Por Orlando Agüero
Las recientes lluvias dejaron un tendal de familias damnificadas en todo el conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires. Afectadas y afectados nuevamente por las inundaciones, producto de la lluvia y de la negligencia gubernamental, que deja abandonadas y abandonados a su suerte a miles de habitantes que sufren las consecuencias.
Las recientes lluvias dejaron un tendal de familias damnificadas en todo el conurbano bonaerense y la Capital Federal. En la foto observamos una postal del viernes 11 de mayo, ya con sol pero con el agua sin poder drenar. Tantos días lloviendo, la crecida de los arroyos, las napas freáticas elevadas, los sumideros tapados, la falta de recolección de residuos entre muchos más factores, forman un caldo de cultivo, que arrasa con las expectativas de vida y salud dignas de quienes sufren esta desidia.
“Lo que mata es la humedad” reza aquel viejo dicho popular que repetimos cada vez que alguien de la pampa húmeda se refiere al nivel de vapor de agua acumulada en el ambiente. Sin embargo, cada vez que llueve lo que mata no es solo la humedad. Estos últimos días la CABA y el Conurbano Bonaerense nuevamente fueron afectados por inundaciones producto de la lluvia, pero tiene un indivisible costado de negligencia estatal y gubernamental que deja abandonados, a su suerte, a miles de familias que sufren las consecuencias de semejante desidia.
Esperanza y desconfianza
Caminando por las calles del sur bonaerense, el cielo empieza a despejarse. Los nubarrones oscuros se mezclan con otros más claros en raras figuras. Ya no llueve, o por lo menos cae menos agua. Es intermitente y suave, casi mínima. Cada tanto sale el sol. Devuelve la esperanza en las personas que ya empiezan a ver al agua lejos de aquel líquido elemento fundamental para la vida. Los pronósticos meteorológicos anuncian una mejora climática, pero con ciertos reparos. Es difícil para aquellas personas de a pie, confiar cuando el agua en las calles y en varios casos en las propias casas, corre como un arroyo improvisado que estanca un líquido sucio y contaminado, vaya a saber uno con cuantas cosas. La esperanza y la desconfianza combaten entre sí una dura pelea, para definir con que perfil resisten y/o aguantan este viejo flagelo.
Afectados
Son innumerables las víctimas de esta situación. Se cuentan por miles, aunque haya distritos cuyos números oficiales sean de pocos evacuados. Cuando se recorren las calles cualquiera puede darse cuenta que en solo unas pocas cuadras inundadas, son cientos las personas que tienen que sufrir las consecuencias del temporal. Aun así hay algunos números significativos. Según Infobae, tras la tormenta del fin de abril pasado, más de 150.000 usuarios quedaron sin luz eléctrica. La Tecla.com informa que los distritos más afectados fueron Ituzaingó, Tigre, Olivos, José L. Suarez, Lanús, San Isidro, Boulogne, Villa Adelina, y el barrio de Saavedra en CABA. Sin embargo también sufrieron las inclemencias los barrios del sur de la Capital, y distritos como Avellaneda, Quilmes, Lomas de Zamora, Florencio Varela, Berazategui, La Plata, Berisso y Ensenada.
Problema histórico
Por estas zonas, los residentes más antiguos recuerdan con dolor la terrible inundación de Mayo de 1985. En aquella oportunidad las lluvias y la sudestada (viento que determina la crecida del Río de la Plata) devastaron decenas de barrios del conurbano sur provocando desolación y muertes. El actual temporal hace recordar aquel evento que trae consigo su cuota de miedo. Es decir que no es un problema de ahora. Los distintos gobiernos que se sucedieron a nivel nacional y provincial nunca dieron una respuesta de fondo a tan tremendo desafío. Siempre esperan que las personas ingresen dentro de la categoría de “inundado” para que el estado, con suerte, brinde un empobrecido salvataje. Desde las bases de los barrios afectados se desarrolló, desde aquella época, una propuesta que podría solucionar la problemática. Esta alternativa proponía la construcción de un canal aliviador a cielo abierto. Con esta obra, se intentaba devolver al río las aguas crecidas que generalmente inunda las calles de las barriadas populares y del centro de las ciudades. Sin embargo, este proyecto como tantos otros, nunca fueron tenidos en cuenta. Algunas gestiones tanto municipales, de la provincia y la nación realizaron mejores trabajos que la actual gestión. Es decir que mantenían los arroyos y sumideros limpios a través de la dedicación de distintas cooperativas de trabajadores y trabajadoras. Hoy ni eso hace el gobierno de Cambiemos.
Cambio Climático
Por un lado, esto es una realidad. El calentamiento global viene trayendo aparejado distintas catástrofes meteorológicas. No somos la excepción. Sin embargo, por otro lado no es justo endilgarle todo el problema a las razones universales. Hay sin ninguna duda una bien marcada responsabilidad de carácter política, en donde ningún gobierno encaró con las obras necesarias para resolver este flagelo de manera definitiva. Incluso en varias oportunidades existieron presupuestos destinados a solucionar las inundaciones, y así y todo hoy seguimos padeciéndolas con el consiguiente perjuicio para todas las familias de los barrios.
Hasta el FMI nos inunda
La responsabilidad política en este caso, obedece a las decisiones y rumbo político que se llevan adelante desde el seno del gobierno nacional. El acuerdo al que viene llegando el macrismo junto al Fondo Monetario Internacional también colabora en que continúen las inundaciones. El préstamo al que seguramente se arribe, es el conocido Stand by, largamente conocido por los argentinos y las argentinas con un poco de memoria. Son créditos con condicionamientos y monitoreos permanentes. La soberanía económica queda absolutamente degrada al entregarle el manejo de las cuentas del país al FMI. Ese nivel de injerencia externa establecerá recortes y ajustes de todo tipo, especialmente en los presupuestos del estado en sus diferentes niveles. Esas restricciones presupuestarias también desfinanciarán toda posibilidad de realizar obras que resuelvan este problema y dejará sin la asistencia necesaria a quienes son los perjudicados y perjudicadas de siempre.