Por Camila Parodi
Berta Cáceres Flores es coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas, COPHIN. En diálogo exclusivo con Marcha expuso, en clave de género, la situación actual del pueblo hondureño.
-¿Cuál es el contexto actual en el que se encuentra el pueblo en Honduras ante la continuidad de un golpe de estado que parecía haber terminado, pero que hoy podemos decir se encuentra enmascarado?
Lamentablemente habíamos dicho eso, y hoy caminamos a la introyección de un proyecto de dominación en Honduras después del golpe de estado que, no sólo se ha expandido sino que se ha consolidado. Y esa consolidación es a través de implantación de un nivel de entrega de la soberanía, territorio y bienes de la naturaleza a empresas trasnacionales, mineras, al sector energético, a la gran cantidad de empresas turísticas, a la explotación forestal, la explotación de mano de obra barata.
Estamos en un país donde la injusticia social es terrible, las desigualdades son abismales. Se trata de uno de los países más violentos del mundo, con la tasa más alta de la región de homicidio y de una intensa militarización que acompaña todo ese proyecto de dominación, que en particular afecta muchísimo a las mujeres, porque al reforzarse toda la militarización significa mayor agresión para las mujeres en todos los niveles y aspectos que podamos imaginar.
-¿Cuáles son estos aspectos y mecanismos de control?
Vivimos en un país de enclaves coloniales donde nos han repartido bajo una aberración como nunca hemos visto en quinientos años de una entrega brutal de Honduras. En lo que se le llama en el Estado de Honduras que es a través de la zona de empleos y desarrollo económico, conocidas popularmente como ´ciudades modelo´ que implica la conformación de enclaves coloniales, que van a tener sus propios gobiernos, legislación, medidas migratorias, ejército y tribunales, como así también su mecanismo propio para generar tratados de libre comercio sin que esto pase por el Congreso Nacional. Es una tercerización de la justicia, sus gobernantes pueden ser extranjeros, de hecho se han escogido ya algunos y esto va a implicar lo que se llama resquebrajamiento del Estado de Honduras, ya que lo convierte en ´republiquetas´.
Desde el golpe de estado se viene preparando toda una maquinaria legislativa para hacer ´seguridad jurídica´ a todas esas grandes inversiones a través de la privatización y militarización. Así se han aprobado medidas e incentivos de inversión minera, forestal, turística, energética y sumado a eso la criminalización de los movimientos sociales a través de leyes como la de inteligencia y la de intervención de la comunicación tanto pública como privada, todas copias de Colombia. También las figuras jurídicas con las que se nos acusa han cambiado de tal manera que garantizan que los luchadores/as sociales se vean enfrentados/as a estas situaciones donde el Estado es como una institución que no funciona para el pueblo con sus niveles de impunidad, indefensión total y de violación de derechos humanos.
En este contexto, se ha aprobado desde eso, hasta leyes como por ejemplo la ley de pesca que concesiona plataformas marítimas, algo impresionante que nunca se había dado. Estas plataformas marítimas se le van a entregar a petroleras como ya se ha realizado y en el caso de esta ley también se le va a entregar a la gran industria camaronera atacando contra el trabajo de los pescadores/as artesanales.
Las ciudades modelos están diseñadas igual que hace quinientos años, así como nos repartieron a algunos para sacar oro, otros para plata, añil y nos fueron repartiendo en enclaves fruteros, bananeros. Lo mismo pasa ahora y en el caso de los pueblos indígenas Lenca quienes reciben la mayor agresión porque precisamente es donde hay mayor riqueza.
En una situación económica dramática donde más del ochenta por ciento de la población vive en niveles de pobreza e indigencia, según datos del mismo Banco Mundial y de la ONU, con una brutalidad de violencia como nunca y 89 muertos por cada 100 mil. Y en ciudades como San Pedro Sula que no llega ni al millón de habitantes la tasa de mortalidad por situaciones de asesinatos es de más de ciento ochenta.
En Honduras vivimos una carnicería humana y eso no es aislado, eso es planificado, y es producto de la enorme injusticia social, política, económica.
-¿Cómo afecta esto a los/as luchadores, y en particular a la juventud?
Los mayores afectados e impactados de esa carnicería, son jóvenes. Un informe de organizaciones en defensa de la niñez ha demostrado que en Honduras se han asesinado casi 400 niños y niñas menores de 18 años en lo que va de este año. Los niveles de femicidio, de asesinato político y a la diversidad sexual son brutales. Entonces vivimos en un país donde ser luchador/a es muy difícil, o simplemente sobrevivir ya de por sí es un milagro.
-En ese marco, en el que los movimientos visualizan una triple dominación capitalista, patriarcal y racista, ¿qué estrategias y alternativas se están construyendo desde el campo popular?
En este momento, el desafío que tiene el movimiento popular es enorme, porque venimos de un nivel de desmoralización bastante fuerte, venimos de un golpe de estado que no se pudo revertir y de la pérdida de un partido en el que la gente de alguna manera había puesto sus esperanzas de tener algo distinto. Pero que con el fraude, las presiones y la manipulación de Estados Unidos y de la derecha, como así también de los desaciertos de la misma izquierda pues pierde esas elecciones. Y gana el Partido Nacional con Juan Orlando Hernández quien está entregando todo el país. Yo creo inclusive que es peor que Porfirio López, porque el prácticamente fue él que prácticamente mandó y tuvo el poder en las administraciones pasadas y ahora ya le queda sólo ejecutar porque aprobó todo desde el Congreso. Por eso es gran desafío, porque venimos de esta combinación de desmoralización dramática del pueblo.
En este periodo nos encontramos en la lucha por sobrevivir, de luchar para mantenernos como organizaciones ante los ataques que se generan desde el poder que es pura contra insurgencia, es mentira que en Centroamérica se desmontaron estas estrategias contrainsurgentes contra los movimientos sociales; siguen vivos, sostenidos y financiados (si bien han cambiado de modalidad por una más peligrosa), por lo que existir como organizaciones es un logro de por sí.
Estamos teniendo resistencias comunitarias desde la base, resistencias territoriales de levantamiento, de ejercicio directo de autonomía y control territorial. Y eso implica que las comunidades hacen un esfuerzo extraordinario para reafirmar, reconocer y recuperar sus territorios.
-Como es el caso del Rio Blanco, ¿no es así?
Claro, en el sector norte de Intibucá zona fronteriza los pueblos indígenas están en una lucha tenaz y ya frontal contra las trasnacionales y empresas de la oligarquía hondureña. Entonces eso implica también que se elevan los riesgos y el nivel de indefensión ante los ataques a las comunidades, pueblos indígenas y a los mismos movimientos como el COPHIN con la criminalización instaurada.
Continua en Nota relacionada En Nuestra América: “Ni Golpe de Estado, Ni Golpe a las Mujeres” (II)