Con algunas manifestaciones callejeras, errores en el software de conteo de votos y la denuncia de fraude transcurren los días posteriores a las elecciones generales del 16 de junio en Guatemala. Sandra Torres y Alejandro Giammattei se disputarán la presidencia pero no la esperanza de cambio que la protagonizó Thelma Cabrera, la mujer indígena del MLP que realizó una elección histórica.
Por César Saravia y Laura Salomé Canteros / Foto: Nelton Rivera
Las elecciones en Guatemala dejaron a su paso un sabor agridulce. Si bien las encuestas anticipaban una segunda vuelta con Sandra Torres y Alejandro Giammattei, fueron estas mismas encuestas las que subestimaron lo que podía hacer Thelma Cabrera y el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), que obtuvo un cuarto lugar; apenas tres puntos porcentuales por detrás del segundo lugar, logrando una histórica votación para una movimiento de base indígena y con propuesta anti- neoliberalismo y anti- colonialismo.
Thelma Cabrera logró poner en agenda dos de los temas centrales en la búsqueda de una transformación estructural de la sociedad guatemalteca y esa necesidad fue reconocida con el voto: el reemplazo del régimen de propiedad privada de la matriz energética por una estatal, mediado por la consulta popular y comunitaria; y la necesidad de construir un Estado Plurinacional en un país donde cerca del 50% de la población se reconoce indígena. Destaca el hecho de que la votación realizada en Estados Unidos, dio a Cabrera como ganadora, pese a que en términos absolutos los votos en el país norteamericano son significativos porque expresan un deseo de la población en el extranjero por un cambio en su tierra de origen.
Por eso, frente a un sistema político corrupto y fraudulento, en que el propio Tribunal Supremo Electoral (TSE) se ha visto obligado a reconocer la necesidad de un recuento por las claras señales de fraude, ¿qué conclusiones podemos sacar de este resultado? Los 11% conseguidos por Cabrera pueden ser leídos en cierta forma como un triunfo, si pensamos que lo electoral es nada más un momento coyuntural de una lucha más amplia, una lucha que ha estado ahí, silenciosa, incluso menospreciada por algunos sectores del progresismo y la izquierda, una lucha contra un modelo que tiene como bandera la muerte y el despojo. Esa Guatemala que en sus profundidades resiste a la muerte y que logró articular un proyecto electoral por el que nadie daba nada hace unos meses; y lo hizo levantando dos de las banderas más claves en la lucha social. Quizás sea un triunfo que opere en el plano de lo simbólico, pero en un país donde reina la apatía y la desesperanza, esto es bastante, es la certeza de que “hay algo más” por fuera del pacto de las élites de corruptos y conservadores.
La elección del pasado 16 de junio, además, dio cuenta de una dispersión importante en el voto. No solo ningún candidato y candidata logró el 50%, sino que la suma de los votos de Torres y Giammattei tampoco lo logró. Es decir que la segunda vuelta tendrá como protagonistas a una candidata y a un candidato que no tienen el apoyo de al menos el 60% de las y los votantes. Es más, si miramos a la izquierda ideológica, si se suman los votos del MLP, WINAQ, URNG Maíz (partido político que surgió de la guerrilla), LIBRE y Convergencia, el resultado arroja un 19%, suficiente para entrar a la segunda vuelta. Si bien hay importantes diferencias entre estos partidos, no se puede descartar la posibilidad de que alrededor de la figura de Thelma Cabrera se puedan sumar otros sectores para pensar a futuro una alternativa más amplia.
“Ningún proceso electoral es perfecto”
A una semana de las elecciones, el partido movimiento que llevó como candidata a la primera mujer indígena del país centroamericano y que fue sorpresa ante unas elecciones que poco prometían cambiar la apatía generalizada, anunció que presentarán, a nivel municipios, las impugnaciones necesarias y tal como lo establece la ley, como evidencia de fraude tras cotejar que las actas físicas que poseen no se corresponden con los resultados publicados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Además informó que se estarán realizando asambleas y convocatorias a acciones colectivas de protesta y repudio frente a la estafa electoral, con el llamado a “defender nuestro voto digno en las calles”.
