Por Matías Eskenazi y Mario Hernández
Miembro de Economistas de Izquierda (EDI), siempre es una buena oportunidad dialogar con un referente a la hora de trazar los destinos de la economía en el país. Luego de las PASO y con las elecciones de octubre en la mira, Eduardo Lucita nos acerca sus reflexiones y críticas: desde lo que sucedió con el voto del mercado, hasta el empresariado que cambia su discurso a conveniencia; hasta los resultados de una izquierda que vivió su propia interna.
–¿Qué primer análisis podrías acercarnos sobre las PASO del domingo?
–Hay tres aspectos que me interesa destacar. En primer lugar, que el ausentismo estuvo arriba del 26% y que con los votos nulos, blancos e impugnados se llega a un 32%. Es la cifra más alta desde los años ochenta hasta ahora, lo cual evidencia que, más allá de que hay un crecimiento vegetativo de la población, hay un sector que ya no vota o no está obligado, hay cansancio en la gente. Este año ha sido un año de elección tras elección, y la gente no cree demasiado en las PASO.
La siguiente cuestión es que los tres candidatos que tienen posibilidades y que expresan los intereses de las clases dominantes –con diferencias– de las distintas fracciones del capital concentraron el 90% de los votos. En tercer lugar, que si se suma el voto peronista da un 60%.
Estas cosas no son una sorpresa, pero conviene no perderlas de vista porque hay que ver qué pasa en octubre y si hay una recomposición del peronismo en general. Porque lo que se destaca en estas PASO, y que se venía viendo dentro del FPV, es que el que sale verdaderamente triunfante en todo esto es el Partido Justicialista, ya no es el núcleo kirchnerista el principal. Por eso hay que ver a qué sistema de partidos marchamos, porque lo que era un interés de las clases dominantes, inclusive de la Embajada estadounidense desde hace años, de hacer un régimen bipartidista con dos partidos fuertes que se alternen, no sólo viene fracasando sistemáticamente sino que ahora ha saltado por los aires.
Desde el punto de vista de las PASO como tal, creo que, como suele decirse, la moneda está en el aire todavía: el sciolismo no alcanzó el esperado 40% pero sus pretensiones han sido reforzadas.
Por otro lado, Cambiemos estuvo dentro de lo esperado, no hubo sorpresas y donde sí hubo una gran recuperación fue en el Frente Renovador, sobre la base de que para poder levantar la caída que había tenido en los últimos meses fue el único que en los últimos 15 días elaboró algunas propuestas y eso le permitió recuperar un poco de presencia y porcentaje en los votos.
Hay algunos analistas que dicen que esta ha sido la campaña más vacía de los últimos treinta años, porque no se discutió absolutamente nada.
La otra cuestión que habría que ver, en contrapartida de todo esto, es el hundimiento de la centroizquierda en cualquiera de sus expresiones, en el ala socialdemócrata de Stolbizer y Binner, lo de este último es un fracaso espeluznante; o la versión socialcristiana, Lozano-De Gennaro que finalmente creo que han hipotecado su futuro político. Me parece que a partir de acá se van a dedicar a otra cosa. Era difícil que pasaran el piso restrictivo, pero también es sorprendente que sólo sacaran el 0,5%.
Lo que queda es la novedad del FIT, que ha validado su presencia nacional: casi 730.000 votos, que es un 40% más de lo que sacó en las PASO presidenciales del 2011, pero un porcentaje menor al de 2013, aunque no es lo mismo una elección legislativa que una presidencial. Pero podemos pensar que el FIT tiene un voto consolidado a nivel nacional de 3 puntos, y creo que ese es un dato interesante para la izquierda argentina.
Dentro del FIT la cuestión de la interna ha sido una verdadera sorpresa, si bien fue por menos de 3 puntos, unos 15.000 votos, sobre todo por la gran diferencia que la fórmula Del Caño-Bregman sacó en la provincia de Mendoza. Es interesante porque quiere decir que el PTS leyó bastante bien la cuestión del voto joven, porque lo que se sabe ahora, conversando por todos lados, es que muchos jóvenes han votado por la fórmula del PTS y que inclusive mucha gente por descrédito hacia el radicalismo u otras fuerzas, votó al FIT como forma de rechazo, no porque sean de izquierda, pero lo votan al “pibe joven”, no a Altamira.
