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    Home»Sin categoría»El Roca Tour
    Sin categoría

    El Roca Tour

    19 marzo, 20136 Mins Read
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    El Roca Tour

    Por Damián Huergo*. Relato de este joven escritor del conurbano bonaerense, de su libro de cuentos Ida.

    “Todo es mentira en este mundo, todo es mentira la verdad”. Escuchaba por los auriculares, cuando sentí en la espalda la palma de una mano. Giré la cabeza y lo vi a Rolo, con las chuzas blancas y largas hasta el cuello de la camisa, igual que cuando atendía el buffet del club. No lo cruzaba desde que lo habían rajado.

    -Sacate eso sordo -dijo pellizcándome las orejas.

    -¡Qué hacés Rolo! -me saqué los auriculares y le di una palmada en el hombro.- ¿En que andás? -le pregunté mientras enroscaba el cable del mp3.

    -Laburando, pibe, como siempre.

    -¿Acá en el tren?

    -Sí.

    -¿Qué andás vendiendo? -le pregunté al notar que no cargaba mercadería.

    -Chamuyo -me contestó y se quedó callado.

    -Así que vendés chamuyo -dije en un tono artificial-. Mirá vos. ¿Y cómo es eso?

    -En vos puedo confiar ¿no?

    -Sí, Rolo, me extraña.

    -Bueno, te cuento rápido en qué estoy trabajando -dijo endureciendo los músculos de la cara-. Después del problemita en el club, mi cuñada, la jermu de Isidoro, me consiguió laburo en una agencia de turismo. En la Capi, por Corrientes, lejos del barrio. Me venía al pelo para desaparecer un tiempo.

    -Sí, me acuerdo, lindo quilombo habías armado.

    -Ni me hagas acordar -movió las chuzas blancas y continuó-, la cosa es que cuando llegué, las cuentas de la agencia estaban en rojo. Turismo desde la devaluación hay a cagar. Pero la competencia era salvaje y no entraba un mango. Me empecé a meter en el tema, leí mucho, y descubrí que con los gringos ya no funcionaba meterles dulce de leche como si fueran bizcochuelos; había que innovar, hay muchos pendejos viajando, así, como vos, y hoy por hoy te deja más guita llevarlos a La Matanza a ver piqueteros, que tenerlos bailando tango toda la noche.

    – …

    -Así que se me prendió la lamparita. Y una mañana caí a la agencia y le dije a la mina: tengo tu salvación, se llama El Roca Tour.

    -¿Me estás cargando Rolo? -le pregunté serio.

    -No bolú, es un negoción, al principio tardó en prender, pero después no paraban de caer gringos. Mirá, ves aquellos dos -dijo señalando con el brazo derecho al tumulto agolpado en la puerta.

    -¿Cuáles?

    -Allá, los que están parados en la puerta.

    -¿La morocha y el de rastas?

    -Sí, esos -me dijo con el dedo en la boca, como pidiendo silencio en los hospitales- son dos tanos. Desde la mañana los tengo viajando. Les marqué en el folleto el Riachuelo, la cancha de Racing, los talleres de Escalada…

    -Sos un ladri –lo interrumpí.

    -Por qué me tomás pibe, esto no es joda, mirá esto -dijo Rolo, mientras me alcanzaba un folleto con la foto del tren en la portada.

    -¿Y sabés inglés vos?

    -No, cero. Hello y excuse me. De ahí no paso. Pero la mina de la agencia siempre me manda con los que puedo chamuyar. Pensá que le salvé el negocio, la tengo acá -dijo poniendo la mano a la altura de la pelvis-. Estos tanos viven en México y chamuyan el español en chilango. Con el chinga, el buey y todas esas mierdas.

    -Mirá vos, che.

    -¿Vos qué tenés que hacer ahora? -me dijo al oído.

    -Nada, iba a dejar un currículum pero se me hizo tarde, quizás voy al cine.

    -O sea estás al pedo.

    -Algo así.

    -Me tenés que ayudar. Hay guita, no te preocupes -dijo y continuó rápido antes de darme tiempo a salir corriendo-. Mirá, los tengo a los dos viajando desde las ocho de la matina. Ya hicimos dos ida y vuelta Glew-Constitución, y un Ezeiza-Constitución. Lo de siempre. La cagada es que el tour se me está viniendo abajo. En las cuatro horas que los tuve arriba no vieron ni un robo, ni un gendarme bajando a las patadas a un punga, ni una loca matando a carterazos al novio. Nada de nada. Un fiasco total. A la morocha ni siquiera se la apoyaron en la hora pico -dijo Rolo con las manos en la cintura.

    -Y eso que está buena -agregué.

    -Sí, se rompe, no es la Cucinotta, pero lo que no tiene de tetas lo tiene de culo.

    -Lo lleva bien la tanita.

    -Bueno, te pido un favor, y te repito, hay buena guita, estos pagan en euros. Escúchame bien: tenés que ir, no mires boludo, vení, acércate. Y le tenés que tocar el culo a la tanita. Una buena tocada de culo. Con toda la mano. Que la sienta.

    -¿Vos estás mamado? -le dije soltando aire por los costados de la boca.

    -No, dale boludo, me tenés que salvar, pagaron más de cincuenta euros cada uno y no pasó nada. Con decirte que el tano se compró una revista de crucigramas. Después van y se me quejan en la agencia. Te doy veinte euros. Dale, agarrá.

    -Veinte euros rata. Pensá que si me enganchan me guardan. Por la mitad arreglamos.

    –Por la guita baila el mono, decía mi viejo -dijo Rolo y se rió-. Dale, me cagaste, te salvé la tarde pendejo.

    Rolo me puso cincuenta euros en el bolsillo de la campera. Me fui acercando. Despacio. Esquivando a los pasajeros que se sostenían con los aros blancos que cuelgan del techo. Me paré detrás de la tana. Tenía puesto un jean azul que le levantaba el culo hasta donde le terminaba la trenza. Por encima de su hombro observé al novio. Tenía la vista fija en los crucigramas y una rasta en la boca. Apenas se abrió la puerta en Temperley me acerqué por detrás. Con la nariz le rocé el pelo. Y con la palma de la mano le recorrí la raya del culo.

    –Chinga tu madre -escuché cuando salté del vagón al andén.

    Vi cerrarse las puertas. Y a la tana moviendo los labios tras el vidrio. Desde la punta del andén dos gendarmes se venían al humo. Salté por el otro costado y me fui corriendo por las vías. En ningún momento miré para atrás. Corrí y corrí y corrí. Pisando durmientes y adoquines. Hasta que vi un agujero en el alambrado, por donde pude escapar.

     

    * Nació en Longchamps en 1983. Es escritor, docente y sociólogo. Ha publicado la novela Un verano y el libro de cuentos Ida, del cual ha sido extraído este relato, enviado a Marcha especialmente por el autor.

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