Por Francisco Longa y Edgar Juncker. La interna del oficialismo crece en tensión, aunque conservando las formas. Scioli, el principal apuntado. ¿Instalación o repliegue? El dilema del resto de los candidatos.
Con excepción de Daniel Scioli, el resto de los pre-candidatos que se inscriben en el oficialismo, coinciden en que la definición acerca de quién encabezará la lista, provendrá desde Olivos, y recién en 2015.
Mientras los candidatos presidenciales opositores llevan meses instalando sus nombres en afiches callejeros y en actos y conferencias, el mundo kirchnerista tiene tiempos de rotación y traslación distintos. Tal vez confiados en las encuestas que otorgan una imagen positiva a la presidenta por encima del 40 por ciento, o en la abundancia de candidatos, el espacio K ha preferido esperar antes que mover sus fichas grandilocuentemente.
Si bien Scioli apunta a mostrarse como la opción de ‘continuidad con perfil propio’, el resto de los candidatos más circunscriptos en el kirchnerismo puro, como Randazzo, A. Fernández, Uribarri o Taiana, se manejan en un doble juego de instalación/repliegue. Instalación, porque son conscientes que el tiempo de aquí a las PASO no abunda y que deben comenzar a hacer rebotar sus nombres si quieren tener chances reales de ser electos. Por otro lado, saben que, al replegarse y aguardar la decisión de Cristina, en caso de resultar ungidos, lo que hubieran perdido en tiempo de campaña lo podrían ganar con el respaldo político de una de las gestiones con mayores niveles de aprobación social de los últimos tiempos.
Si bien la mayoría de los kirchneristas de pura cepa está optando por la táctica del repliegue, algunas fichas del tablero continúan moviéndose. La mayor parte de las críticas del núcleo duro K recaen en Scioli, quién reúne dos ‘virtudes’ en pugna: picar en punta en las encuestas nacionales y a la vez ser el candidato oficialista que más pretende diferenciarse del legado cristinista, cenas con Magnetto de por medio. Aunque sea en clave de declaración, los dardos de Randazzo contra Scioli son claros. Ya sea cuando expresó que un acto peronista que no nombra a Néstor y Cristina es un acto “vacío de contenido”, en referencia al protagonizado en La Plata por el ex motonauta, o la aparición de los afiches junto a Cristina bajo la consigna “para seguir transformando”. Esto matizaría la idea de un repliegue total.
Tal vez el ministro de Interior y Transporte sea quién se ha mostrado más osado en la crítica y la diferenciación con el gobernador de Buenos Aires, debido a que también es el que cuenta con más intención de voto entre sus compañeros, a excepción de Scioli. Además de las críticas ya mencionadas, también se diferenció en la estrategia de campaña, postulando la gestión como su principal carta de presentación, en contraposición a las campañas mediáticas, criticando las asistencias a “programas de la farándula”, en referencia a la visita que el gobernador hizo en estos días al programa de Alejandro Fantino.
Este tipo de jugadas de instalación, entre las cuales la más notoria fue sin dudas la del movimiento Evita, que ya milita desde hace meses la candidatura presidencial de Taiana, o la presentación del grupo San Martín de Julián Domínguez, con menos ruido pero con apoyos de varios referentes, tienen también sus riesgos. El principal problema de jugar fichas en adelantado aparecería en caso que desde Olivos terminaran por volcarse decididamente por Scioli, lo cual dejaría a varios dirigentes kirchneristas decididamente en orsai.
Mientras los meses de 2014 van dejando paso al feroz 2015, justamente Scioli sigue declarando su fidelidad al proyecto, a Cristina y a Néstor, como viene haciéndolo desde que se metió de lleno en la campaña, levantando su histórico perfil moderado y acomodaticio. Pero Scioli, como buen candidato que está liderando, por ahora se defiende hacia adentro y ataca hacia afuera, apuntando a sus competidores para la segunda vuelta: tanto a Macri como a Massa.
La juventud maravillada
La tensión entre apostar al compas de espera, solo desactivado por la líder, o seguir avanzando casilleros, también se expresa en los sectores juveniles identificados con el proyecto de gobierno.
La semana pasada, y orquestado desde el jefe matancero Fernando Espinoza, se lanzó el Consejo Provincial de la Juventud Peronista del Partido Justicialista bonaerense, en un acto que reunió a referentes políticos, sindicales y de organizaciones sociales como el caso del MUP, de Federico Martelli. Con una para nada despreciable convocatoria que se sitúa en un par de miles de asistentes, el Consejo eligió a sus representantes en lo que pareció ser un desafío, desde el pejotismo orgánico hasta las agrupaciones juveniles kirchneristas como La Cámpora.
De hecho, desde la agrupación conducida por el cuervo Larroque, pegaron el faltazo. A partir de esto las versiones sobre ‘divisionismo’ y debilitamiento afloran en el mundo kirchnerista, mostrando que las organizaciones sociales K evidentemente no logran aún unificar una postura para transitar estos días. Si tomamos por caso al Movimiento Evita, a La Cámpora y al MUP, veremos entonces tres caminos distintos, que van desde la instalación del candidato propio (Evita), hasta el encuadramiento absoluto (Cámpora), pasando por la construcción orgánica partidaria pero con margen respecto del líder (MUP).
Que se doble pero que no se rompa
El apotegma identificado con el histórico líder radical Leandro Alem podría funcionar como una especie de némesis política a la tradición peronista en la cual, al momento de la verdad, la alineación se da oportunamente y permite que nadie quede fuera del barco, despejando las rencillas para la discusión a posteriori.
Es que según algunos medios, esta tensión interna entre los varios candidatos del FpV es incluso alentada en la Casa Rosada, ya que mantiene viva la atención sobre el espacio, diferenciándose de la mayoría de las otras fuerzas, quienes llegarían con candidatos definidos. Así, la suma de votos de los precandidatos de Cristina en las PASO puede ser también una demostración de fuerza, aunque su idea parece ser bajar de los siete actuales (Scioli, Randazzo, A. Fernandez, Taiana, Urtubey, Urribarri, Dominguez) a solamente tres, para que la variedad no decante en una fragmentación del voto que deje a todos los candidatos con un piso bajo para octubre. También es probable que varios de estos precandidatos puedan estar postulándose para alzar su cotización, y al momento de armar las listas, rebotar hacia algún otro puesto codiciable como la gobernación de Buenos Aires o la vicepresidencia.
Como dijimos, Scioli ostenta un gran caudal de votos, pero ha tenido una relación conflictiva con la jefa del movimiento años atrás. De todas formas, la buena sintonía que se ha dado últimamente entre Cristina y el gobernador bonaerense hace pensar que una alineación detrás de Scioli, con el apoyo y el armado de un PJ cristinista, sería una carta ganadora para 2015, donde nada se rompa.