Entrevistamos al periodista José Aramayo Cruz, director de Radio Comunidad y de Prensa Rural de Bolivia. Este su relato sobre los días previos al Golpe de Estado, y como los grupos fascistas anticiparon una metodología sistemática de tortura, persecución y cerco mediático. En su relación de echos está vigente el pedido de esclarecimiento de la muerte del argentino Sebastián Moro.
Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros desde La Paz
El Golpe de Estado en Bolivia fue también un golpe mediático. El silenciamiento y la censura de las 54 radios comunitarias, la toma de los canales estatales y la persecución hacia comunicadores y comunicadoras son algunos de los hechos que lo confirman. El día previo a la renuncia del presidente, elegido por las mayorías Evo Morales, grupos fascistas llevaron a cabo diferentes acciones de violencia y tortura que legitimaron una base para que se instale el Golpe de Estado: cualquier persona que este ligado al partido de Evo puede ser un presunto ˜terrorista˜.
Entrevistar a comunicadores y comunicadoras de Bolivia no fue fácil. La persecución, criminalización y control hacia sus experiencias de periodismo fueron tan brutales que debieron implementar distintas estrategias de cuidados hacia ellos y sus familias. Ser comunicador/a en una dictadura legitimada por las empresas de desinformación y el control de las redes sociales puede ser muy difícil, sin embargo encuentran la manera de denunciarlo. Como parte de la Delegación Plurinacional Feminista contra el Golpe de Estado en Bolivia, Marcha dialogó con José Aramayo Cruz, director de la Radio Comunidad 90.4 FM y el Diario Prensa Rural, medios que trabajan en convenio con la Confederación Sindical Única de Trabajadores de Bolivia (CSUTCB), la historia del periodista Aramayo contempla esa violencia fascista/racista, este relato formará parte del “Informe Sin Fronteras” que será presentado a instancias internacionales durante los próximos meses.
“Me torturaron sin pruebas”
Después de las elecciones pasadas del 20 de octubre, cuando se avecinaba el Golpe de Estado en Bolivia, Aramayo desempeñaba su labor en Prensa Rural y Radio Comunidad 90.4, después de las elecciones hubo quema de las cortes electorales departamentales en algunos departamentos, se instauró un clima adverso de violencia generada por los movimientos civicos del país que fue tenuemente contrarrestada por la policia, durante los primeros días de noviembre las organizaciones sociales en especial la CSUTCB tuvieron una participación fundamental. Y así lo explica el comunicador al iniciar su historia “la Confederación como tal ha estado trabajando bastante seguido en el Pacto de Unidad junto con otras organizaciones sociales, apoyando allí como un pilar del gobierno del ex presidente Evo Morales, nuestro trabajo fue de divulgar la problemática y necesidades del movimiento campesino y fuimos la voz del movimiento campesino” destacó.
El 8 de noviembre los cortes y bloqueos llevados a cabo por grupos fascistas encabezados por el entonces presidente del Comité Civico Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, llegaron a su cima tras la toma de distintas instituciones públicas y las amenazas a funcionarios/as que formaban parte del Proceso de Cambio. Con esa advertencia, relató el comunicador: “fuimos a la radio por la noche, estaban algunos dirigentes, y empezamos a evacuar equipos de nuestra propiedad”. Al día siguiente 9 de noviembre, tres dirigentes campesinos deciden sumarse al pedido de Luis Fernando Camacho de renuncia de Morales, produciendo una ruptura vertiginosa en la CSUTCB. “Esto genera en la organización un enfado de la otra parte de la dirigencia que convoca a las 3 de la tarde a una conferencia de prensa, para desconocer a estos dirigentes, a donde como medio asistimos”, explicó Aramayo. Mientras se desarrollaba la conferencia, los dirigentes salieron presurosos pues se anoticiaron que bajaba un ´grupo de choque´ de Camacho con intenciones de tomar la organización, este grupo de 3 personas hace explotar los cachorros en la calle e ingresa a la Confederación con bastante violencia. “Estábamos desarmando nuestros equipos junto a mí se encontraba, el operador de la radio (D. O.), el periodista Percy Katari quien además dio parte de lo acontecido a diferentes medio internacionales, y el maestro albanil (J. O.) que estaba refaccionando la cabina, y en eso aparece este grupo con cachorros de dinamita armados con cuchillos, al salir de la radio un joven del grupo de choque amenaza a Percy con un cuchillo quien logra, por suerte, esquivarlo y junto a el operador de radio son botados literalmente a patadas, se arma una turba de la ciudadanía que vive en Miraflores -uno de los barrios de clasemedia de La Paz- estos vecinos salen de sus casas con palos y cuerdas, con la idea de agarrarlos y escarmentarlos por la excesiva violencia”.
