Por Leandro Lutzky. Una asociación de ambientalistas de Escobar organizó una maratón para denunciar los peligros que apareja la instalación del puerto. Adolfo Pérez Esquivel intercedió para que el petitorio de traslado fuera recibido.
La Asociación Ambientalista del Partido de Escobar llevó a cabo este sábado una maratón de 70 kilómetros en forma de protesta, que terminó en el capitolio nacional. El Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, acompañó en auto a las y los corredores durante todo el recorrido, y brindó unas palabras para los vecinos de las distintas localidades donde se realizaban las paradas del trayecto.
La iniciativa se impulsó para difundir los riesgos que corren los habitantes de Campana, Escobar, Tigre, San Fernando, San Isidro, Vicente López, Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berazategui, Berisso, La Plata, Magdalena e incluso la Ciudad de Buenos Aires, ante una posible explosión del barco que se ubicará sobre la costa del río Paraná, con instalaciones para convertir el gas licuado de petróleo. El funcionamiento de la planta regasificadora, denunciaron los ambientalistas, ya estaría dañando el ecosistema.
El puerto flotante recibe barcos de distintas partes del mundo con Gas Natural Licuado (GNL) concentrado 600 veces, lo que los convierte en potenciales explosivos de gran alcance. Su instalación viola normas internacionales de seguridad y, además, no se realizó ningún estudio de impacto ambiental y humanitario que lo avale.
“Carrera por la Vida”
Eran las siete de la mañana en el Puerto Paraná, ubicado a tan solo unos pocos kilómetros del buque regasificador. Al lugar llegaron aproximadamente una docena de ambientalistas, el corredor principal junto a su familia, un periodista y una fotógrafa, y Adolfo Pérez Esquivel. Un pequeño grupo de hombres se acercó flotando en sus kayaks para entregarle al entusiasmado deportista el petitorio, envuelto en un tubo de plástico como si fuera un tesoro.
“La motivación de estar en la carrera es hacer visible una causa que no tiene la atención merecida ante un posible siniestro”, comentó Jorge Velázquez, vecino de Escobar que a sus 45 años quería llevar corriendo el reclamo vecinal hasta el Congreso. El maratonista debía cumplir la hazaña de recorrer más de 70 kilómetros sólo con sus pies, y un corazón enorme.
Junto al sol de frente y los aplausos que subían la temperatura, comenzó el trayecto. El resto, lo seguía desde distintos vehículos. A las ocho y cuarto Velázquez llegó a la primera parada, la Plaza San Martín, pero el foco de atención nunca salió de Esquivel. El referente de los Derechos Humanos se paró en sandalias, con la camisa desabrochada, el cabello despeinado y 83 años encima, en una de las esquinas. Enfrente, lo miraaba un grupo de vecinos y curiosos.
Con un megáfono, tras pedir la colaboración y la unión de la ciudadanía, expresó: “Cerca de 120 científicos y juristas de la Academia Internacional de Ciencias del Ambiente de Venecia (que él preside) se han expedido sobre esto. Es necesario desplazar el Puerto Regasificador, por el peligro que representa”. Esta escena se repitió en las paradas siguientes, mientras recibía como devolución más aplausos y felicitaciones.
“No sólo hay responsabilidad política, sino que hay responsabilidad judicial. El juez tiene que tomar medidas y no hacerse el desentendido”, le comentó Esquivel a Marcha de forma exclusiva, teniendo en cuenta, además, hay una querella iniciada desde el año 2011. Y agregó que “El Estado argentino no puede poner en riesgo a la población, privilegiando al capital financiero por sobre la vida”.
A medida que iba avanzando la carrera, se sumaron más valientes a la aventura, pero ninguno de ellos soportó todo el camino. Uno de los aventureros era Cristian Medina Sosa, de 20 años, quien apareció en la mitad del trayecto. “Para que no jueguen con nuestras vidas”, contó sobre el motivo de su participación. El calor, desesperante, no pudo evitar el objetivo.
Algunas horas después pasaron la Avenida General Paz y se adentraron en territorio porteño. La ciudad también debía enterarse de un conflicto que le compete. A los bocinazos, con banderas argentinas, carteles, panfletos que se entregaban desde los autos y hasta un “flota-flota” que se asomaba de la ventanilla para sumar colorido, la pequeña caravana iba llegando a la meta. Esta era una manifestación con características raras para Buenos Aires ya que las y los protestantes no cortaron el tránsito y permitieron la circulación de vehículos. El ánimo que las y los ambientalistas les tiraban a sus corredores y corredoras cobraba más fuerza. El Congreso esperaba.
Esquivel abre las puertas
Dos ancianas, con vistas al mundo que les dejarán a sus nietos, sostenían el cartel de “llegada” en la Plaza de los Dos Congresos. Después de ocho horas seguidas corriendo sin parar, los ya heroicos maratonistas, acompañados por su gente, llegaron al objetivo. El Nobel de la Paz, con todo lo que eso significa, usó el peso de su nombre y realizó un llamado telefónico. Entonces, las puertas de Avenida Rivadavia, entre Combate de los Pozos y Avenida Entre Ríos, se abrieron.
Esquivel entró acompañado por la referente de la agrupación, Viviana Rebasa, y decenas de vecinos y vecinas de Zona Norte. Así, fueron atendidos en el primer piso por el Prosecretario General de la Presidencia de la Cámara de Diputados, Héctor Trucco. El titular, Julián Domínguez, no estaba. Rebasa leyó el petitorio en voz alta, mientras era escuchada por Trucco y los esperanzados manifestantes. En el texto se nombraron los peligros existentes por el funcionamiento del buque, y se enumeraron también antecedentes de accidentes que se cobraron la vida de miles de personas en otros países.
Trucco prometió llevarle el caso a su superior, y recibió aplausos de los allí presentes. Conformes aplausos. Los ambientalistas confirmaron que este lunes acercarán a la mesa de entradas del Congreso el petitorio formal. Como no esperaban ser recibidos, no tenían uno encima en ese momento. Sin preguntarse si tantas gotas de sudor valieron la pena, Rebasa comentó off the record que “seguirán presionando a las fuerzas políticas para que la causa avance”. Valió la pena.