Por Alida Dagnino y Victoria González / Fotos por Tadeo Bourbon y Nadia Sur
¿Cómo aportar a la construcción colectiva de los feminismos desde un ámbito institucional como la Universidad pública? Dos feministas: Paula Talamonti (socióloga) y Valeria Segura (abogada), reconstruyen la trayectoria, los desafíos y la potencia de una experiencia con perspectiva de género en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en una entrevista realizada al calor del Paro Internacional de Mujeres.
Desde tiempos inmemorables, las mujeres socorremos a otras mujeres, nos acompañamos entre nosotras, reconocemos marcas que nos unen en la lucha cotidiana por nuestros derechos. Desde el 2012, el acompañamiento de mujeres, niñxs , jóvenes y personas de la comunidad LGTBIQ tiene un espacio en la universidad pública y, quienes lo integran, luchan a diario por sostenerlo: el Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Género (CAV) de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP.
Una propuesta de intervención en violencia de género
-¿Por qué nace el CAV, en qué contexto, con qué necesidades, expectativas y demandas?
Paula Talamonti (PT): El CAV surge ante la necesidad de un espacio específico que trabaje con personas que transiten situaciones de violencia. Mujeres, niñxs y personas de la disidencia sexual desde una perspectiva sorora, feminista y emancipatoria que apunte al empoderamiento. Siempre entendiendo que la extensión universitaria es un espacio de formación.
Valeria Segura (VS): Cuando organizamos el trabajo vimos también la gran necesidad de lxs profesionales y organizaciones de hablar y de tener espacios de debate sobre esta problemática.
PT: Hace cinco años en la Universidad Nacional de La Plata no había muchos espacios de formación con una perspectiva crítica en intervención en situaciones de violencia de género. Con el avance y el crecimiento de la lucha feminista, la tematización de la violencia, y con el aumento de las denuncias de las compañeras de los territorios, las organizaciones también tuvieron que diversificar sus intervenciones. De este modo se fue construyendo una demanda de talleres, de acompañamiento, de herramientas. Pero éramos muy conscientes de que empezamos siendo muy poquitas y con muy pocos recursos. Se trataba de un espacio que había que defender y cuidar mucho, porque nada de lo que estábamos haciendo era en nombre propio, sino que era un eslabón más de una cadena histórica de las mujeres que venían luchando por esto y esa era nuestra responsabilidad histórica.
–¿Cómo se trabaja desde la interdisciplina?
VS: El CAV se divide en tres áreas. El área de atención, que recibe dos días a la semana a personas que están atravesando una situación de violencia de género o que consulten por algún familiar, amigo, amiga. Desde una perspectiva interdisciplinaria, en esta área intervienen una abogada, una trabajadora social y una psicóloga. Se hace una primera entrevista en la que se intenta contener a la persona para después tratar de despejar todas las alternativas que ofrecen las leyes y políticas públicas vigentes, con el fin de orientarla y organizar las posibles estrategias de intervención, promoviendo que ella tome las decisiones sobre lo que desea hacer libremente.
PT: Las personas también suelen llegar derivadas a través consultorios jurídicos gratuitos, Poder Judicial, Ministerios, centros de salud, organizaciones, ONGs, otros programas de la facultad, escuelas. Cuando una mujer viene al CAV, la primera cosa que es importante que ella sepa es que tiene derechos, es decir, que sepa que la situación que ella está viviendo es disruptiva en relación a los derechos que tienen todas las personas, una ilegalidad. Nosotras colaboramos en el proceso de identificar y poner en palabras la situación de violencia que está viviendo. Que las mujeres conozcan sus derechos las sitúa en un lugar con capacidad de exigirle al Estado que brinde respuestas para cesar la situación de violencia.
VS: Es importante señalar que las respuestas del Estado no son únicas. En general no se dice que existen varias opciones. Consideramos importante brindar todas las alternativas que se tienen para después elegir, porque cada una tiene consecuencias especiales y las decisiones se tienen que tomar en base a esto, a querer asumir determinados procesos o no. Si se ve que la mujer está en una situación de traba emocional, se puede ofrecer la opción de atención en el área de terapias breves o de contención psicológica, un espacio que está compuesto por psicólogas, coordinado por la psicóloga Carolina Stange, en el cual se sigue un proceso de problematización en relación a la violencia, a cómo transitar esta situación de la mejor manera posible para poder salir.
