Por Rosario Dezeo / Foto: Constanza Portnoy
Jóvenes y adolescentes pisaron la calle, algunas y muchos por primera vez, porque no quieren que el machismo se cobre una vida más. En la Plaza del Congreso, cuestionaron la mirada de las generaciones antecesoras y el rol de los medios, y reflexionaron acerca de cómo conviven día a día con la violencia de género.
Al borde de la plaza, junto al cordón, se concentró un grupo de amigas que, como tantos otros adolescentes, se fueron abriendo paso entre los adultos hasta asumirse, también, como protagonistas de la marcha. Alineadas en un semicírculo, en principio tímidamente pero después de manera desenvuelta, se animaron a dialogar sin prejuicios acerca de la convocatoria y los motivos que las movilizaban.
“Yo vine porque veo a mis pares que sufren de violencia y pienso que quizás yo puedo ser una víctima”, comentó Manuela (17), en voz baja, casi susurrando; y Sofía (18) inmediatamente agregó: “Nosotras vivimos en carne propia los temas del machismo, por eso esperamos que esta sociedad cambie, que la nueva generación no sea igual que la que estamos viviendo nosotras”.
Según contaron, en sus vidas cotidianas padecen las violencias que afloran en cada rincón del entramado social. “En la calle la sufrimos todo el tiempo, y en el boliche también, ¿pero quién dijo que los hombres tienen derecho a tocarte, a decirte cosas incómodas?”, preguntó enfáticamente Agustina (17). Y en ese sentido, añadió: “¿Soy yo la que me tengo que sentir incómoda por vestirme como estoy vestida o es el hombre el que tiene que ubicarse y parar? Si sos hombre y te enojás si le dicen algo desubicado a tu hermana, a tu novia, ¿por qué me lo decís a mí?”.
Florencia, de 17, coincidió con su compañera en que las salidas nocturnas resultan problemáticas para las mujeres y que, incluso, el conflicto continúa hasta la mañana siguiente. “Cuando salís a bailar y te quedás a dormir en lo de tu amiga, al otro día vas caminando por la calle con un shortcito corto y pensás en cruzar la calle porque hay un hombre que te puede gritar algo, y no tendría que ser así”, se quejó. Este tipo de episodios, agregó la joven, “pasan todos los días” al punto de que vuelven costumbre y “se viven como algo normal”.
“Manuela y yo manejamos -contó Sofía- y todo el tiempo los conductores hombres te están agrediendo, todo el tiempo es la mujer la que no sabe, te denigran y la verdad es que eso molesta”.
Cuando se les preguntó por cómo sus pares varones percibían (o no) la problemática, las cuatro amigas -junto a una quinta integrante que prefirió no meter bocado- se dirigieron unas miradas cómplices y rieron, con una mueca en los labios como sugiriendo que “ellos no entienden nada”. Comentaron que alguna vez lo hablaron con algunos compañeros pero que no le dieron “bola”.
“A mí lo que me da bronca –expresó Manuela, con el ceño fruncido-es que está tan impuesto que la sociedad es machista que decirle ´puta´ a una mujer es algo común. Capaz que no se dan cuenta, que lo hacen por costumbre. Pero estamos en 2015, hay que reaccionar un poco y cambiar el pensamiento”.
Las jóvenes no omitieron el rol que cumplen los medios de comunicación en las construccionesy los sentidos que producen acerca de la mujer y se atrevieron a poner la lupa sobre el discurso mediático. “Con el caso de Melina (Romero) intentaron echarle la culpa a ella porque iba a estar con hombres y la realidad es que, haya lo que haya hecho, no la tendrían que haber matado. Todo el tiempo justifican lo que le pasó, volviendo culpables a las víctimas”, reflexionó Sofía.
“Aparte es increíble cómo la gente grande, de otra generación, tiene ese pensamiento de decir ‘Mirá esta chica, lo que era, cómo estaba vestida, lo que hacía, cómo son la madre, el padre, el hermano’ y una cosa no tiene que ver con la otra, no por eso tiene que ver violada y asesinada”, señaló Agustina, sin disimular su enojo.
A modo de cierre, la adolescente manifestó sus deseos de transformación: “Espero que esta concentración signifique algo para la gente, que algo cambie, y no que quede como una marcha que pasó y se olvide”.
Nota central:
Del reclamo social a la agenda política: lo que ya nadie puede ignorar
Nota relacionada:
“Siendo hombres somos los primeros que debemos hacer el cambio”