Por Leandro Vila. El debate político que atraviesa a la sociedad tiene su correlato en las instituciones deportivas. Las últimas elecciones en cada uno de los clubes así lo demuestran.
Habitualmente, solo entre el 27 y el 33 por ciento de los socios habilitados para votar concurrían a las urnas. Pero la tendencia cambió y casi la mitad de los empadronados asisten a emitir su sufragio.
El cambio de época no distingue entre clubes grandes y chicos. Ni siquiera entre aquellos que tienen su economía saneada y quienes están en bancarrota. El fenómeno arrancó a fines de 2009. Cerca de 15 mil socios (la mitad del padrón) fueron al Monumental para elegir a Daniel Passarella como presidente de River. Aquel sábado ni siquiera el mal clima, un dato que en los comicios de los clubes es tenido en cuenta para evaluar la potencial participación electoral, amilanó a los socios. En 2005, cuando José María Aguilar fue reelecto, apenas habían votado 7500 personas, la mayoría de ellos asiduos concurrentes a las instalaciones del club. Cuatro años más tarde fueron los socios de cancha los que conviertieron en ganador al Kaiser, quien derrotó por solo 6 votos a Rodolfo Donofrio, un empresario vinculado a Gerardo Werthein, el propietario de Telecom, y a Daniel Hadad.
En diciembre de 2010, 8200 cuervos se volcaron en masa a las urnas. La cifra constituía casi el 50 por ciento del padrón. La mala gestión de Rafael Savino y la necesidad de hallar una respuesta superadora a la crisis explicaron, en parte, el auge participativo. Otro de los motivos fue el importante volumen de jóvenes que votaron por primera vez. Apenas la mitad de esa cifra había votado tres años antes.
El 2011 fue un año lleno de elecciones en los clubes deportivos. En Boca votaron 25.000 personas, sobre casi 50.000 habilitados. La polarización entre los macristas, que avalaron al binguero Daniel Angelici, y los kirchneristas, que respaldaron a Jorge Amor Ameal, provocaron un mayor interés, ya que la disputa política trascendía las fronteras de La Boca. El sábado 17, se votó en Racing y en Argentinos. En Avellaneda participo casi el 45 por ciento. Si bien en 2008 había votado 60 por ciento, el récord estaba vinculado con la falta de democracia institucional en La Academia durante la década de permanencia de Blanquiceleste Sociedad Anónima. Por el lado del Bicho de La Paternal concurrieron 2000 personas.
En los tres clubes existió el mismo denominador común: las gestiones que eran interpeladas habían conseguido logros deportivos o institucionales en los últimos años. En Racing, el 84 por ciento se inclinó por las dos opciones oficialistas. La liderada por el funcionario de la AFIP, Gastón Cogorno, y el ex presidente, Rodolfo Molina, que cosechó el 68 por ciento, y la del vice, Pablo Podestá, que logro solo el 16 por ciento. En el periodo comandado por Molina y Podestá, Racing armo un plantel competitivo que le permitió salir subcampeón, se capitalizó en materia de jugadores y, lo más importante, comenzó a consolidar una nueva etapa institucional, luego de la debacle privatista. En Argentinos, los hinchas celebraron un titulo tras 25 años de sequía, en 2009.
En ambos clubes se registraron cifras récord de votantes, pese a que se lograron determinados éxitos. En Boca, el mismo día de los comicios, Riquelme, Schiavi y compañía daban otra vuelta olímpica. Un mes antes, se había difundido un balance que arrojaba un importante superávit. Sin embargo, el hincha apoyó al hombre sostenido por Macri.
En Independiente, las cosas fueron distintas. El tendal dejado por la gestión de Julio Comparada, quien no se postuló, ni fue a votar, obligó a los socios a volcarse en masa a la sede. Fueron 14.000 socios a votar sobre 38.000 autorizados. El 60 por ciento eligió a Javier Cantero y enterró al aparato sostenido por Cacho Álvarez, ex intendente de Avellaneda durante cuatro periodos y antiguo ministro de Desarrollo Social de Daniel Scioli. El hombre del PJ tuvo el respaldo de Moyano, la Unión Industrial y la propia barra brava roja. En la puerta de la sede, decenas de hinchas caracterizados cantaron toda la jornada en contra de Cantero y en favor de Cacho. El dato a tener en cuenta es que el nuevo oficialismo nació como una agrupación contestataria, contracultural si se quiere, que se animó a enfrentar a la barra en el terreno de lo discursivo. Ya en funciones tuvieron un primer altercado con la barra. Y en las últimas horas, su jefe dio un paso al costado. O por lo menos eso es lo que se desprende de una carta publicada en su Facebook.
El fenómeno abarca a clubes grandes y chicos. A aquellos que cosechan éxitos deportivos, como Boca y Argentinos, o institucionales, como en el caso de Racing, y también a los que atraviesan profundas crisis, como River, San Lorenzo e Independiente. En la mayoría de ellos aún queda una cuenta pendiente, que es el involucramiento de los socios en el día a día del club, factor indispensable para construir una real democracia participativa.