PT: El espacio de terapias breves se piensa como una instancia para algunas mujeres que necesitan un apuntalamiento específico para un determinado proceso, pero también hay psicólogas y trabajadoras sociales que, en el momento de la primera entrevista y de las subsiguientes, contienen, escuchan atentamente y acompañan en ese proceso de ir al juzgado o ir tomando determinadas decisiones. Además, la interdisciplina permite también explorar las múltiples alternativas a cada situación concreta. Una tercera pata es el área de comunicación y talleres, integrada por cientistas sociales. La tarea de elaborar estrategias para construir y compartir herramientas con profesionales, estudiantes, activistas, organizaciones e instituciones, trabajadores y trabajadoras. Desde esta área formativa se realizan seminarios de extensión en la facultad abiertos a las personas interesadas; es un espacio masivo de debate e intercambio. Después están los espacios de taller, que son un poco más acotados en el tiempo. Generalmente son producto de demandas concretas de organizaciones, grupos de trabajadorxs, escuelas o instituciones, donde tratamos de trabajar junto con ese grupo concreto de personas, en una situación concreta, cómo construir herramientas específicas para tratar una problemática real o posible. Todo espacio de formación es un espacio de construcción colectiva de conocimiento, y es muy necesario que este conocimiento circule. En este sentido consideramos muy importante sistematizar y elaborar materiales para compartir estos consensos que vamos generando en los espacios de formación. Hay una nueva área para pensar estrategias de comunicación popular para dialogar con las organizaciones e ir construyendo discursos que interpelen, para articular con otros sujetos u organizaciones, y con las posibles usuarias de este espacio.
El rol de la extensión universitaria en la transformación de nuestras sociedades
La extensión universitaria es una herramienta de construcción de conocimiento colectivo en múltiples territorios, con particularidades y problemáticas específicas, y con los que la universidad tiene una responsabilidad social: visibilizar y denunciar las desigualdades y las injusticias. Es una apuesta a extender y diversificar el espacio universitario, no de trasladar su conocimiento. Esto implica la apuesta de construir con otrxs sin desconocer que aunque la Universidad sea pública y gratuita, todavía no está garantizado el acceso igualitario para todxs.
-¿Qué importancia tiene la existencia de programas como este en la Universidad pública?
VS: Este espacio busca generar nuevas o distintas alternativas en esa intervención profesional. La interdisciplina es importante para la formación de profesionales del derecho, de la psicología, del trabajo social, y de todas las ciencias sociales en general. En el caso de las abogadas, por ejemplo, es usar el derecho de forma creativa y un poco anti…
-…encriptación? por el uso del lenguaje que suele hacerse desde algunas disciplinas como por ejemplo el derecho, y que refuerzan distancias entre sujetos…
PT: Eso tiene que ver con la construcción de un saber-poder. Como el derecho es el lenguaje por antonomasia del Estado, está la idea de que para acceder a él se necesita la mediación de profesionales. La figura de lxs abogadxs populares es justamente la que problematiza esto y dice que todos los seres humanos podemos hacer uso de nuestros derechos.
VS: Eso es algo bastante curioso que nos encontramos cotidianamente: que, a pesar del lenguaje y de querer generar estas prácticas con una perspectiva política de democratización del conocimiento legal, ante la situación concreta de violencia, tanto las personas que están pasando esta situación como las organizaciones que acompañan, entran totalmente en crisis y necesitan de un abogado o abogada que diga “sí, estás haciendo bien”. Se pone mucho poder en la figura del abogado como parte de la palabra legitimada, en el activismo en contra de la violencia hacia las mujeres.
PT: Sí, también se apela al abogado cuando hay necesidad de reforzar las decisiones que va tomando una organización. En ese sentido, hace un par de años venimos trabajando en construir junto con las organizaciones estrategias territoriales de acompañamiento y prevención de situaciones de violencia, porque pensamos que lo que a vos te fortalece y te da seguridad en la toma de decisiones no es necesariamente el profesional, sino los consensos grupales que den un encuadre para posibilitar la tomar decisiones de una manera mucho más segura. Seguramente la consulta ante determinadas cosas siempre va a ser necesaria porque el derecho sigue siendo muy complejo, los juzgados siguen siendo espacios complejos y a los abogados los seguimos necesitando. Pero democratizar el derecho es ir construyendo estas herramientas colectivas.
