandirse por todo el territorio nacional. No sólo en la Ciudad de Buenos Aires jóvenes y no tanto se juntan para narrar desde el cine la sociedad que los atraviesa. Casi el 40% de las películas estrenadas durante 2011 fueron documentales. Pero esa gran producción no se ve acompañada ni por los números de la taquilla, ni por la cantidad de salas y copias y tampoco por la difusión. En vez de ampliarse la posibilidad de acceder a esta gran oferta de documentales, no deja de achicarse el panorama para los realizadores: desde cines que cierran, como los Arteplex de Caballito y Belgrano que se mantenían por fuera del circuito más comercial, hasta dificultades para difundir su material y llegar al público.
Ante esta situación, los documentalistas y realizadores audiovisuales comenzaron a unirse para reclamar mayores espacios y una adecuada distribución y exhibición de la producción. El pasado martes 18 de septiembre realizaron una primera reunión, convocada por la Asociación de Documentalistas Argentinos (DOCA), para debatir y proponer distintas soluciones para poder salir de la problemática que enfrentan. Ante la situación de una ínfima cuota de pantalla y un aumento sostenido de la entrada, en este primer encuentro se propuso un reclamo que apunte a que se respete el acceso al estreno y la continuidad en sala y que el INCAA fije un tope en el precio de los tickets, además de exigir que se cumpla con la obligación de proyectar un cortometraje nacional antes de cada función.
Ante la escasa cantidad de salas que estrenan documentales nacionales se propuso reclamar al INCAA la apertura de nuevos cines, con una programación consensuada con los realizadores y una constante política de difusión. El Cine Gaumont de Buenos Aires es el único espacio que brinda la posibilidad de estrenar, pero es insuficiente, por eso exigen la compra o alquiler de salas que están inactivas, como el Tita Merello, el Atlas Santa Fe y Recoleta o el Arteplex Belgrano, y la implementación de un subsidio para equipamiento y difusión de espacios de exhibición en Centros Culturales, cineclubs y otras salas alternativas.
Otro de los inconvenientes se relaciona con la poca difusión publicitaria que tienen estas producciones. Para revertir esta situación, proponen que se implemente la obligación para todos los medios televisivos, radiales y gráficos de destinar parte de su programación para la difusión de las producciones audiovisuales nacionales. Además, reclaman al INCAA implementar nuevamente el subsidio para lanzamiento. Durante el primer encuentro de realizadores, se reclamó en definitiva una política activa de difusión y exhibición cultural, porque “el cine como conformador de experiencias tiene que ser accesible al público”.
El documental “Nicaragua, el sueño de una generación” es uno de los más recientes y escasos ejemplos de una película independiente que logró llegar al Gaumont y mantenerse en cartel con concurrencia de público. Los realizadores hicieron una gran movida de difusión y “militaron la película” para poder instalarla y conseguir que la gente vaya a verla. Pero otras decenas de documentales en todo el país no tienen la misma suerte y quedan relegados, esperando la posibilidad de ser vistos y de estrenar, un derecho que los documentalistas seguirán reclamando.