Los vecinos/as de Miraflores que son parte de los “Pititas” están ´disconformes con los resultados de las elecciones´, agarraron a los jóvenes del grupo de choque que Aramayo no logró identificar y los “chicotearon”. A continuación, relató que ese mismo grupo bajó hacia la Confederación e intentó ingresar a la estructura pateando las puertas para luego treparce por las paredes y de forma violenta ingresar a la infraestructura. “Esto hizo que cundiera temor en todos nosotros, estábamos atentos mirando de que no entren a nuestras instalaciones del medio”, explicó el director. Sin embargo, el desenlace fue peor de lo que esperaban, “en eso uno de ellos empieza a gritar ´allá están, ellos son los que tienen la dinamita´ y nos señalan a nosotros, nos empieza a perseguir una turba de cívicos que aparecen de todos lados con palos y los tres corrimos para salvar nuestras vidas”. “Tenían palos, bates de béisbol, y un montón de objetos para agredirnos -recordó- me agarran a mí golpeándome en la cabeza con un bate de beisbol, me doblan los brazos violentamente y me llevan otra vez a la CSUTCB, ahí estaban los cívicos y este grupo le dice a la turba que habían agarrado a uno de los ´terroristas´” recuerda Aramayo.
Como todas las denuncias que pudimos recabar desde la Delegación Feminista Plurinacional, la acusación contra las y los integrantes del Proceso de Cambio como “terroristas” tuvo el peso simbólico suficiente para fundar el miedo y legitimar las violencias fascistas con alta carga de racismo. A su vez, esta acusación se fundó como un delito que tiene como “contraparte” necesariamente al Estado; en este caso, un gobierno autoproclamado, fundamentalista y racista sin voz ni voto de las mayorías y que sólo refuerza la posibilidad de persecución y control. “Me tildaron de terrorista sin pruebas -reafirmó Aramayo- y me dicen ´dónde están las bombas molotov, los cachorros de dinamita´, y yo les expliqué que era el director de la radio, que estaba precautelando el medio que además es un medio privado, me quitaron mi celular, mi credencial, mi carnet de identidad, cosa que ellos no podían hacer”.
Aramayo denunció que, mientras intentaban reafirmar su hipótesis a partir de encontrar en su celular grupos de WhatsApp que avalen el presunto delito, otro dirigente mayor, de unos 70 años, Hugo López, a quien habían encontrado en la CSUTCB porque vivía ahí “lo sacaron y dijeron: ´hay que escarmentar a estos terroristas, a estos indios´, de manera despectiva, con insultos y palabras bien gruesas, porque estábamos según ellos en una zona donde no tendría que haber indios”.
A continuación, Aramayo relató lo que para otros países fueron las primeras imágenes que anticiparon el Golpe de Estado: “dijeron vamos a amarrarlos al árbol y me empezaron a insultar y yo repetí varias veces que era el director de la radio, pensé que indicándoles que tenía familia y que realmente estaba afligido por mis hijos, tendrán compasión de lo que me estaban haciendo pero fue mayor el enojo de los cívicos que me golpearon e insultaron, entonces arremetieron contra la infraestructura, entraron y empezaron a destruir las puertas en busca de ´indios con dinamita´, rompieron candados, sacaron las cosas, empezaron a sacar equipos de las oficinas, me amedrentaron varias veces para que ´yo hable donde estaba la dinamita´, estaban seguros que ahí existía y después por mi rol de comunicador, por apoyar a los campesinos”. El hecho de que Aramayo haya dado cuenta de su rol de comunicador fue una de las razones del ensañamiento. José recordó haber sido amarrado con precintos de plástico a un árbol durante más de tres horas entre golpes e insultos.
La policía, en ese momento amotinada, no respondió como el grupo de cívicos esperaba. Por eso, según Aramayo, tenían planes para llevarlos a él y al dirigente Hugo López a la concentración principal que estaba en la Plaza Murillo mientras decían, “´ya tenemos dos terroristas´, ahí nuestras vidas corrían peligro”. Luego llegaron los medios y, como herramienta del Golpe de Estado ya en práctica “tergiversaron bastante las declaraciones que nosotros hicimos” explica el director de Prensa Rural “porque mostraron imágenes de la CSUTCB todo revuelta y dijeron que ahí se hacía terrorismo, cosa lejana a la verdad”.
