Por Laura Salomé Canteros.
Un análisis exhaustivo y una autocrítica necesaria. Dialogamos con tres periodistas de género sobre la cobertura de los medios masivos del asesinato de Lola Chomnalez. En esta última parte: la tesis del femicidio y la importancia de la perspectiva de género como apuesta integral para el periodismo.
Hoy sabemos que el femicidio es una de las máximas expresiones de la violencia que la asimetría de poderes asignados socialmente produce. Es un término político que denuncia la naturalización de la violencia machista y una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres y hacia las personas con identidad de género femenina.
Pero lo cierto es que mucha conciencia social tuvo que deconstruirse para significar desde los medios que, cuando estamos ante la muerte violenta de una niña o mujer, uno o más varones macho-hegemónicos, suelen ser los primeros sospechosos.
Lola: la violencia machista y la hipótesis del femicidio
Mientras continúan las investigaciones de la jueza y las y los operadores de Justicia del partido de Rocha, con el fin de determinar las responsabilidades y los motivos del ataque que terminó con la vida de Lola Chomnalez; solo un día después de conocida la aparición de su cuerpo sin vida, integrantes de la agrupación Feministas en alerta y en las calles convocaron a una manifestación en su memoria. Con la consigna “Tocan a una, tocan a todas”, sostuvieron la tesis de que la joven fue víctima de la violencia machista que termina con la vida de una mujer cada 15 días en el Uruguay.
“Cada 9 días un hombre toma a una mujer, a una chica, o a una niña y en algún momento, antes y/o después y/o en lugar de abusarla sexualmente, intenta asesinarla”, relató a Marcha, Patricia Antuña, integrante de Feministas… Patricia relata que “la coordinadora surge luego del Primer Encuentro de Feminismos del Uruguay llevado a cabo el pasado noviembre en Montevideo. A partir de allí, los diferentes grupos y organizaciones así como las mujeres autónomas que asistieron resolvimos manifestarnos a las 24 horas de cualquier caso de femicidio” y cuenta, “lamentablemente, ya hemos tenido que movilizarnos dos veces” y una fue por Lola, quien es “la vigésima octava víctima de femicidio en 2014 en Uruguay”.
Antuña relata que, si bien “la figura de femicidio no existe en la legislación uruguaya”, reclamo “sobre el que buscamos alertar”; en el país vecino, a diferencia del nuestro sí existen estadísticas oficiales que ponen en contexto la problemática social de la violencia de género. “La última encuesta arrojó que la tasa de mujeres que sufren violencia machista es altísima; un 70% dijo haber sufrido algún tipo de violencia y el 30% dijo haber padecido violencia física”.
Recuperar la cautela, significar en los medios el cambio social
Para Valeria Sampedro hay dudas sobre si el asesinato de Lola constituye o no un femicidio al momento de contextualizar las coberturas periodísticas; “sería prudente esperar a que la justicia uruguaya determine cuál fue el móvil del ataque. Corremos el riesgo de banalizar el término si toda muerte de una mujer se convierte en femicidio”.
Al respecto, Gabriela Barcaglioni coincide en opinar que “el término femicidio” pudo haber sido banalizado en los medios “identificándolo con el asesinato de una mujer”, pero sostiene que eso, no obstante, fue vital para “en una primera etapa desnaturalizar el ´crimen pasional´”.
Sin embargo aclara que el término sigue implicando “vulnerabilidad de las mujeres como colectivo en una sociedad patriarcal”, por lo que es preciso analizar “por qué y en qué circunstancias se asesinan mujeres, cuál es el rol del Estado, y esto también incluye los pactos patriarcales en la construcción de las noticias”. Esta es “una veta a desarrollar para ir incorporando otras significaciones” dentro de la comunicación.
La perspectiva de género en el periodismo, una apuesta integral
Para Barcaglioni, mucha de la información “se construye sobre la sospecha; cada bloque informativo, en radio, tv o medios gráficos, está centrada sobre la detención o liberación de sospechosos”. Sostiene que “este aspecto pone en debate la construcción de la noticia, las fuentes con las cuáles se produce y el enfoque desde el cuál se realiza. En este punto lo que se privilegia es la fuente policial y judicial descartando de plano otros aspectos”. El periodismo y una perspectiva integral de género deberían ejercerse entonces para que aparezcan “análisis de contexto o datos estadísticos” que aporten calidad periodística. “Por ejemplo, una línea a desarrollar podría ser cuál es la vulnerabilidad en una sociedad patriarcal para las jóvenes, qué condicionamientos culturales hacen inseguros determinados lugares o espacios para las mujeres”.
Para Camps, hay que pensar políticas más contundentes y certeras para lograr el cumplimiento de las leyes y el respeto de las personas (audiencias incluidas). “Desde la desaparición de Ángeles Rawson en junio de 2013 hasta la fecha, en términos generales nada ha mejorado en el tratamiento periodístico de casos concretos o probables de femicidios de adolescentes; por el contrario, las malas prácticas parecen haberse consolidado. Lo preocupante es que esto ocurre a pesar de la vigencia de la Ley sobre violencia contra las mujeres, y de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que contemplan estas situaciones. Y ocurre también a pesar de la intensa tarea de capacitación de periodistas y comunicadores/as desplegada por la Defensoría del Público”.
Sampedro por su parte, dice que “entre la autocrítica y la vergüenza ajena” existen en los medios “atajos de prudencia, moderados intentos para evitar el mal gusto y no sumar brillos al show”. Dice que “es un desafío cuando, por ejemplo, te sientan como entrevistado a un perito que no trabajó en el caso y te piden que estires porque el rating va en ascenso. Pero en ese instante al aire, vos decidís cuando se acabaron las preguntas. ¿Qué si eso alcanza? Es algo”.
“Cuando te tapa el tsunami de 24 horas ininterrumpidas en rojo urgente a veces tu único recurso es el ejercicio semántico de restar adjetivos” dice Sampedro. “Tiendo a creer que quienes trabajamos en medios masivos de comunicación tenemos la responsabilidad y el desafío de librar la lucha desde adentro. Con suerte de vez en cuando lograremos meter una nota propia en la agenda y eso, para el gueto que todavía suponen los temas de género, es mucho decir”.
Para Barcaglioni el desafío es “encontrar la forma de poner en circulación miradas género sensibles e insistir en los medios” porque si no “la primicia sin sentido, el bombardeo de datos y los circunloquios seguirán siendo las formas habituales en la construcción de los relatos mediáticos sobre femicidios; todas formas de enmascarar o utilizar más palabras de las necesarias para expresar una idea o concepto que en los femicidios se llama patriarcado”.
¿En cuánto la información que producimos se acerca a una mercancía sinsentido y en cuánto puede acompañar los avances sociales en pos de una sociedad equitativa y diversa? Analizar los discursos hegemónicos nos permite interpelar a los grupos sociales y a sus individualidades. Las responsabilidades deben ser discutidas y en mucho tiene que ver el que las y los periodistas genero sensibles ocupen puestos de decisión editorial; o bien abogar por la adopción del periodismo con enfoque de género como una mirada de análisis integral de Derechos Humanos dentro de todas las secciones y para todas las plataformas de comunicación y difusión.
Mientras, entre el dolor de una joven que ya no está, seguiremos reflexionando, porque cada quien desde su lugar tiene una cuota de poder para luchar contra las violencias, las opresiones y lo que generan: el derecho interrumpido a una vida de elecciones, goces y libertades.
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