Por Laura Salomé Canteros. El guión humorístico de un programa de aire cuestionado por una organización no gubernamental. La violencia de género, eje del debate. ¿Qué contenidos se deben regular y bajo qué aspectos? ¿Podemos generar humor fuera de los lugares comunes?
A partir de la denuncia por incitación a la pedofilia que la abogada Raquel Hermida, de la Red de contención contra la violencia de género, realizara contra el sketch “La nena” del programa “Poné a Francella” que reedita Televisión Federal S.A-TELEFE, se desató durante toda la semana pasada una interesante polémica alrededor de la relación entre los alcances de las leyes de protección de derechos y la producción o difusión de contenidos comunicacionales masivos.
La denuncia de la abogada, fuertemente cuestionada por haber sido la defensora del femicida de Malena Pearson, se basaba en que “el contenido de la citada historieta es ofensivo y promueve el acoso y el abuso sexual a menores”. Asimismo, sostuvo a través de una carta que “Don Arturo (el personaje de Guillermo Francella) fomenta la pedofilia en el placer sexual que evidencia con una niña“. Y culmina “requerimos la urgente eliminación de la citada pieza humorística, en honor a todas las víctimas de abusos, niñas desaparecidas por la trata de personas, y los miles de casos que aún se mantienen en silencio”.
Por su parte, la respuesta de la empresa mediática no se hizo esperar. Mediante una carta enviada a la organización denunciante y publicada en el sitio saladeprensa.net, Televisión Federal S.A-TELEFE afirma que “el sketch ‘La nena’ es un cuadro de humor que de ningún modo promueve ni el acoso ni el abuso sexual a menores y rechaza que fomente la pedofilia”.
Si bien se conoció que el pedido de suspensión de la emisión del programa había sido retirado y que Raquel Hermida, abogada patrocinante de la ONG denunciante continuaría con el mismo a título personal, el enfrentamiento público de declaraciones provocó un intenso debate en programas televisivos de opinión, redes sociales y medios gráficos y virtuales, llevando el discurso por la protección de los derechos de la niñez, la adolescencia y las cuestiones de género a una plana inusitada.
Definiciones
La pedofilia es la presencia de fantasías o conductas que implican actividad sexual entre un adulto y un niño o una niña. Estas van desde el exhibicionismo y el acoso hasta el abuso sexual y pueden acontecer dentro del ámbito familiar, comunitario o societal. El adulto suele ganarse la confianza y el cariño del niño o la niña para luego llevar a cabo sus objetivos.
La violencia de género en su carácter simbólico, es aquella a través de la cual patrones estereotipados, mensajes, valores, etc. se transmiten y reproducen como herramientas para perpetuar la dominación, la desigualdad y la discriminación, naturalizando la subordinación de la mujer. Esta, a su vez, en su modalidad mediática, es aquella que difunde mensajes e imágenes estereotipadas a través de cualquier medio masivo de comunicación, que promuevan la explotación de mujeres o sus imágenes, injurien, difamen, discriminen, deshonren, humillen, etc. como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.
Ahora reflexionemos… ¿Podemos determinar como pedofilia un guión ficcionado? En todo caso, el arte, el humor, las interpretaciones, ¿no están basadas en la realidad? Este sketch, ¿podrá ser pensado como factible en el ámbito familiar y cotidiano, o sólo como posible en un set de televisión? ¿Cuán maliciosas pueden ser las reflexiones que apunten a mejorar los contenidos televisivos aun cuando éstas provengan de las más cuestionadas personalidades? Al valorar algunas u otras opiniones, ¿no estamos desoyendo la letra de las leyes? Pensemos, ¿qué pasaría si esto sucediera en nuestras casas? ¿Es posible ignorar el contenido sexista del producto en cuestión más allá de que consideremos que constituye o no violencia mediática? Y finalmente, ¿es el humor un vale todo?
Myriam Pelazas, Coordinadora del Observatorio de la Discriminación en Radio y TV de la Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y el Consejo Nacional de las Mujeres (CNM), declaró a Marcha que “no llegaron denuncias sobre este caso” pero que los insumos que surgieron a partir del debate en los diferentes espacios televisivos y radiales sobre el tema animaron al Observatorio a “realizar un informe acerca de cómo envejece el humor, y en el que incluirían aspectos del programa citado”.
Por una comunicación no sexista
La comunicación no sexista es más que decir “todos y todas”. Es pensar no solo en la equidad desde la acción cultural de transmitir informaciones a través de soportes masivos, sino que lo es también esperar que estos mensajes acompañen las transformaciones sociales y vayan en el sentido de la efectiva democratización de la palabra. Es el lugar de la comunicación donde las personas no aparecen sometidas, y donde las jóvenes no son estereotipadas bajo un determinado canon de belleza, ni presentadas como objetos pasivos en eternas vidrieras. Es donde no aparecen sólo secundando los roles masculinos sino también liderando sus propios proyectos.
Es necesario que el acto de exigir el cumplimiento del respeto a través de las leyes sancionadas se extienda para instalarse en los ámbitos laborales. Redacciones, productoras, canales de televisión, emisoras radiales y/o social media sin dudas se verían enriquecidas con el aporte de profesionales de la comunicación que incorporen a sus guiones formas igualitarias de narrar las historias.
Hace diez años no gozábamos de ley de protección que definiera y conceptualizara la violencia de género en su modalidad mediática. Mucho menos, hubiéramos hablado de la crítica o la regulación de contenidos y de los alcances e influencias de las leyes contra la discriminación de las mujeres, las personas en diversidad, la infancia o la adolescencia sobre la TV. Quizá, es hora de idear otros recursos al momento de generar humor. Esta polémica, en todo caso, se constituye en una invitación a pensar en que otros contenidos son posibles.