El pasado domingo se realizó en Uruguay el ballotage para definir al nuevo mandatario que dirigirá el país para el período 2020 – 2025. En una histórica elección, la diferencia entre ambos candidatos fue tan pequeña que los resultados se conocerán cuando se terminen de cotejar los votos observados.
Por Iván Barrera
En un nuevo capítulo de Nuestra América convulsionada, el pueblo uruguayo acudió a las urnas para decidir quién llevará las riendas del paisito por el próximo lustro. La primera vuelta vio como ganadora, con el 39,02% de los votos, a la dupla Daniel Martinez – Graciela Villar, representantes del Frente Amplio, partido que de la mano de Tabaré Vázquez y José “Pepe” Mujica gobierna desde 2005. Quienes terminaron en segundo lugar son Luis Alberto Lacalle Pou y Beatriz Argimón, representantes del histórico Partido Nacional o Partido Blanco, con el 28,62%. La diferencia entre ambos candidatos no llegó a ser suficiente como para que el Frente Amplio logré ganar las elecciones y todo se definió en el pasado ballotage.
El candidato del Partido Blanco, Luis Lacalle Pou, se presenta como el candidato opositor modelo del neoliberalismo regional. Se trata de un empresario de clase acomodada que se embandera en la reducción del estado para mejorar su eficiencia, la apertura al mundo y la defensa de la familia tradicional. Se vanagloria de haber votado siempre en contra del aborto legal, aunque dice arrepentirse de también haber votado en contra del matrimonio igualitario.
Por su parte, Daniel Martínez aparece como el sucesor del Frente Amplio que, de la mano de Pepe Mujica y Tabaré Vázquez, han sabido llevar las riendas desde 2005 promoviendo una considerable ampliación de derechos civiles que convirtieron a Uruguay en vanguardia en la región, así como también una drástica baja en el nivel de pobreza, llevándolo de 32% en 2016 a 8,1% en el pasado año.
Si bien Daniel Martinez arrastra el bagaje de los vaivenes sociales de los últimos años del Frente Amplio, el mayor freno tal vez se encuentre en el ideario de la alternancia. Así como sucedió en Argentina de forma democrática, como se intentó instalar en Venezuela de forma violenta y como se efectivizó en Bolivia a través de un golpe de estado, la idea de alternancia aparece como el principal garante de la democracia y la república por encima de cualquier mejora de derechos, en la economía o en la redistribución de la riqueza. Esa fue la principal carta del opositor Lacalle Pou, que lejos de hacer propaganda de sus ideas o propuestas, utilizó el dinero de pauta oficial en spots para defenestrar al partido actual.
Las estimaciones previas al ballotage daban a Luis Lacalle Pou como el gran candidato a quedarse con la presidencia. El Frente Amplio parecía haber alcanzado un techo de 40 puntos mientras que el candidato del Partido Blanco recibió el apoyo de gran parte del arco opositor, lo que llevaba a estimar una diferencia mayor a 10 puntos porcentuales entre ambos candidatos. Sin embargo, la contienda fue más reñida de lo estimado por cualquier consultora.
En una jornada histórica, el domingo de elecciones finalizó sin ganadores ni perdedores, con festejos ahogados y con esperanza de los dos lados. El Partido Blanco sumó 1.168.019 votos, posicionándose primero con el 48,71%,mientras que el Frente Amplio lo hizo con 1.139.353, sumando el 47,51%. El restante 3,78% corresponde a votos en blanco o anulados.
La diferencia entre ambos partidos es de apenas 28.666 votos. A su vez, los votos observados, es decir, aquellos que deberá fiscalizar la justicia electoral para determinar si se computan como votos válidos o nulos, alcanzan los 35.229. La corte electoral determinó que la diferencia es tan pequeña que hay que esperar a la fiscalización de dichos votos para determinar un ganador absoluto.
¿Y ahora qué pasa? El resultado final llegará el jueves o viernes de esta semana. La gran ventaja la tiene el Partido Blanco. De computarse los 35.229 votos observados como votos positivos, el 82% de dichos votos debería corresponder al Frente Amplio y solo el 18% al Partido Blanco para que la diferencia de como ganador a la dupla Daniel Martínez – Graciela Villar.
Cerrado el escrutinio, Lacalle Pou salió a reconocer su victoria como “irreversible” y señaló que “el 27 de octubre dejó tierra fértil para hacer la alternancia tan necesaria” y señaló que se avecina “un momento histórico que está sobre los hombros de hombres y mujeres de cinco partidos políticos que van a gobernar el país conjuntamente”.
Por su parte, el candidato Daniel Martinez expresó ante la militancia que acompañaba en el bunker: “Hay que esperar, pero queda claro en esta elección que el que sea electo presidente tendrá la tarea histórica de buscar los entendimientos que nos permitan pensar en un solo Uruguay y gobernar para la gente.” En cuanto a la unidad del arco opositor para este ballotage expresó que “quedó demostrado que no alcanzaba con acuerdos políticos firmados entre cuatro paredes porque el pueblo uruguayo es inteligente y no está dispuesto a perder los derechos obtenidos durante todos estos años.”