VS: La idea de que la palabra legitimada se construya dentro del colectivo y que en todo caso, se puedan pensar estrategias con abogadxs populares es, justamente, el ejercicio de la profesión desde una perspectiva crítica y no desde la típica doctrina positivista hegemónica.
–Dado el contexto de fuerte criminalización de las mujeres y de las organizaciones sociales, vinculado al recrudecimiento de la violencia de género, ¿cómo es la articulación del CAV con la comunidad?
PT: La criminalización va cinco pasos más adelante que la organización popular. Lamentablemente, eso es una realidad. La criminalización no es otra cosa que violencia estatal organizada. Y, como ya sabemos muy bien las feministas que trabajamos este tipo de problemáticas que afectan mayoritariamente a las mujeres, la violencia funciona: nos asusta, nos produce miedo, nos deja quietas, desorientadas, nos hace sentir mal, nos hace cuestionarnos un montón de cosas. La criminalización y la represión estatal tienen exactamente el mismo sentido y contribuyen a generar una idea de que el enemigo es mucho más grande y monstruoso. En estas condiciones, lo que nosotras hacemos como espacio es pensar junto a las organizaciones estrategias concretas ante problemáticas concretas. Y siempre, el saber y la respuesta están en las organizaciones.
VS: Ante este problema es clave generar un dispositivo para pensar estas situaciones y generar mecanismos de debates colectivos previos que, en general, se instrumentan en protocolos, por ejemplo. Los protocolos son una excusa para plantear un plan de acción y estrategias de seguridad ante estas situaciones de criminalización y violencia. El 7 de marzo fue el día de la visibilidad lésbica, e Higui está detenida por defenderse de diez violadores. Hay que estar preparadas, el contexto nos dice esto cada vez más y por eso es tan importante apuntalar los procesos de las organizaciones.
PT: Si el sistema penal avanza, la criminalización avanza. Entonces es necesario construir herramientas interpretativas. Hay muchos mitos dando vueltas alrededor del sistema penal, mucho desconocimiento, y realmente podemos pararnos frente a la justicia de manera diferente, ser Reyna Maraz, mirar a los jueces a los ojos y exigirles que nos expliquen qué está pasando.
VS: Somos bastantes críticas del sistema penal. Es un sistema selectivo, que en su selectividad perpetúa la criminalización de los sectores populares. Eso es algo estadísticamente comprobadísimo y que no responde al empoderamiento de las personas que atraviesan las situaciones de violencia, por ejemplo. En busca de otro tipo de lógica totalmente diferente, nosotras promovemos también el armado de una red en los barrios, con grupos de mujeres, porque eso nos parece mucho más reparador y constructivo.
PT: Por un lado, la selectividad del sistema penal hace que cuando una mujer pobre denuncia a un varón pobre, ese varón pobre generalmente no vaya detenido. Si roba un celular sí, pero si maltrata a una mujer pobre, no. Por otro lado, el sistema penal no resuelve conflictos, lo único que hace es, justamente, generar un castigo. Un castigo en cuyo proceso la víctima –la mujer que denuncia la violencia– es tan violentada como el victimario.
Un aporte a las luchas feministas
Acuerparnos, organizarnos, enredarnos. Tejer encuentros para tramar otras maneras de habitar el mundo: si unas cuantas mujeres con pañuelos blancos dieron vueltas alrededor de una plaza y nos enseñaron que recordar es resistir, entonces es posible que la historia no siempre la escriban los que ganan. La historia se construye todos los días, y las personas no somos, sino que estamos siendo, y la enorme potencia de este paradigma es que todo se puede transformar.
-¿Por qué tiene que existir el CAV? Y, en este sentido, ¿qué aportes concretos se realizan a las luchas feministas desde experiencias como ésta, insertas en la universidad pública?
