Por Redacción Marcha
Familiares de víctimas e integrantes de las Defensorías de Género ocuparon pacíficamente la sede del organismo tras las demandas que integraban un acuerdo firmado la semana pasada. La toma se decidió tras la agresión de una integrante de la Policía Federal a Karina Abregú, sobreviviente de un intento de femicidio con fuego. “El CNM no ha cumplido”, afirmaron.
El empoderamiento de las activistas es acción directa contra el Estado que omite la asistencia, no garantiza la reparación y que además se organiza para desalojar y reprimir las demandas que encarnan las víctimas de violencias machistas. A una semana del 8 de marzo, día en que más de 300 mil sacudieron las calles del país, las mujeres provocaron una nueva noticia: la toma de la sede del Consejo Nacional de las Mujeres (CNM), presidido por una funcionaria feminista.
“Hoy vamos a estar tomando el noveno piso, les pedimos que se acerquen y nos hagan llegar toda la solidaridad”. Quien habla es Carolina Abregú, activista por los Derechos Humanos, integrante de las Defensorías de Género y hermana de Karina, sobreviviente del intento de femicidio con fuego de parte de su ex, Gustavo Albornoz, condenado a 11 años de prisión. El llamado fue por la tarde y a todas las que pudieran acercarse, ya que la decisión de tomar el CNM sucedió tras la agresión en horas del mediodía de parte de una integrante de la Policía Federal -que impedía el ingreso al organismo- a su hermana, quien se trasladó desde la zona norte del conurbano bonaerense hacia el edificio público en la CABA en reclamo de medicación y la ayuda económica prometida la semana anterior a través de un acta acuerdo.
“El jueves pasado se firmó el acta”, relató Carolina, “el CNM se ha comprometido a ciertas cuestiones que no ha cumplido. A brindarle la medicación a Karina -y cuando fue el lunes a buscarla se la negaron-; a darle unas tarjetas de alimentos –y en el día de ayer (por el martes) su hijo fue a hacer unas compras y quedó demorado porque o son apócrifas o no tienen validez en provincia que es donde vive- cuando le prometieron un subsidio en el corto plazo –y donde fue a gestionarlo le hablaron de 30 a 45 días-; cuando le prometieron gestionarle el plan Ellas hacen –y le exigen que su hija se comprometa a estudiar, trabajar y recibir asistencia psicológica-”. El hilo se cortó por lo más débil: en la incapacidad de dar respuesta a la urgencia que requiere la asistencia a una víctima de violencias.
Karina Abregú sobrevivió a las violencias de un macho que la prendió fuego. Las secuelas que tiene son de por vida. No consigue trabajo y estuvo subsistiendo con la ayuda de familiares, amigxs y compañerxs. Pidió la intervención del CNM en este sentido.
“El malestar creció, desde las 9 de la mañana estuvimos esperando una respuesta que no recibimos, se empezó a llenar de policías y se ejerció presión para que nos vayamos, no lo permitimos y en un forcejeo le han pegado a Karina”, relató Carolina. En el video, que se hizo viral en pocos minutos en las redes sociales se ve a la agente federal apretar con el codo el cuello de esta luchadora. Tras eso se produjo el ingreso de un grupo de mujeres al edificio, quienes ocuparon de forma pacífica la oficina del CNM.
La lucha de Karina
El 1 de enero de 2014, Karina Abregú fue atacada con fuego por quien era su pareja, Gustavo Javier Albornoz. Y desde entonces todo fue lucha y vía crítica al igual que todas las víctimas de violencias machistas cuando se enfrentan a los mecanismos institucionales que el Estado tiene disponibles para contrarrestar las agresiones de los machos producto de las asimetrías de poder en la sociedad.
Ingresó al Hospital Eva Perón de Merlo, al oeste del conurbano, tras arrojarse a la pileta de su casa para apagar el fuego que le afectó más de la mitad del cuerpo. El agresor la había llevado, y en la guardia dijo que ella se había autoprovocado las heridas, y las y los efectores de salud ni siquiera hicieron la denuncia. Intentó convencer con la misma mentira a la familia de la mujer pero no pudo e hicieron una exposición en la Comisaría.
La primera carátula fue “averiguación de ilícito” y dos meses después, en marzo de 2014, cambió a “tentativa de femicidio agravado por el vínculo”. Así, junto a quienes la acompañaron, logró que el agresor fuera condenado dos años después a 11 años de prisión. Lo había denunciado en 15 oportunidades a lo largo de 13 años. Llegó libre al juicio y amenazando a Karina y a sus allegadas a pesar de la orden de restricción. Mientras, ella soportó seis meses de internación y más de 30 operaciones para acercarse a la recuperación.
Las Defensorías, herramientas autogestivas
Ámbitos independientes del Estado, el gobierno y los partidos políticos, las Defensorías de Género son espacios que nacieron al calor del primer grito masivo de “ni una menos” en 2015. “Nos definimos un grupo de mujeres que tomamos la tarea de gestionar, de la mejor manera posible con la víctima y su familia, una solución concreta y directa a los problemas de forman parte de la violencia de género, reivindicando así la autodefensa”, afirmaba Carolina Abregú en una entrevista anterior a Marcha.
Las Defensorías surgieron como medida defensiva ante las violencias y tomando como herramienta principal el escrache, no solo en las redes sociales o en los medios de comunicación, sino también yendo a la casa de los abusadores y hasta en los lugares de trabajo tratando de poner freno, no solo a la situación de persecución, amenazas y violencia sobre las oprimidas, sino sobre todo con la idea de generar una condena que no surge de la justicia sino una condena social, que en muchos casos, frena la acción del macho agresor.
“Nuestra intención como mujeres luchadoras no es quedarnos en este paso defensivo, producto de una necesidad de urgencia, no solo vamos a escrachar femicidas y abusadores para que no nos sigan hostigando o matando, sino que vamos a escrachar a las instituciones que avalan esa violencia, al Estado, la justicia e incluso sus funcionarios como policías, jueces y fiscales que no cumplen con la tarea de defender a la víctima, dejando al descubierto el carácter machista y patriarcal de todos ellos”, describía.
El conflicto estalló mientras Fabiana Tuñez disertaba en el 61 período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Ante las cámaras de TV las integrantes del CNM dijeron haber hecho todo lo que estaba a su alcance para garantizar la medicación y la ayuda económica exigida por Abregú, situación que podría solucionarse en las próximas horas.
Mientras, las críticas sobre la gestión macrista ante las necesidades de las mujeres y las personas del colectivo lgtb de a pie crecen. El empoderamiento de las oprimidas esta vez se tradujo en la toma de la sede del organismo que una feminista preside.
Al cierre de esta nota quienes ocuparon la sede del organismo comunicaban que desde el Consejo no hubo soluciones y que por lo tanto, iban a pasar la noche allí.