Por Ricardo Frascara
El cronista, que hasta ahora no demostró padecer de delirios, propone un cambio drástico en el programa del seleccionador Gerardo Martino ante el cercano comienzo de las rondas eliminatorias para el próximo Campeonato Mundial de Fútbol. Queda abierta la polémica.
Me cuesta apartarme de la idea fija de cambiar el seleccionado. Se acerca otro Mundial –al menos sus eliminatorias- y el equipo con la bella y querida casaca celeste y blanca continúa envuelto en indecisiones y desacoples que no le han permitido ser campeón mundial desde hará pronto 30 años. Según la mayoría de los futboleros del mundo, tanto los que saben, como los que creen que saben y sumando a los que no saben un cuerno, todos, absolutamente todos, creemos que el equipo argentino junta a los mejores futbolistas del momento global. Hasta la FIFA está convencida de ello y sus números ocultos pero inapelables han fijado al team del Tata Martino en el pedestal más alto del ranking. Sin embargo nosotros tenemos una herida abierta, sangrante gota a gota. Es que pese a haber sido finalistas de la Copa Mundial en Brasil y de la Copa América en Chile, las tropas del divino y excelso Lionel Messi han dejado esas canchas cabizbajos. No es poco lo conseguido, dos finales internacionales en un año, pero el bichito exitista nos carcome las tripas. No pudimos gritar Campeones en los últimos certámenes mundiales ni continentales.
Ahora empiezo a sentir el olorcito del caldo de un próximo Mundial, Rusia 2018. Dentro de dos meses comienzan las eliminatorias. Por lo tanto Martino ya tiene el tema circulando por sus venas; su cerebro acumula datos sobre subas y bajas de sus presuntos jugadores. Y aquí es donde intervengo yo y empiezo a azuzarlo, a rogarle, a implorarle que haga algo audaz: un corte histórico. NO quiero en el seleccionado jugadores que viven, sienten, laburan, aman, mean, duermen, comen en Europa. Gran cantidad de ellos endiosados en sus clubes italianos, ingleses, españoles o franceses. Así, de un plumazo, salvo al Divino, los borro a todos. Les agradezco los servicios prestados y les perdono las promesas incumplidas. Me olvido de las distracciones de Higuain, de las lagunas de Agüero, de las pifiadas de Di María, de las burradas de Rojo, de los extravíos de Garay, de la insipidez de Biglia. Los quiero a todos ellos, pero los quiero allá, en su mundo, guardando euros por todos los rincones, mandando sus hijos a colegios europeos, codeándose con el jet set brillante de príncipes y magnates. Quiero que la camiseta argentina sea transpirada por sudor argentino, que nuestros jugadores sean realmente nuestros, que estén mezclados con el pueblo, que desde su lugar conquistado en pastos argentinos reconozcan en la tribuna al Tito y al Negro, a la chueca y a la Mary; que en lugar de recurrir a los celulares para hablar con sus familias puedan comunicarse con ellas a los gritos. Basta de místeres y monsieures.
Acá, amigos sufrientes, hace falta un sacudón. Insisto. Y lo digo desde hace tiempo, se lo dije a Passarella, a Basile, a Sabella, hasta al maestro Bielsa se lo dije, dios me perdone: NO traigan a los europeizados. Los de allá no sufren nuestro mal de amores. Y, no quiero decírselo a ellos por eso de los celos, pero el último que creó él mismo un seleccionado fue el Flaco Menotti, campeón del ‘78 –Bilardo no cuenta porque en el ’86 tenía a Maradona-. Y voy a viajar un poco en el tiempo, manía de los viejos de tribuna de madera, y voy a recordar dos momentos cumbre de nuestra historia –sin contar los títulos mundiales, por supuesto-. Este lunes 10 se cumplen 40 años del triunfo más abultado de la selección argentina en la Copa América, preparándose para el mencionado mundial que ganó Menotti: el escenario fue el estadio de Rosario Central, y el team, formado por autóctonos, venció a Venezuela 11 a 0. El goleador del partido fue Daniel Killer, del mismo Rosario, que marcó el 1º, el 4º y el 7º tanto, luego Mario Kempes, que anotó el 5º y el 10º, y Mario Zanabria, de aquel mismo pago, pero con los colores de Newell’s, autor del 6º y el 8º. Y todavía quedan como goleadores de aquel “ensayo” para el Mundial, Américo Gallego, Osvaldo Ardiles, Leopoldo Luque y Ramón Bóveda, que no quedó en la lista final. Casi todos ellos nombres que se hicieron famosos tras obtener el título máximo.
El otro hito, uno de los más brillantes de la selección argentina, se desarrolló en Perú en 1957. Por entonces el entrenador era Guillermo Stabile, de prolongado reinado con la selección, él mismo había sido estrella en el fútbol de Italia. En aquella época, todo este tema de la selección era más improvisado. Había un montón de jugadores de primer nivel y cualquier equipo que se armara tenía planta de ganador. De cualquier manera, el técnico buscó jóvenes, ya con cartel local, pero aun no internacionalizados. Y se armó un ataque que superó todas las expectativas: Oreste Omar Corbatta, 21 (Racing), Humberto Dionisio Maschio, 24 (Racing) Antonio Vicente Angelillo, 20(Boca), Enrique Omar Sívori, 22 (River) Y Osvaldo Héctor Cruz, 24 (Independiente). Fue tal el concierto futbolístico que dieron esos jugadores, especialmente el terceto central del ataque, que entonces se continuaba editando con cinco miembros, que los clubes italianos extendieron sus redes, una vez más, a través del océano y concretaron la compra más ruidosa del mundo hasta ese momento. Al terminar el sudamericano con la victoria de Argentina, inmediatamente Maschio se instaló en Bologna, Angelillo en el Inter de Milán, y Sívori en la Juventus. Estaba todo dicho.
Ya sabemos que en fútbol nada demuestra nada. La historia es un dato, el presente una lucha y el futuro una incógnita. Pero yo quiero dejar asentada no sólo mi idea de armar el equipo con jóvenes locales. Quiero que Martino sea realmente el profesor del fútbol argentino. Pero si sigue el programa trazado, no habremos avanzado nada sobre las frustraciones de estos dos últimos años. Entonces, para dar el puntapié inicial, dejo mi equipo sellado. Compraría nuevas camisetas y se las probaría, el 5 de octubre, en el partido contra Ecuador, que inicia la recorrida hacia el Mundial de Rusia, a esta lista de jugadores:
Marcelo Alberto Barovero ( 31); Julio Alberto Buffarini (27), Jonatan Ramón Maidana (30), Rogelio Funes Mori (24) y Emanuel David Mas (26); César Marcelo Meli (23), Matías Kranevitter (22), Fernando Gago (29) y Federico Andrés Mancuello (26); Lionel Messi (28) y Jonathan Calleri (22).
O los 11 que el Tata elija (tengo un par de equipos más para mostrarle). Pero que los elija él de la ensalada local, no que ya vengan con la marca de importación en el orillo.