Por Orlando Agüero. Sigue la Huelga de Hambre en la Carpa Villera, en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires. En ella además de los huelguistas, diariamente se tocan diversos temas que interesan a las clases populares de la ciudad y el Conurbano, entre ellos el problema de la basura.
El Obelisco porteño, monumento que recuerda el lugar donde se izó la Bandera argentina por primera vez, es desde hace 78 años un testigo privilegiado de importantísimos acontecimientos de nuestra realidad como país, pero como ese país más pequeño y superpoblado que es sin dudas Buenos Aires, más precisamente la ciudad, en especial el microcentro.
Desde hace más treinta días la Plaza de la República vio alterada su geografía. Otro nuevo acontecimiento le cambió la imágen al paisaje cotidiano y convirtió en testigos involuntarios a las infinitas personas que pasan a diario y a toda hora por el lugar. Es que la instalación de la Carpa Villera desde el 21 de abril pasado, en pleno centro de la ciudad, sacude como una bofetada a la opinión pública. Interpela a la sociedad toda. Pone en jaque directamente al Gobierno porteño e indirectamente al nacional y al de la provincia de Buenos Aires, por la cantidad de villas que están en la misma o peor situación que las de Capital Federal.
Un mes de Huelga de Hambre que muestra el esfuerzo al que están dispuestos las delegaciones de las distintas villas que se encuentran en la Ciudad de Buenos Aires para hacer notar su reclamos en relación a la urbanización, al platear el verdadero problema habitacional que tiene la ciudad, reclamos que hasta el día de la fecha el gobierno del ingeniero Mauricio Macri no atendió ni dio ninguna señal de respuesta.Tanto es así que la Carpa continúa, sumando más adherentes a la huelga, como la del Frente Popular Darío Santillán (FPDS).
Sin dudas que esta acción, pone de relieve a un sujeto invisibilizado, ninguneado, marginado y estigmatizado por la sociedad, pero al mismo tiempo el impacto mediático que produjo cubrió de amplias solidaridades el reclamo villero. Despertó simpatías incluso el despliegue en relación a las actividades que se realizan en el lugar y los temas de debate, que son los problemas que tocan de cerca a las familias de villas y barrios populares.
Resíduos Sólidos Urbanos
En una de las actividades de la semana se tocó la problemática de la basura. Es decir, el tratamiento de los Residuos Sólidos Urbanos y las experiencias que desde el pueblo se gestan para resolver este problema.
Del panel sobre el problema de la basura en el Conurbano bonaerense participaron trabajadores cartoneros del Movimiento de Trabajadores Excluídos (MTE) de Lanús, la Asamblea de Autoconvocados contra el Ceamse de La Matanza y el Proyecto de Municipalización con Participación Popular, propuesta para resolver el problema de la basura en Quilmes, integrado por la Asamblea No a la Entrega de la Costa, el Foro Regional en defensa del Rio de la Plata, la Salud y el Ambiente, el Frente Juvenil Hagamos Lo Imposible y el FPDS.
Muy interesantes las exposiciones, ya que estaban en perfecta línea con la situación que se vive en las villas, donde la basura es uno de los principales problemas por varias razones, que van desde que el camión recolector no ingresa a las villas -por eso se generan enormes montículos- hasta que numerosas familias que dependen de la basura, ya que les garantiza el sustento mínimo para sobrevivir día tras día.
Los Autoconvocados contra el CEAMSE fueron muy claros al exponer la verdad histórica de este ente creado por decreto de la dictadura militar en 1977, y que abrió el negociado de la basura a los grandes grupos empresarios. Que además de un gran negocio, el supuesto relleno sanitario realizado por la Coordinación Ecológica Area Metropolitana Sociedad del Estado, es desde aquella época uno de los responsables de la contaminación profunda de las napas y principalmente de los acuíferos subterráneos que, en virtud de este impacto, reduce la calidad del agua y su posibilidad de uso.
Tambien los trabajadores cartoneros del MTE dieron un importante testimonio sobre cómo es su labor en relación a la recuperación de las materias primas que se encuentran entre los residuos y como ese proceso de organización de años los hizo poder convertir esa realidad en un trabajo rentable economicamente, cada vez más organizado y con más derechos. En tanto, la experiencia de Quilmes con respecto al proyecto de Municipalización con Participación Popular mostró cómo con la participación de todos y todas se puede resolver un problema que tiene justamente a todos como protagonistas en la producción.
Es decir que si la comunidad completa logra separar los residuos en orígen y en diferentes recipientes, de orgánicos e inorgánicos, se puede hacer volver al circuito de la reutilización a las materias primas encontradas en la “basura” de los inorgánicos, mientras que los orgánicos pueden transformarse en compost, materia utilizada para mejorar la calidad de la tierra.
En síntesis, un proyecto que tiene como objetivo no enterrar, salir por fuera del circuito de la Ceamse, que se puede autogestionar los costos, y generar nuevos puestos de trabajo en la tarea de acopio, reciclado y en toda la cadena del tratamiento. El ahorro que generaría en los presupuestos municipales tendría tal impacto que se podrían encarar obras a la medida de las urbanizaciones de villas.
Por eso la Carpa Villera concita tanto la atención social. Es que se pone de pie un sector de la sociedad eternamente olvidado, que con orgullo hace flamear sus banderas de lucha, agita el pliego de sus reivindiciones y expone en paneles de debate sus ideas sobre quÉ tipo de ciudad y sociedad pretenden para vivir con sus familias. Un verdadero ejemplo.