Por Noelia Leiva. Un centenar de personas pidió el fin de la violencia hacia las mujeres. En el barrio, quieren que la Gendarmería se vaya. La Justicia no actuó según los protocolos hasta que el caso fue visibilizado por organizaciones.
A medida que la caravana de unas cien personas avanzaba por las calles aledañas al Polideportivo Municipal de Lanús, en Monte Chingolo, vecinas y vecinos salían a la vereda y asentían cuando se enteraban de que el escrache estaba dirigido al gendarme que violó a fines de enero a una niña de 15 años en ese mismo espacio comunal donde el fin de semana se realizaron celebraciones por el carnaval. Así como conviven la militarización y la exclusión, el sábado último convivieron en los alrededores de Donato Álvarez y Condarco la fachada oficial de jolgorio y la bronca de las mujeres organizadas. La consigna, una vez más, fue clara: “Si tocan a una, nos tocan a todas”.
Tres gendarmes pasados a disponibilidad -uno, el que atacó sexualmente a la vecina, de nombre Nicolás, según trascendió- fue lo que consiguió el llamado de atención que surgió del barrio cuando la familia de la nena -cuya identidad se preservará- supo que el 31 de enero había sido abusada en el baño del “Poli” por un uniformado, mientras al menos uno más hacía ‘campana’ para que no fuera detectado. Como no se podía callar, el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) convocó a una movilización con volanteada por las calles aledañas.
“Si ejercen violencia contra vos, tus hijas, tus hermanas, tu mamá, tus vecinas; no te calles. Denunciá”, instaban los afiches que las militantes ofrecían a mamás con hijas e hijos en las veredas, pero también a varones. La cultura de la violación les sonaba de cerca, en una zona donde está claro que quien lleva las botas es habitual perpetrador de las posiciones de privilegio. “Todos los vecinos estaban contentos de que se hiciera este escrache, los pibes también. Me impactó mucho la aprobación que tenía que estuviéramos allí para repudiar a los gendarmes que, como hacen siempre, se ponen en el lugar de inocentes”, planteó Adriana Pascielli, del Espacio de Mujeres del FPDS.
La convocatoria tuvo la adhesión de Correpi Sur, Pañuelos en Rebeldía, Las Bartolinas, Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR-OTR), FPDS Corriente Nacional, El Roble, CTA Lomas de Zamora y Patria Grande, entre otras. La jornada comenzó pasadas las 14 en el Bachillerato Popular Roca Negra, ubicado a cuatro cuadras del Polideportivo. De ida por Condarco y de vuelta por Rondeau, postes y paredes sirvieron para plasmar la protesta con esténciles. Otra vez, la consigna era clara y la misma que retumba en los barrios: “Cuando una mujer dice que no, es no”.
La pretensión de inocencia
“Alerta, alerta, alerta que caminan, gendarmes violadores por las calles de Argentina”. El centenar de personas sabía que el objetivo era llamar la atención de quienes estaban dentro de sus casas, e incluso de las familias que habían ido a disfrutar de las propuestas de carnaval que la Municipalidad de Lanús había programado para ese fin de semana largo. Allí, justo allí, donde hacía menos de un mes un representante del Operativo Centinela había violado a una chica.
Según informaron diarios nacionales, el gendarme acusado habría querido defenderse al alegar su supuesta inocencia, lo que resulta más una herramienta de provocación que un artilugio legal. La Unidad Fiscal de Instrucción (UFI) 4 de Lomas de Zamora está a cargo de la investigación pero aún “no hay novedades de la causa, por los tiempos judiciales”, planteó la militante del FPDS, movimiento al que también pertenece la niña por la que marcharon. Se desconoce los nombres de los acusados, si están imputados o sólo procesados, y si hacen caso a mantenerse por fuera de sus funciones por haber sido pasados a disponibilidad.
Los colectivos también denunciaron que la violencia se replicó los días posteriores de la violación, cuando la atención médica fue incompleta porque no le entregaron el kit de emergencia contra las enfermedades de transmisión sexual. Y cuando el primer turno que recibió para someterse a pericias era para abril. La visibilización lograda a partir de la organización permitió revertir esos nuevos mecanismos de victimización pero, ¿qué hubiera pasado si ningún colectivo hubiese estado allí? ¿Cómo combaten esa desidia las niñas, jóvenes y adultas que se enfrentan a esta expresión ancestral del patriarcado y se encuentran solas?
Nuestro cuerpo, nuestro territorio
“Aquí hay una una situación clara de avasallamiento, de impunidad de parte de Gendarmería y de quienes en nombre de la seguridad actúan contra los derechos de las personas”, definió Roxana Longo, miembra de Pañuelos en Rebeldía y de la Campaña Nacional contra las Violencias hacia las Mujeres. Según su análisis, las “jóvenes y de sectores populares son las más vulneradas, porque desde el mundo adulto se entiende que la voz de una niña o una adolescente no tiene valor”, entendió.
La no aplicación del protocolo establecido en casos de violación y la burla con la que conviven las mujeres cuando van a solicitar ayuda a la Justicia es, junto al paradigma machista que consagra el poder en manos de los varones, son los obstáculos a romper cuando una víctima va a denunciar una situación de abuso. Se trata de quebrar esa red de complicidades en cada caso, pero no como una lucha individual sino bajo la bandera política del feminismo. El próximo 9 de marzo, cuando en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se realice una marcha multitudinaria por el Día de las Mujeres, se pedirá justicia por la niña de Chingolo.
No se trata de polleras más o menos cortas, de escotes más o menos pronunciados; se trata de la cultura que asocia virilidad con posesión del cuerpo ajeno. No se trata de seguridad, se trata de prácticas estructurales de disciplinamiento. Por eso, el grito fue colectivo: cárcel a los responsables, basta de violencia hacia las mujeres, basta de violencia institucional.