Por Marcelo Righetti
Los comicios dieron por ganador al PP, pero con la imposibilidad de formar gobierno, incluso si se alía con Ciudadanos. El PSOE confirma su debacle y Podemos mira con expectación su futuro político.
Las elecciones que se llevaron a cabo este domingo en España se han constituido como las más esperadas desde la muerte del Dictador Francisco Franco y la vuelta de los procesos electorales para la definición de las autoridades. La particularidad más significativa es lo que se ha dado a conocer como el fin del bipartidismo, teniendo en cuenta que las dos fuerzas políticas que se han repartido el gobierno de España desde fines de los ´70s, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), han perdido gran cantidad de apoyos entre el pueblo español. La irrupción de dos formaciones políticas como Podemos, liderada por Pablo Iglesias, y Ciudadanos, conducida por Albert Rivera, han provocado una transformación del escenario político y se han mostrado como expresiones de un cierto clima de cambio entre la sociedad española.
La campaña electoral se realizó en un contexto de continuidad de la crisis económica (con un desempleo que supera el 20% y que alcanza el 50% entre los jóvenes) y donde los ejes de debate se repartieron entre los casos de corrupción del PP, la situación de Cataluña y el clamor independentista, los ataques terroristas y las formas de responder a este fenómeno y la propia situación económica. Los debates televisivos, en los que no participó el actual Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dieron la posibilidad de mostrar las diferencias programáticas entre las cuatro principales fuerzas, a pesar de que todos asumieron el lenguaje del cambio, como un elemento necesario para interpelar a un electorado deseoso de transformaciones y hastiado de la dinámica política reinante.
Dicho esto, y a pesar de las buenas elecciones que ha realizado Podemos, tanto el PP como PSOE continúan siendo las dos fuerzas políticas con mayor cantidad de escaños en el Congreso de los Diputados. Los resultados, con el 99,93% de los votos escrutados, indican que el PP liderado por Mariano Rajoy obtuvo el primer lugar con 123 diputados y poco más de 7 millones de votos (28, 72%), mientras que el PSOE que impulsaba la candidatura de Pedro Sánchez, su actual Secretario General, se colocó en segundo lugar con 90 escaños y 5 millones y medio de votos (22,02%). Sin embargo, comparado con las elecciones realizadas en 2011 el bipartidismo ha perdido una cantidad sustancial de votantes y de escaños (el PP había obtenido 186 diputados y casi 11 millones de votos y el PSOE 110 y en 7 millones, respectivamente). De hecho, ha sido la peor elección del PSOE en la historia democrática reciente y del PP desde 1989.
Por su parte las nuevas fuerzas que ponen en cuestión el dominio de los partidos tradicionales, han mostrado una performance algo distinta a lo que indicaban las encuestas previas. La fuerza liderada por Pablo Iglesias (sumadas sus confluencias regionales) se colocó en tercera posición con 69 diputados y algo más de 5 millones de votos (20, 66%), en tanto que en cuarto lugar se ubicó Ciudadanos (que algunas encuestas llegaban a colocar en segunda posición) con 40 escaños y 3 millones y medio de votos (13,93%).
Párrafo aparte merece el desempeño de Izquierda Unida que desde hace más de una década venían ocupando el tercer lugar en las votaciones, pero muy lejos del PP y PSOE. Bajo la conducción de Alberto Garzón, buscó establecer una coalición con Podemos de cara a las elecciones, la cual se vio frustrada luego de largos idas y vueltas entre ambas formaciones. Afectados por el diseño del sistema electoral, apenas logró alcanzar 2 escaños y perdió 9 respecto de las anteriores elecciones y lo que es más importante perdió la referencia en el espectro político que había construido hasta la aparición de Podemos.
Con estos resultados, se podría afirmar que no hay grandes ganadores debido a que tanto el PP como el PSOE, pese a continuar en los primeros lugares, han tenido un retroceso muy grande. Por su parte, la expectativa de Ciudadanos era mucho más alta que el cuarto puesto que han alcanzado aunque pasaron de no tener diputados a contar con una bancada de 40 miembros. Quienes mejores sensaciones se llevaron de estas elecciones son los partidarios de Podemos, colocándose en un expectativo tercer puesto y con perspectivas de seguir creciendo frente a los dilemas y crisis que sufre el PSOE, además que las victorias obtenidas en Cataluña (en donde la figura de la nueva alcaldesa de Barcelona Ada Colau ha sido un factor extraordinario para alcanzarla) y en el País Vasco (aunque obtuvo menos escaños que el Partido Nacionalista Vasco), y las buenas elecciones en la Comunidad Valenciana, Galicia y otras regiones le permitieron señalar a Pablo Iglesias que son “la única fuerza política de ámbito estatal capaz de liderar ese nuevo acuerdo que respete la plurinacionalidad constitutiva de este país”.
Incertidumbre del nuevo gobierno
Para formar gobierno la Constitución exige en primer término tener una mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, la cual se alcanzaría con 176 escaños. Ninguno de los partidos por si sólo lo ha alcanzado, mientras que las posibles alianzas que se podrían barajar entre fuerzas de la derecha-centroderecha (PP y Ciudadanos) o entre las de centro-centroizquierda (PSOE y Podemos), tampoco logran sumar los diputados necesarios. Las únicas coaliciones que alcanzaría un número suficiente serían dos: un acuerdo anti-PP que alíe al PSOE, Podemos y Ciudadanos o una alianza entre el PP y el PSOE, que aunque desde ambos lados –y desde el establishment- se encuentran voces que apoyan esta posibilidad, resulta todavía muy difícil que se realice teniendo en cuenta la virulencia con que el referente del PSOE, Pedro Sánchez, se ha referido hacia el actual presidente Mariano Rajoy durante la campaña electoral. Además, implicaría cavar su propia tumba porque daría muchas posibilidades para que Podemos capte a buena parte de su electorado.
Si ninguna de estas opciones para alcanzar la mayoría absoluta se concreta, la posibilidad siguiente es una votación en la que se podría conformar gobierno a partir de una mayoría simple (obteniendo más votos a favor que en contra). Si pasado dos meses no se logra alcanzar un acuerdo, se disuelven las Cortes y se llama a nuevas elecciones generales. Este escenario no puede ser descartado teniendo en cuenta la dispersión del voto y el complejo entramado de fuerzas que han deparado los resultados. Sin embargo, la presión de los sectores dominantes españoles y europeos se hará sentir para alcanzar algún tipo de gobierno con algo de estabilidad, que permita continuar con las políticas actuales y calme las ansias de cambio. De esta manera, todo parece indicar que continuará el clima de incertidumbre política que se vive en España en los últimos años, aunque se abrirá un nuevo capítulo, en donde las nuevas fuerzas deberán demostrar desde un lugar en las instituciones como se comportan en la actual dinámica política.