Abril de 2001. En la décima fecha del torneo se juega una nueva edición del superclásico del fútbol masculino. Minuto 72, luego de un rebote, el 10 le da un pase a la red y, ante una bombonera estallada, encara hacia el palco presidencial y le hace el Topo Gigio al presidente Macri reclamando salarios dignos y que no le corten el futuro a su carrera. 18 años después, el ahora presidente de la nación, realiza el mismo gesto frente a su público. La historia detrás del gesto.
Por Iván Barrera
Es 18 de abril de 2001, se juega una nueva edición del superclásico del fútbol masculino argentino. La bombonera es una caldera y el equipo de la rivera, que promedia la época más gloriosa de la institución, responde en ese sentido.El virrey se acomoda en el banco y se deleita de las posibilidades que tiene su club ante su eterno rival. Con “el pato” Abbondanzieri en el arco, “el negro” Ibarra y “el patrón” Bermúdez en la saga, “Chicho” Serna en el medio y “el chelo” Delgado en la delantera se presagia un partidazo
¿Y el 10? El 10 siempre presente. Juan Román Riquelme, de joviales 22 años ya es amo y señor del balón. La bombonera lo aclama, el fútbol argentino se divide entre el miedo y la adulación y desde el exterior se relamen ante tamaño proyecto de jugador. El Barcelona catalán, que supo albergar a Maradona a su misma edad y que tenía en sus infantiles a otro argentino de nombre Lionel, ya negocia con el xeneize para incorporar al crack. Pero la negociación no es sencilla. Desde la comisión directiva solo ponen obstáculos y demoran el sueño del pibe de triunfar en el fútbol europeo.
El jóven empresario Mauricio Macri lleva las riendas del club. Con mucho éxito en lo futbolístico y muchas polémicas en lo interno, la gestión del club es conocida en el mundo del fútbol por las demoras y lo conflictivos que son los mercados de pases. Entre otros asuntos, Macri es tristemente conocido en el interior del club por crear Boca S.A., un “fondo de inversión” presidido por el mismo presidente, que buscaba invertir en el club comprando los pases de jóvenes promesas, inyectando así dinero al club. Medida que fue detenida por los socios de club. Todo muy legal.
En el mundo Boca ya se conoce el descontento del 10 por la demora en el pase al conjunto catalán y la falta de una oferta salarial que complazca su permanencia en el club y su presente futbolístico. Los hinchas lo saben, el periodismo lo sabe, sus compañeros lo saben, el cuerpo técnico lo sabe, el presidente lo sabe pero de puertas afuera todo parece color de oro.
Boca domina el partido a pesar del 0 a 0 parcial al concluir el primer tiempo. En el complemento, “el negro” Ibarra captura un rebote, la acomoda y llena el arco de gol haciendo estallar a la bombonera entera. Cinco minutos después, el 10 filtra una pelota al “chelo” Delgado, que es derribado por el arquero millonario. Penal para Boca. La bombonera es una caldera. El 10, amo y señor del balón la acomoda, lanza, ataja Constanzo, rebote, cabeza, gol. Otra vez estalla la bombonera: en la popular los hinchas se trepan al alambrado para ver de cerca al 10, la platea enloquece y en el palco aparece un Macri contento de cerrar un nuevo superclásico.
El 10 conserva la calma a pesar de la euforia generalizada, pide a sus compañeros que no lo abracen, que esperen, que algo va a suceder. El 10 trota hacia el lateral de la cancha y de cara al palco presidencial se lleva las palmas detrás de las orejas imitando al mítico Topo Gigio. Macri sonríe nervioso e incómodo, las cámaras lo enfocan, él sonríe y simula no entender, él preferiría estar viendo el partido en un sillón desde su hogar.
“Fue por mi hija, es fanática el Topo Gigio” explica el 10 finalizado el partido, que amaga rivales adentro en la cancha y periodistas afuera. El 10, un tipo que sabe de astucia y al que le sobra audacia. Con la precisión con la que tira un caño de espaldas, da a entender semanas de conflicto con una respuesta infantil y cuasi ridícula.
Agosto de 2019, 18 años después, Macri cierra su campaña buscando su segundo mandato en la presidencia nacional. En el medio de un discurso tan nervioso e incómodo como aquel momento en el palco, imita el gesto que le hizo el último 10 en su cara, en su casa, ante su gente, pero esta vez buscando la aclamación de un público de amigos y amigas. El “presidente futbolero” intenta una vez más mostrar su lado más popular imitando al ídolo que instaló uno de los símbolos de protesta dentro de la cancha más importante dentro del fútbol local. Gesto que también fue apropiado por las jugadoras de la selección femenina ante la falta de respuesta de los dirigentes. El público lo aplaude y le festeja la ocurrencia al grito de “sí se puede”, en un acting ensayado que de audacia y astucia sabe poco.
El final del cuento es conocido. Boca cerró el superclásico 3 a 0. El 10 finalmente fue transferido al Barcelona en un pase récord. El “patrón” Bermúdez y el “chelo” Delgado dejaron el club con fuertes acusaciones a que el entonces presidente de la institución solicitaba parte de los pases para que se dieran las transferencias. Bianchi también siguió sus pasos. Luego de una conferencia de prensa en la que sorpresivamente irrumpió Macri intentando forzar una respuesta ante la negativa de renovar el contrato, terminó con el Virrey abandonando la conferencia dejándolo solo. Nervioso e incómodo.