PT: Nosotras no consideramos que el feminismo pueda y/o deba ser institucionalizado. No creemos que las instituciones vayan a resolver los problemas de las mujeres, ni de las disidencias, ni de los niños, ni de las niñas. El feminismo es algo mucho más amplio y diverso. Nos parece que la universidad pública es una institución democrática, todos quienes pasamos por la universidad tenemos derecho y debemos problematizar y ampliar sus límites y los modos en que ésta trabaja. En relación al feminismo y a lo que puede aportar el CAV, a mí me parece que podemos aportar una experiencia de una práctica feminista, sorora, de acompañamiento de mujeres y personas de las disidencias sexuales ante situaciones de violencia de género, ir construyendo junto con estas personas y organizaciones populares las estrategias para hacer frente a una multiplicidad de violencias. Ese es el aporte del CAV, un granito de arena, el feminismo somos todas, y todas nuestras prácticas aportan al feminismo y a veces no nos damos cuenta, o nos damos cuenta mucho después, o lo ven otras generaciones. Tiene que ver con la honestidad intelectual y con el esfuerzo de hacer lo mejor que podemos con nuestras mejores herramientas, sabiendo que nos podemos equivocar, y que necesitamos vincularnos con otras organizaciones e instituciones, que es la única manera de apuntalarnos mutuamente, generar mejores intervenciones y estrategias. Para que toda esta experiencia no se diluya y quede en lo individual de las personas es nuestra obligación sistematizar la práctica y compartir con otros territorios. Aunque sería genial que se multipliquen los CAV y que sea mucho más diverso, no pensamos que esta sea la mejor experiencia, ni que sea replicable en tanto que tal, pero sí nos encantaría generar redes de espacios similares en otros barrios, en otras ciudades, en otras universidades. Generar redes de laburo, porque lo que generalmente sentimos las trabajadoras de este tipo de espacios es que las problemáticas son tremendas, que no tenemos herramientas y políticas públicas suficientes para responder a las necesidades de las personas que se acercan, y termina siendo muy cansador. Fortalecer espacios de encuentro entre trabajadoras vinculadas a la violencia de género, trabajadoras de la salud, de la comunicación, aportaría un montón a nuestro autocuidado como trabajadoras, y como profesionales, y también a mejorar nuestras herramientas de intervención.
VS: También se trata de generar una exigencia sobre las instituciones, para la aplicación concreta de políticas públicas que no tengan una perspectiva punitiva, sino lo contrario: que refuercen los vínculos comunitarios, que actúen más en territorio, que se descentralicen y que generen autonomía en las personas que están atravesando situaciones de violencia.
PT: Sí, todo el tiempo dialogando, problematizando y criticando, porque así como el Ni Una Menos vuelve masiva la expresión de una problemática, también hace que la violencia de género se quede dentro del discurso de la inseguridad, un discurso nefasto que victimiza más de lo que resuelve. Y la disputa pasa por generar discursos sobre la violencia de género que la vean como estructural, histórica, política, vinculada al capitalismo y al colonialismo, y que la solución a la violencia son prácticas y proyectos emancipatorios para las sociedades
-Por último, ¿cuál es la importancia del Paro Internacional de Mujeres? ¿Por qué paramos?
VS: Es importante que la violencia salga del ámbito privado hacia el público. Un paro internacional es un hito histórico. Frente a la violencia machista hay que estar organizadas, hay que encontrarse en la calle. Hay que generar diálogos con otras mujeres que todavía no se sienten partícipes de las luchas feministas. Frente a la organización de las mujeres, la reacción machista es importante y hay que estar todavía más organizadas y preparadas. También es importante encontrarnos para compartir esta alegría y esta sororidad frente tanto odio.
PT: Y porque cuando nos encontramos se nos va el miedo. El miedo es una herramienta poderosa del machismo que se nos inculca desde que somos muy pequeñas. La única manera de ver ese miedo, problematizarlo y deshacernos de él, es encontrarnos de a un montón en la calle, pero no exclusivamente en la calle. La propuesta del paro es que las mujeres nos encontremos, que hagamos asambleas, que hagamos ruido. Acuerparnos es fundamental para fortalecernos, se me viene esta imagen de encender antorchas para espantar a los lobos que andan dando vueltas por ahí. El contexto argentino y latinoamericano no nos ataca sólo por mujeres, nos ataca por trabajadoras, por latinoamericanas, porque vivimos en territorios que quieren saquear, por nuestra identidad de género, por nuestra sexualidad. En todas esas luchas, las mujeres sabemos muy bien cómo hacerlo y juntas somos mucho más poderosas.