Por Sebastián Alonso
Desde antes de las elecciones, no quedaban dudas del giro a la derecha de lxs futuros gobernantes y sus políticas. Ante esta coyuntura política teñida de amarillo y azul, un análisis de los desafíos de los movimientos lgbttiq. Mañana se realizará además la la XXIV Marcha del Orgullo en Capital Federal.
Ante esta coyuntura que continúa girando a la derecha, esta sorpresa del avasallante avance del PRO disfrazado detrás de la propuesta de cambio colectivo y el manotazo de ahogado del Frente para la Victoria en el balotaje, los movimientos lgbttiq nos preguntamos qué estrategias debemos darnos para seguir construyendo esta desobediencia sexual ante el orden patriarcal-capitalista.
Definitivamente, la aparente elección de “proyectos antagónicos” no debe permitirnos olvidar que nos referimos a Macri y a Scioli, ambos representantes del mismo proyecto patriarcal. Mauricio Macri el mismísimo empresario que dijo que las mujeres gustan de los piropos callejeros, el mismo cuyo partido votó en su mayoría en contra ante las Leyes de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género, y quien ha tratado a la homosexualidad como una enfermedad, el mismo cuyos candidatos electos en Mar del Plata y La Plata, Arroyo y Garro siguen criminalizando y patologizando a las personas trans y travestis… Y Daniel Scioli, claro, el mismo que hace poco se refirió a la violencia de género como una problemática del ámbito de lo privado familiar, el mismo que negó la legalización del aborto en el caso de ganar las elecciones, el mismo que propuso a la antiderechos del Opus Dei Liliana Negre de Alonso como parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ambos candidatos reivindican la figura de la familia y la religión. Ambos a favor de la represión policial y la mano dura. Ambos machos y fachos.
Otro factor importante a analizar en este contexto político es la fuerte impronta de la presencia de la Iglesia “popular y latinoamericana” conducida por el Papa Francisco, quien no es nada más ni nada menos que el mismísimo Jorge Bergoglio. Nos referimos a una iglesia católica progresista que intenta disfrazarse de inclusiva (¡gracias por perdonarnos haber abortado!), y que se ha acercado a los movimientos sociales y se ha desgarrado las vestiduras al hablar de Latinoamérica. El santísimo, quien ha sido denunciado por organizaciones sociales desde hace muchos años por estar implicado en violaciones a los Derechos Humanos en la última dictadura cívico-militar-religiosa en la Argentina. El representante de Dios en la Tierra, quien se ha manifestado abiertamente una vez más que “El sueño de Dios es la unión de amor entre hombre y mujer”.
Debemos preguntarnos, si a los movimientos de la diversidad/disidencia sexual nos importa las opiniones de este señor. Si bien la violencia moral que ejerce sobre nuestros cuerpos a nuestras vaginas y culos no les interesa, Bergoglio es el todopoderoso políticamente hablando, en este Estado católico apostólico romano. Y muy cercano a Scioli y Macri. ¡Saludemos el derecho al aborto!
¿Seguir apostando al Estado como un espacio de transformación?
En cuanto a la coyuntura de los últimos años, es innegable el espacio que los movimientos lgbttiq han encontrado en el escenario político institucional en los doce años de kirchnerismo al hacer viables las leyes que nos encontró en las calles luchando para que el Estado comprenda de una vez por todas que putos, tortas, trans y lo que querramos ser somos sujetxs políticxs que pensamos y hacemos políticas públicas. Y así debemos continuar exigiéndoselo a los gobiernos del arriba.
Claramente, el Estado heterocapitalista ha sido todo este tiempo el mismo que nos ha reprimido y ha permitido que nos maten a diario, funcional a todos los sistemas opresores. Si bien entendemos que a este monstruo patriarcal hay que darle frente por todos los costados posibles, nada nos asegura que si los espacios de poder están ocupados por personas representantes de los movimientos feministas o lgbttiq generen transformaciones a nivel estructural.
Esto no quiere decir que no debamos seguir disputando esos espacios con fuerza y celebramos que muchos compañerxs están resistiendo dentro de la estructura estatal y debemos cuidarlxs, pero tampoco debemos olvidar que la lucha genuina sigue estando en las calles.
“Ni unx menos” y las demandas de la marcha de este año
No olvidamos los asesinatos cotidianos de putos, lesbianas, trans y travestis. No olvidamos a las Diana Sacayán, a las Laura Moyano, a las Leonela Gomez Viveros, a las Pepas Gaitán, y seguimos exigiendo justicia. No olvidamos a la policía y a los machos, grupos antiderechos, skinheads, neonazis, católicos, que a diario hostigan, reprimen, torturan y matan. No nos olvidamos de la dificultad para acceder al trabajo, salud y educación. No nos olvidamos, porque no bastan muchas de las políticas que hasta hoy se han implementado porque la homolesbotransfobia opera constantemente. Hace tiempo decimos que “ni unx menos”, y hoy que se ha masificado la consigna, lo gritamos a viva voz.
No olvidamos porque es sobre nuestros cuerpos que a diario se reactualiza esta violencia. Por esto, este sábado 7 de noviembre, en la XXIV Marcha del Orgullo en Capital Federal, movilizaremos por la ley antidiscriminatoria, pero también por el acceso real a la vivienda, salud y trabajo para personas trans, marcharemos contra la violencia machista y patriarcal, por el derecho al aborto legal y seguro, por la definitiva separación del Estado y la Iglesia Católica, contra el sexismo, la xenofobia y el racismo, entre muchas otras consignas más que nos encontrarán en las calles con el puño en alto.
Como movimientos de la diversidad sexual -y la pluralidad habla también de este real arcoíris de ideologías, políticas y metodologías-, nos vemos también en el desafío de no vernos aisladxs en este contexto tan desolador. No deberíamos leer la realidad sólo desde nuestras perspectivas disidentes, sino articularlas con el resto de las luchas populares anticapitalistas y anticolonialistas.
Es que acaso nos encontramos con candidatos a presidentes de la Nación, y a los ya electos en las provincias y municipios, sean del partido que sean, que no refieren ni lo harán en sus discursos a los saqueos de los bienes comunes de nuestra Tierra, ni a las represiones y expulsiones constantes a campesinxs y pueblos originarios en sus territorios, ni a Monsanto, ni al narcotráfico en nuestros barrios. Y son sólo algunas problemáticas para la lista.
No cabe duda que seguiremos ocupando las calles a pesar de los resultados electorales, pintando el cielo de arcoíris y nuestros corazones de rojo. Revolucionando las calles, organizadxs en colectivxs, luchando contra el heteropatriarcado capitalista, rebeldes con nuestros sexos. En palabras de la querida Rita Segato, y ante este panorama tan sofocante, “lo más humano de lo humano es la desobediencia”.