Cuando lograron que unos policías intervinieran en la situación, los mismos investigadores pudieron constatar que no había ni bombas molotov ni dinamita y menos en las instalaciones de la radio. “No sabían qué hacer con nosotros dos -sostiene José- la población ahí afuera decía ´llevenselos´, le sacaron la llave al hermano Hugo y se la entregaron al policía y decían ´estamos incautando esta estructura, no mas indios en Miraflores´ pero el policía lo devolvió porque explicó que se trataba de una propiedad privada”.
Finalmente, por pedido de las y los vecinos, tanto Aramayo como López fueron llevados a las ocho de la noche a la Fuerza de Lucha contra el Crimen (FELCC). “No había patrulla ni nada, nos llevaron con movilidad particular, allí apareció una persona de nombre Mirtha Uro Viuda De Palomeque, contenta porque ´se estaban llevando a los terroristas y el policía dijo ´los vamos a llevar a la Fiscalía´ pero como no tenemos quién denuncie los encerraremos ocho horas por consumo de bebidas alcohólicas”. José recordó ese momento, aún con mucho asombro, por la fragilidad institucional imperante: “pero yo no estaba ebrio, teníamos golpes, me amarraron tenía mis muñecas marcadas y le dije que queríamos ir a un médico forense pero nos dijeron que no había ya que la policía continuaba amotinada”. La señora, como buena vecina que defiende sus privilegios intervino para acompañarlos y denunciarlos. “Se subió al auto y todo el camino nos fue insultando ´que estos indios no tienen más que excremento en la cabeza´, nosotros la escuchamos sin decir nada pero era claro su exacerbado racismo”. Al llegar a la Fiscalía, el policía le pidió las pruebas a la vecina que tras acusarlos explicó no tener su celular con ella y, al traerlo luego de una hora, “se da cuenta que no éramos nosotros y nos dejan libres”. Ni Aramayo ni López pudieron acceder a su derecho a la defensa ni a iniciar una demanda contra sus agresores ni a una necesaria asistencia de salud durante y tras su detención ilegal.
“Sebastián también me vio amarrado en las medios”
Sebastian Moro, periodista de Radio Comunidad y jefe editor de Prensa Rural, tras su extraña muerte nos interesa indagar al respecto. “En la mañana del 9 de noviembre nosotros nos reunimos como habitualmente hacíamos cada sábado, Sebastián y algunos trabajadores de turno se hicieron presentes”, explicó Aramayo. “Él vino a trabajar para cerrar la edición de Prensa Rural, pero por las circunstancias en la noche que no permitieron que podamos trabajar con regularidad, y además los equipos no estaban completos, pues solo faltaba el texto editorial y algunas correcciones, le dije: ´no Sebastián, la cosa está muy difícil, te ruego que vuelvas a tu casa y trabajes desde ahí, y le mandes a Fredy -nuestro diseñador- la editorial´. Esa fue la última conversación que Aramayo tuvo con Sebastián, “luego me enteré por los periodistas y los trabajadores de la radio de su estado crítico sobre una crisis de Ataque Cardio Vascular (ACV), mi rostro dio vuelta al mundo en las redes sociales y medios nacionales e internacionales que me han torturado y amarrado y obviamente Sebastián también vio. Él hizo una nota y subieron esa nota a nuestro portal, y yo pensé que fue la impresión que melló fuerte en Sebastian” expresa.
Aramayo no volvió a contactarse con Sebastián. Luego se enteró que había sufrido lo que hasta ese momento fue comunicado como un ACV. Sin embargo, afirmó “después su familia nos comunicó que no había sido un ACV sino que tenía marcas de tortura en todo su cuerpo”. “Ese sábado y domingo fueron días muy terribles para Bolivia -explicó cabizbajo-, había mucha zozobra, mucha xenofobia, mucho miedo, por lo que estaba ocurriendo y no solamente para los medios sino para la población en general”. Sobre esto Aramayo expresó “para mí personalmente fue muy dolorosa la muerte de Sebastián, es una muerte no esclarecida, es algo que a futuro tendría que tener una investigación seria de parte de Bolivia y de Argentina y eso va a demandar un tiempo para indagar sobre lo que ocurrió cuando Sebastián salió de su casa, más averiguaciones, más conclusiones, gente que lo haya visto en la calle, gente que tal vez lo haya agredido, eso es lo que tenemos que ahondar, para nosotros ha sido y es aún una pérdida muy sensible”.