Texto : Ema Cutrin / Dibujo: Cabro
-Te vi filmado; tomando….
-¿Ese vídeo de allá? ¿De la oficina de la calle Alem? Sí. Yo tomo merca. Yo tomé cocaína entre los treinta y los cuarenta años. Consumía ocho gramos de cocaína por día.
– ¿Y esta bueno?
-Sí, te deja re puesto. Imagínate la que tomaba yo. Yo tomaba la merca menemista. Te hacía sentir que eras un emperador romano, te comías el mundo. Algunas personas somos más débiles para soportar el mundo, nos cuesta más, nos duele más y lo acolchamos con sustancias que nos permiten salirnos de él.
-¿Y qué haces después de tomar? ¿Salís a robar?
-Y si, si alguien se pone a la pesca…
-¿Qué es a la pesca?
-Al primero que se regala, lo achuro. Les pido a mis empleados que se pongan a laburar. Qué investiguen, que muevan contactos, que hablen con la policía, que encuentren el dato y ahí le montamos denuncias falsas, empezamos con nuestra persecución mediática, construimos y proyectamos en el imaginario social una imagen negativa, lo tildamos de drogadicto, de chorro o de puto y listo, lo demás se hace solo. Como hice la última vez con La Morsa.
A los 26 años ya tenía un Pagina 12, un re diario. Y una vez me cagaron, se pasaron todos a Clarín, y yo me fui, porque esos me habían dejado afuera de una plata.
¿Y de qué era la plata?
-Se habían robado Papel Prensa.
-¿Y a vos te tocaba una parte?
-Y a mí me tenían que dar mi parte.
-¿Y qué hicieron con Papel Prensa?
-Secuestraron y torturaron a los herederos. Los obligaron a punta de terror a firmar la venta.
-¿Y a vos ahí que te dieron?
– Nada. Yo estaba haciendo negocios, ahí, con un chabón. Fundamos Página 12, hasta que me traicionaron y se vendieron a Clarín. Ahí yo me fui. Al pedo, porque ahora soy el empleado estrella del Grupo.
-¿Y porqué robas?
-Y… porque quiero tener mis cosas yo también, mi cuotita de poder. Me gustó…me gustó la plata fácil. Los poderosos se la pasan choreando, así tienen lo que tienen. Mira a mi jefe sino…yo antes denunciaba lo de Papel Prensa, pero después, cuando empecé a tener mis reuniones privadas con Héctor Magnetto, estimadísimo jefe, empecé a entender mejor las cosas, no qué ahí mismo empecé a chorear eh, yo ya robaba desde antes, pero empecé a vislumbrar la manera mejor de moverse en este río de bosta, empecé a transar de forma más, digamos…profesional. Y bueno ahí empecé a chorear con noticias falsas y montadas por nuestra propia productora, es mucho más simple y lucrativo que andar denunciando los crímenes de los poderosos, y, en consecuencia, quedarse sin tajada del pastel.
-¿Y mataste alguna vez?
-¿Eh, ustedes qué me están preguntando si yo maté a alguno?
-Si.
-¿En qué medios va a salir esta nota?
– En ninguno. Vos y tu jefe son los dueños de todos
los medios de comunicación.
– Ah. Cierto. ¿Y para que me preguntan?
-Para saber…porque sos el periodista más influyente del país y nos parecía que no era posible que hayas matado a alguien…
-Qué no va a ser posible, no me hacen la denuncia porque estoy avalado por el poder judicial. No hemos perdido ningún juicio hasta ahora. Averigüen. Yo matar, no mate a nadie. Fui cómplice y encubridor mediático desde mi diario de varios ataques que resultaron en una suma importante de muertos, como lo de La Tablada. Qué algunas de mis notas no están escritas con tinta sino con sangre, sí, eso es cierto, pero matar, yo nunca mate a nadie. Dios me libre.
-¿Y no tenes miedo de caer preso?
-Já. Si esos negritos de mierda que yo intento criminalizar para desviar la atención de la sociedad de las noticias que realmente les incumbe y regalarles un miedo injustificado que los llevará a aceptar la ley que mi jefe me pidió imponer, la baja de edad de imputabilidad, decía, si esos negros de mierda entran y salen de las cárceles, imagínate lo que pasa conmigo. Yo ni siquiera entro. Este país es una mierda, pero en ese sentido funciona igual que los del primer mundo. Los ricos no vamos presos.
-Gracias por la nota Jorge.
-De nada. Váyanse a la mierda. Adiós.