Más de una semana de las elecciones pasó hasta que el TSE comenzó a corregir lo que llamaron “errores” en el software, lo que perjudicó el traspaso de los datos de las actas electorales. Esto provocó que algunos candidatos/ as a diputados/ as del Parlamento Centroamericano, Congreso y cinco alcaldías recibieran hasta el doble de votos o se les restaran. Según informaron desde el Departamento de Informática del organismo, en los próximos días se verificará la adjudicación de votos, proceso que se espera finalice en 15 días, esperando se cumpla con los plazos para llegar a la segunda vuelta electoral que se realizará el 11 de agosto.
Antes se dedicó a difundir las posiciones de la Misión de Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y del consorcio de organizaciones de la sociedad civil que ofició de observador, “Mirador Electoral”. El primero rechazó “las insinuaciones de fraude en las elecciones”, afirmando con tono paternalista que “ningún proceso electoral es perfecto” y que, si bien la Misión recibió denuncias de compra de votos y observó el acarreo de votantes y errores en la digitación de las actas, “de ninguna forma estas acciones modifican la voluntad popular reflejada en los resultados de la contienda presidencial”. El segundo concluyó “ante las evidencias de errores de digitación de actas electorales” que “el evento electoral se desarrolló de manera normal” y que al momento del conteo, en aproximadamente el 90% de los espacios, hubo fiscales de al menos dos de los partidos políticos contendientes, confiando en que el TSE será el organismo que “desvanecerá la desconfianza y dudas que se generaron por los errores incurridos en las elecciones”.
Cabe mencionar que en uno de los municipios del país, San Marcos, se suspendieron las elecciones por hechos de violencia que ponían en riesgo la integridad de las autoridades de mesa. Como hecho previo y que revierte una mayor gravedad institucional, el fiscal de delitos electorales, Oscar Schaad, había solicitado una licencia tras denunciar amenazas contra su integridad y la de su familia. Durante el 16 de junio se registraron además ataques contra periodistas/ corresponsales que estaban cubriendo los comicios.
Una segunda vuelta con sabor a continuidad
Durante la jornada del lunes, pobladores de San Juan Chamelco, en el departamento de Verapaz, protestaron frente a la oficina municipal. También lo hicieron las y los pobladores de la aldea Cabezas, municipio de Oratorio, departamento de Santa Rosa, quienes bloquearon durante horas la carretera que conduce a El Salvador. En las últimas horas la situación se tornó confusa en Guatemala luego de que algunas organizaciones llamaran a no caer en la manipulación, luego de que el partido FCN-Nación, del presidente Jimmy Morales desconociera los resultados electorales y alertara sobre la amenaza de una “dictadura” impuesta por la UNE, el partido de Sandra Torres.
De concretarse el resultado electoral, la segunda vuelta enfrentará a Sandra Torres, quien llega por segunda vez a esta instancia, y a Alejandro Giammattei, quien fue ex director del Sistema Penitenciario de Guatemala y quien estuvo en prisión durante 10 meses a causa del “Caso Pavón” en 2006, cuando la policía y el ejército entraron a un centro penitenciario para restablecer el control, operativo en el que fueron asesinados 5 personas privadas de su libertad. Tras pasar un tiempo en prisión, Giammattei salió de la cárcel al no poder probarse su participación en los hechos.
Tanto Torres como Giammattei son figuras conocidas en la política guatemalteca. Sus aspiraciones presidenciales vienen desde hace años y en buena medida son parte del llamado “pacto de corruptos”. Paradójicamente, todo parece indicar que Giammattei podría ser electo presidente más que por méritos propios por el amplio rechazo que genera Sandra Torres.
El desencanto de la población se profundiza y el sistema, en decadencia, garantiza, al menos por un tiempo, su supervivencia. La esperanza para los próximos años quedará en sí las fuerzas políticas desplegadas en las movilizaciones ciudadanas del 2015 y 2017, así como en la digna resistencia indígena- campesina contra el saqueo extractivista y de los incipientes movimientos feministas que se levantan contra el conservadurismo religioso, pueden encontrar un punto de encuentro que permita construir para las y los guatemaltecos, un proyecto de consenso y transformación para el disfrute de la vida digna.
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