En Siria se alistan las segundas elecciones en apenas un año. Mientras tanto, siguen las pujas diplomáticas por lo que sucede en la nación árabe y crecen las denuncias sobre la injerencia extranjera en ese territorio.
En Siria se alistan las segundas elecciones en apenas un año. Mientras tanto, siguen las pujas diplomáticas por lo que sucede en la nación árabe y crecen las denuncias sobre la injerencia extranjera en ese territorio.
El decreto 113, firmado por el presidente sirio Bashar Al Assad, es el puntapié inicial para las próximas elecciones que se llevarán a cabo el 7 de mayo de este año con el objetivo de elegir a los miembros del Consejo del Pueblo. En un año, el pueblo sirio se alista para ejercer su derecho al voto por segunda vez, luego de que el 26 de febrero pasado se realizara el referendo que definió la nueva Constitución para el país.
Según lo estipulado en el decreto firmado por el mandatario, en los comicios se elegirán 250 diputados para el Consejo del Pueblo, de los cuales 127 representarán a los sectores obreros y campesinos y el resto a otras capas de la sociedad siria. En el referendo efectuado en febrero la aprobación de la nueva Constitución tuvo el respaldo del 89,4% de los votantes y permitió la puesta en funcionamiento de 157 artículos, 14 de ellos nuevos y 47 enmendados.
Lucha diplomática
En medio de la aplicación el plan de reformas del gobierno de Al Assad, a nivel diplomático crecen las disputas, principalmente dentro del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por un lado, Estados Unidos mantiene su postura de aplicar más sanciones contra Siria y sostiene su llamado a un cambio radical de gobierno, mientras que Rusia y China refuerzan sus políticas de rechazo a la injerencia extranjera y funcionan como mediadores en un diálogo político entre el Ejecutivo y la oposición siria.
El enviado de la ONU para Siria, Kofi Annan, reiteró en varias oportunidades que la solución al conflicto interno se debe dar en el marco de la paz, algo aceptado por el gobierno de Al Assad. Pero en el Consejo de Seguridad son cada vez más evidentes los choques entre el bloque liderado por Washington y las posturas de Moscú y Beijing.
El lunes pasado, el organismo de Naciones Unidas se reunió para discutir sobre la situación siria y el canciller ruso, Serguei Lavor, denunció abiertamente que la oposición armada recibe apoyo desde el exterior. Desde que comenzó el conflicto sirio, Qatar y Arabia Saudita son los principales países señalados por respaldar a los grupos irregulares que operan en diferentes regiones.
El ministro ruso fue claro al decir que el Ejército sirio “no lucha contra hombres desarmados sino contra unidades de combate como el denominado Ejercito de Liberación Sirio y grupos extremistas, incluido Al-Qaeda, el cual ha cometido diversos actos terroristas”. Por su parte, el representante sirio en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Fayssal Al Hamwi, denunció hoy desde Ginebra que la actual crisis no es consecuencia de manifestaciones y protestas pacíficas, sino que existe “un plan político que llevan a cabo fuerzas externas”. La ONU aseguró que el gobierno de Damasco es responsable de la muerte de casi 8.000 personas, mientras que el Ejecutivo sirio calcula que los grupos armados han asesinado a más de tres mil agentes de seguridad y civiles, además de ser responsables de sabotajes y atentados.
El gobierno sirio denunció recientemente que las “bandas criminales”, como las califica, fueron responsables de la muerte de varias familias en el barrio Karm Al Zaytoun, en la conflictiva ciudad de Homs. Tanto las autoridades como organismos de derechos humanos denunciaron que entre las víctimas se encuentran niños, mujeres y ancianos. Luego de este hecho, ocurrido el domingo pasado, el ministro sirio de Información, Adnan Mahmoud, condenó la masacre y denunció que naciones como Qatar y Arabia Saudita arman y financian a los grupos armados.
Por su parte, el Centro Consultivo Sirio de Estudios sobre Derechos Humanos (CCSEDH) aseveró que esos crímenes cometidos en Homs forman parte de un plan dirigido por servicios de inteligencia extranjeros, que cubren a los atacantes.