Por Aníbal Garzón
La segunda vuelta de las Elecciones del Perú celebradas el pasado domingo 5 de Junio más que un debate sobre el presente y futuro ha sido una pugna de élites sobre el pasado.
El exministro de Energías, entre 1980 y 1982 bajo el gobierno del conservador Fernando Belaúnde Terry y también exministro de Economía y Finanzas en 2001 con Alejandro Toledo, entre otros roles, Pedro Pablo Kuczynski (PKK) se ha enfrentado a Keiko Fujimori. Congresista e hija del expresidente encarcelado Alberto Fujimori, por corrupción y crímenes de Lesa Humanidad, que ocupó el rol de Primera Dama entre 1994 y 2000.
Según el resultado electoral, monitoreado por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con el 99,069% de las actas procesadas Kuczynski es el nuevo Presidente del Perú al obtener el 50,16% de los votos y Keiko el 49,83%. Una diferencia de poco más de 55.000 votos con la participación de más de 17 millones de peruanos. Diferencia mínima que no ha provocado el no reconocimiento de los resultados por parte de Keiko, posiblemente porque el triunfo de Kuczynski no sea en realidad la derrota del proyecto económico fujimorista.
El enfrentamiento electoral entre dos líderes se enfocó principalmente en una batalla de pugna nacional e intereses históricos entre la élite fujimorista – que vende los años 90 como el periodo “feliz” de instauración neoliberal bajo el Consenso de Washington y la victoria bélica contra la guerrilla del Sendero Luminoso – y una élite de centro y derecha vestida de antifujimorismo democrático. Propuesta apoyada por personas reconocidas como el escritor Vargas Llosa. Rivalidad más enfocada en choques personales, siglas, historias del pasado, o formas de hacer política, que de diferencias económicas.
Esta rivalidad elitista en Perú proveniente de los años 90 con sus precedentes, años duros del conflicto armado, es tan presente en la actualidad peruana que llevó incluso a que la candidata alternativa al neoliberalismo Verónica Mendoza del Frente Amplio, que fue rival tanto de Keiko como de Kuczynski en la primera vuelta del 10 de abril quedando en tercer lugar, diera finalmente apoyo a Kuczynski por miedo al retorno del fujimorismo. Un apoyo que al principio negó afirmando que los dos candidatos defienden un modelo de desarrollo no sostenible, a favor de la flexibilización y el recorte de los Derechos Laborales, e incluso atacando los Derechos Humanos. Pero finalmente acabó cediendo a favor de Kuczynski justificando el voto “contra la señora Fujimori” y “para cerrar el paso al fujimorismo sólo queda marcar PPK”. Posiblemente un error estratégico de Mendoza, caer en el juego de la dialéctica de la élite posicionado Fujimorismo vs Antifujimorismo como principal asunto y dejando en un segundo lado el Neoliberalismo vs Antineoliberalismo.
Usando la segunda dicotomía y analizando el área de Relaciones Internacionales e Integración Regional como indicador, podemos ver que tanto Keiko como Kuczynski tienen un mismo programa respecto este punto; potenciar el regionalismo abierto y los Tratados de Libre Comercio (TLC) de la Economía Neoliberal. Una estrategia vestida desde 2012, junto a Chile, Colombia y México como la Alianza del Pacífico para hacer frente a los proyectos soberanos y antineoliberales como MERCOSUR y ALBA-TCP que dijeron No al ALCA con Estados Unidos y a los TLCs.
La Alianza del Pacífico es un proyecto de economía neoliberal que tanto la línea de Fujimori como Kuczynski la apoyan férreamente e incluso en su campaña electoral sus discursos reflejaron su defensa como ataque al “regionalismo bolivariano”. Álvaro Vargas Llosa, hijo del Premio Nobel, en su análisis post-electoral argumentó a la pregunta de cómo serían las relaciones internacionales de un potencial gobierno de Kuczynski que “él es una persona que cree mucho en la Alianza del Pacífico y cree en una integración moderna con América Latina moderna y no el tipo de integración que quieren los regímenes populistas autoritarios”, en referencia a Venezuela y los países del ALBA-TCP.
Da igual si ganase Keiko o Kuczynski en referencia a la Integración Latinoamericana y la cooperación Sur-Sur. Sus mismas apuestas a favor del neoliberalismo económico, por los TLCs, en defensa del desarrollo exógeno y la economía internacional contra el proteccionismo endógeno, en pugna continental contra el ALBA-TCP y MERCOSUR, potenciando la inversión extranjera de multinacionales frente a inversión pública, o mirando más hacia Asia y Estados Unidos que Latinoamérica con el macro Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP),… hacen menguar sus pugnas partidistas que usan bajo el debate Fujimorimo vs Antifujimorismo.
Aún así, esto no fue visto por 17 millones de peruanos de casi 21 millones de electores, el 82,19% de participación, que fueron a votar. Los votantes se decantaron por un candidato u otro en esta segunda vuelta electoral, efecto que hizo justificar a la política institucional peruana las supuestas diferencias entre Keiko y Kuczynski -en sus programas electorales, en sus experiencias biografías, o en su espectáculo mediático – y ocultar finalmente las fuertes similitudes y la gran victoria electoral; la de la hegemonía del Neoliberalismo y la Alianza del Pacífico.