Por Matías L. Marra. Se estrena hoy en Buenos Aires una película venezolana, Esclavo de dios. Por su fuerte ideología sionista generó controversias con distintos grupos cercanos al gobierno bolivariano en su estreno.
La representación está atravesada por una fuerte carga ideológica. Desde el tema que se elige, al lugar donde su ubica la cámara o se sonoriza en postproducción una escena, todo está atravesado por la visión (o audiovisión) del realizador. Esclavo de dios, la ópera prima del director venezolano Joel Novoa, es una película que viene generando polémicas alrededor de eso desde su estreno.
Esta película coproducida con fondos venezolanos, uruguayos y argentinos, cuenta la historia de un árabe en Colombia que es enviado a Argentina a hacer una misión terrorista en 1994; y de un oficial de la Mossad en Buenos Aires que se obsesiona con detener un futuro atentado que prevé sucederá. El director afirmó a los medios: “La película no toma posición, no hace propaganda de nadie. Se adentra en la mente de ambos extremistas”.
Pero no se engañe a nadie. De hecho cada quien hace la película que quiere, pero nada peor que un mentiroso que disfraza sus intenciones. Aunque el relato es bien clásico (el director afirma haberse formado en ¡Estados Unidos!), es cierto que no construye un bueno y un malo definidos. Sin embargo en esta intención de tematizar el fanatismo apela a construcciones estrictamente yanquis.
Ambos personajes tienen como motor la moral religiosa. El agente es además alguien lógico y que analiza lo que hace. El terrorista es un salvaje. Por eso, ¿quién es el esclavo de dios del título? El título de la película está en singular, y frente a esta construcción imperialista de sentido, ya puede suponer el lector quién es el loco irracional que es fanático de su religión.
No revelaremos aquí el final, pero incluso ahí se tomará partido en favor del agente. Se apela a una construcción muy estadounidense de los finales, pero de los que hacían hace 60 años o más. Los salvajes se traicionan unos a otros, mientras que los racionales se mantienen unidos por la causa común.
La polémica en Venezuela
El Foro Itinerante de Participación Popular acusó a Esclavo de dios de ser una película que promueve valores antivenezolanos y sionistas. El texto fue publicado en su blog dos días antes del estreno de la película. La producción de la película dijo que se estaban basando en un tráiler y no en la película.
La polémica se desató cuando el CNAC, el ente regulador de la producción cinematográfica en Venezuela, obligó a que las copias estrenadas sean exhibidas con un cortometraje previo, que se llama Palestina y otros relatos, de la realizadora Gabriela González. Este corto documental tiene como objetivo explicar que el conflicto entre Palestina e Israel no es de religiones sino de intereses económicos de los segundos sobre los primeros. Exactamente la tesis contraria a la que propone Esclavo de dios.
Si bien el cortometraje es cierto pudo haber sido de cualquier otra temática, desde aquí leemos esta decisión del CNAC como una acción responsable y consecuente. No obstante, la obligación a incluir un corto no es una arbitrariedad del CNAC sino que así está reglamentado en la ley de cine de Venezuela. La producción de Esclavo de dios dijo que esto le parecía “un atentado a la libertad de expresión”. Acusan al cortometraje de “Parcializar a la audiencia” y condicionar el visionado de la película.
De eso se trató la inclusión de Palestina y otros relatos antes de Esclavo de dios. De condicionar, que no es lo mismo que determinar. El espectador será quien tomará la última decisión sobre qué piensa, pero ya no tiene un punto de vista hegemónico sino que puede elegir. Y desconfiar.