Foto: Schiaretti inaugurando el Hospital Florencio Díaz en 2011.
Por Mauricio Díaz, desde Córdoba. El sistema de salud público provincial arrastra problemas estructurales sin resolver desde hace años sin importar el signo político de los gobiernos. Se dio a conocer recientemente un informe elaborado por profesionales del sector que detalla la situación. La predominancia de privados y laboratorios con anuencia del Estado.
Hace unas semanas atrás, los hospitales reunidos en el polo sanitario cordobés (Tránsito Cáceres de Allende, Hospital Córdoba, el Nuevo Hospital San Roque, el Hospital Misericordia y el Hospital Rawson) publicaron un informe conjunto donde se enumeran los distintos inconvenientes, más allá del reclamo salarial, que se padecen a diario en el sistema de salud pública. El conflicto lleva años: no importa el gobernador a cargo, siguen subsistiendo los mismos problemas que nunca tuvieron respuesta estatal.
El informe da cuenta de la crítica situación de internación. De los cinco hospitales provinciales enumerados anteriormente, suman un total de 1.188 camas, de las cuales solo están en funcionamiento 503 camas, el 42,3%. Ya sea por distintos motivos, cierre de áreas, por refacciones, remodelaciones, etc. El Tránsito Cáceres de Allende, es el hospital en el que menos camas están disponibles, solo el 27,5% (55 de 200 camas). El mismo hospital tiene cerrada la Unidad de Cuidados Intermedios; y tiene 6 camas sin funcionar en la Unidad de Terapia Intensiva; dos quirófanos sin funcionar por falta de anestesistas, de los 4 con los que cuenta, entre otros problemas en laboratorios que le impiden su correcto funcionamiento.
El sistema de salud, en Argentina y en el mundo se basa en tres patas: la infraestructura (edificios, camas e instalaciones); la aparatología o tecnología; y los recursos humanos. Según dichos del Dr. Horacio Barri, este sistema lo conforma y financia el Banco Mundial por un lado, y por otro una red de relaciones de grupos económicos – financieros, acompañados por laboratorios farmacéuticos. Ningún rol ocupa la Organización Mundial de la Salud en este esquema.
En el Hospital Rawson se transformó un pabellón de 27 camas, en oficinas de investigadores relacionados a la industria farmacéutica. Según el informe, todos los sectores que estaban destinados a camas para pacientes, en los cinco hospitales mencionados, fueron ocupados, en mayor o en menor medida, por integrantes de la industria farmacéutica, médicos, representantes gremiales o enfermeras, sin que estos actores reclamen por la situación ya que se benefician con la misma.
Otro de los problemas, y quizás el menos grave, ya que suele suceder con gremios que tienen una importante presencia en las manifestaciones y en los momentos de movilización, es la falta de representación. Uno de los referentes más importantes que hace unos años tenían los empleados públicos era José Pihen, emblemático dirigente del Sindicato de Empleados Públicos (SEP), y que hace un tiempo aceptó una candidatura a legislador provincial por parte de Unión por Córdoba. Desde aquel momento el sector público profundizó su división.
El que más problemas edilicios tiene es el Hospital San Roque. Desde el laboratorio cerrado por refacción, hasta un solo baño para los pacientes, en todo el edificio, y un solo baño para el personal que trabaja en el hospital.
En cuanto a aparatología, hay dos situaciones. Una es la crítica, como en el San Roque, donde no funciona el mamógrafo, no está en funcionamiento el aparato de Hemodinamia, que es nuevo; y no funciona el broncofibroscopio. El otro es la falta de personal técnico. El gobierno de Unión por Córdoba, se la ha pasado inaugurando aparatos, pero no tuvo en cuenta nunca a quienes pudieran manejarlo y menos repararlos. Además se siguen inaugurando dispensarios, centros de salud, y hospitales, pero no se toma personal, por lo que se carece directamente de recursos humanos.
El informe denuncia que un hospital inaugurado el 1 de septiembre de 2011, el “Florencio Díaz”, en estos momentos está funcionando como dispensario, debido al vaciamiento que sufrió, siendo en un principio un hospital de “mediana complejidad”, en palabras de Oscar González, en ese momento Ministro de Salud, ahora Jefe de Gabinete. Es un hospital (hoy funcionando como dispensario) que fue inaugurado por el entonces gobernador Juan Schiaretti, hoy electo diputado nacional, y que iba a contar con 70 camas de internación y con terapia intensiva de adultos y neonatal. Está ubicado en la zona sudeste en el B° Villa del Libertador, uno de los sectores más complicados de la capital cordobesa. Al no garantizar nunca la seguridad, por parte de la Policía de Córdoba, el Hospital “Florencio Díaz” está quedando en el olvido. Lo cual significó solo una puesta en escena para las elecciones de 2011, donde fue elegido nuevamente José Manuel De la Sota, como gobernador.
La salud pública en Córdoba, está sufriendo un proceso de vaciamiento, desde hace varios años. En contrapartida el sector privado recibe incentivos y beneficios que son otorgados por distintos sectores del oficialismo. En la capital cordobesa, en uno de los shoppings más visitados, ubicado en el centro de la ciudad, se encuentra una sucursal de una clínica privada, con centro de internaciones y atención médica, en el interior del shopping, entre medio de los locales de ropa y electrodomésticos.
El sistema de salud cordobés se encuentra hoy más que nunca en manos del mercado, donde las empresas farmacéuticas son el mayor actor y el que toma las decisiones. La acción gubernamental es clara, la poca remuneración de sus empleados de la salud, hacen que la mayoría de sus profesionales elijan el sector privado para desarrollarse como profesionales.