Por Mauricio Polchi / @MauriElBueno
Es Técnica de Anatomía Patológica especializada en Inmunohistoquímica. Publicó un emotivo texto en las redes sociales y contó que tenía una función clave de determinar qué tipo de tratamiento deben tener los pacientes con cáncer. Después de 15 años como contratada y a pesar de que no existen muchos profesionales capacitados para cubrir su puesto, la echaron sin previo aviso.
Karina tiene 15 años de antigüedad en el Hospital Posadas. El martes 16 de enero no pudo entrar a trabajar porque la echaron. En total, 122 personas se quedaron en la calle. La Dirección Ejecutiva del hospital, a cargo del médico Pablo Bertoldi Hepburn, no informó de manera individual sino que publicó una resolución con los nombres de los que sí renovarían su contrato. Si no aparecías en la lista, te dabas por despedido. Para ejecutar ese plan, las autoridades blindaron el imponente centro de salud ubicado al costado de la Autopista del Oeste. El paisaje urbano había cambiado esa mañana porque a todos sorprendía la presencia de la infantería, los policías armados que recorrían los pasillos y los agentes de civil que vigilaban desde afuera.
-¿Cómo fueron los despidos?
Nos enteramos ayer (martes 16 de enero). Sin mediar telegrama ni notificación alguna, simplemente se nos dice verbalmente que nuestro contrato venció el 31 de diciembre. Los directivos sacaron una resolución firmada el 12 de enero, incluso con membrete de presidencia de la Nación, donde publican una lista con el nombre del personal que tendrá un contrato renovado por tres meses. Y quienes no aparecemos en esa nomina nos tenemos que dar por despedidos
-¿Son muchos?
Por ahora somos 122 despidos. Hace un mes habían echado a otros 10 compañeros, pero ellos si fueron notificados con telegramas. Y recordemos que hace un año fueron más de 800 los empleados que se quedaron en la calle.
-¿Hace mucho tiempo trabajas en el Posadas?
Entre en el año 2002, son 15 años acá adentro. Y hay otros compañeros despedidos con 19, 20 y hasta 25 años de antigüedad. O sea, gente que entró a mediados de los noventas y pasó por diversas gestiones. El problema es que nunca fuimos incorporados a planta permanente y seguíamos con la modalidad del “Contrato Posadas”, como se le dice, que tenía una cláusula de renovación automática.
-¿Qué función cumplís vos acá?
Soy Técnica de Anatomía Patológica especializada en Inmunohistoquímica. O sea, el trabajo que hago yo es un estudio que le permite a los médicos determinar que tratamiento debe seguir un paciente enfermo de cáncer.
-Es una tarea importante…
Es un estudio muy avanzado, muy especializado. En el hospital no hay otro técnico o técnica que haga mi trabajo. Con el agravante de que hay muy pocos en el país, y quienes lo hacen están en el sector privado con mejores sueldos
-¿Son muchos años, cómo vas atravesando este momento?
Es muy duro, todavía estoy shockeada. Uno se acostumbra a los compañeros, el lugar, el ambiente y los pacientes, por ese trato diario que se entabla. Trabajamos con muchísimo amor, a pesar de los bajos sueldos y las malas condiciones laborales. Y no es justo que ahora tengamos que sufrir así”.
-¿Vos sos de la zona?
Yo antes alquilaba cerca, en Ramos Mejía. Pero no lo pude solventar y me tuve que ir para Marcos Paz, que es bastante lejos.
-¿Venís en auto o en transporte público?
No, yo viajo todos los días en colectivo y en tren para llegar acá. Dos para venir y dos para ir.
-¿Y cómo vas hacer ahora?
Esta muy complicado. Mi pareja es carpintero, pero ahora es cuentapropista porque no hay trabajo y hace changas. Por eso mismo, en principio vamos a pelear por la reincorporación.
La carta de Karina Almirón
Entré a trabajar en el hospital Posadas en el año 2002, reemplazando a técnicas que se habían ido a vivir al extranjero por la crisis del 2001, soy técnica de anatomía patológica especializada en inmunohistoquimica, el estudio que hago permite determinar qué tratamiento se hace a cada paciente con cáncer y otras enfermedades. Profesión que elegí a los nueve años cuando una prima mía de 11 falleció por un tumor cerebral.
Tengo dos títulos terciarios y formación en bioseguridad, gestión de calidad y manejo de equipos. Rechacé puestos de trabajo en Casa Cuna, en el Roffo, en el Sommer, porque no quería renunciar al Hospital Posadas, a mí Hospital. A pesar de las condiciones de trabajo y el sueldo miserable, porque sabía que del otro lado había pacientes esperando un resultado.
Yo misma me enferme de cáncer en el 2005, y supe en carne propia lo que es esperar el resultado para definir un tratamiento. Seguí apostando a defender y sostener la salud pública, porque es un derecho básico y universal que a ningún ser humano puede ser negado.
En estos años vi pacientes que fueron a cuatro hospitales diferentes antes de llegar al Posadas. Vi Gente humilde romper la receta al salir porque no tenían plata para comprar el remedio. Pacientes que venían caminando desde muy lejos porque no tenían para viajar. Gente en situación de calle buscando refugio y comida en nuestro hospital. Vi mujeres víctimas de violencia de género buscando ayuda. Ví compañeros que dieron literalmente su vida, como Emanuel García, tirado al vacío por un paciente psiquiátrico, o compañeros que murieron por enfermedades causadas por el estrés y la insalubridad de nuestro trabajo.
Estuvimos al pie del cañón durante la gripe A, el accidente ferroviario de Castelar y dimos respuesta a miles de contingencias sanitarias.
Conmigo despidieron a enfermeros de terapia intensiva pediátrica, de unidad coronaria, de hematooncologia pediátrica.
Están vaciando el hospital, privatizando sectores y luego vendrá el arancelamiento a los pacientes. En definitiva, las consecuencias del ajuste la paga el pueblo pobre. No tenemos que permitirlo. Por nosotros, por nuestros hijos, por los pacientes, porque el Hospital Posadas es parte de nuestras vidas.