“En el último mes hay una serie de declaraciones empresariales que están virando”
–Sobre el tema económico, hay un dato interesante: las acciones subieron, bajó el dólar blue y las compras de dólares ahorro. Es decir, subió el voto de los mercados… ¿Cuál es tu opinión como economista?
–Acá hay una enorme masa de capital que es timbera permanentemente, porque en realidad estas PASO no modificaron nada. La moneda sigue en el aire, lo que sí es que aprovecharon la baja de la Bolsa y ahora la subieron, es lógico que cuando sube el capital negro sale del dólar blue para ir hacia la Bolsa. El dólar negro a $ 15 es una exageración, aparentemente $ 13 sería un tipo de cambio de arbitraje normal. Y la Bolsa es una fuente de especulación muy grande, en la Argentina no hay mercado de capitales, y no lo puede haber porque tampoco hay ahorro. Cuando la Presidenta dice: “El capitalismo es consumo”, dice solo una parte, porque el capitalismo es consumo, ahorro e inversión… acá no tenemos ahorro y tampoco inversión. Si no hay ahorro, tampoco hay mercado de capitales.
Creo que son movimientos especulativos, pero de todas maneras hay que tener en cuenta que en el último mes hay una serie de declaraciones empresariales que están virando. Todos los grandes capitales que hicieron grandes ganancias durante estos diez años del modelo kirchnerista, ahora han abandonado el modelo desarrollista y apuntan hacia otro lado. Pero la novedad de los últimos quince días es que hay varias fracciones de las cúpulas industriales que le están dando el apoyo a Scioli, cosa que hasta el momento no se había manifestado de manera tan amplia como sucede ahora.
–Escribiste un artículo previo a las elecciones “¿Qué perspectivas abren las PASO?”, donde señalás que “ya casi nadie habla de política de shock”…
–Hasta hace 5 o 6 meses circulaba la versión, sobre todo cuando Macri dijo que el 11 de diciembre iba a hacer desaparecer el cepo y el impuesto a las ganancias, entre otras cosas. Esa era una política de shock, porque levantar el cepo tiene que ir acompañado de una devaluación y una serie de medidas: si levantás el cepo sin hacer nada, no te queda ni un dólar. Ahí surgió la idea de la política de shock alentada por los gurúes como Broda y Melconian.
Se hablaba también de que haciendo la devaluación se tirarían rápidamente abajo los salarios y se frenaría la inflación, es decir, lo que hemos visto en nuestro país en varias oportunidades. A medida que avanzaba el proceso electoral y que el sciolismo demostraba que estaba más fuerte de lo que se pensaba y que finalmente triunfó sobre el kirchnerismo y le impone las condiciones, cambió el panorama. Sectores como Melconian y compañía. empezaron a hablar de que la inflación no se puede resolver de inmediato, Massa hablaba de un año y medio, que el cepo se puede levantar pero gradualmente, que hay muchas formas de mejorar el tipo de cambio, no solo con la devaluación; es decir, volver a la política de cambios múltiples que hubo en la Argentina tantas veces.
Esta semana comenzó a hablarse de que el sciolismo estaría proponiendo el desdoblamiento del tipo de cambio. Todo parece bastante racional, todo apunta a un corrimiento hacia el centro derecha, van triunfando concepciones gradualistas. Esto tiene que ver con otras cosas, desde Cavallo en adelante, el tipo de cambio es el eje sobre el cual las clases dominantes se distribuyen el excedente económico. Pero esto no es homogéneo, porque ahora no es como en el pasado que el tipo de cambio beneficiaba directamente al sector agrario y hundía al sector industrial; hoy hay sectores exportadores que se benefician del tipo de cambio, pero al mismo tiempo la matriz de insumo-producto argentino tiene entre un 37% y un 40% de importado. Entonces si devaluás, beneficiás a las exportadoras pero perjudicás tremendamente a los que producen para el mercado local, que es lo que el gobierno está tratando de fortalecer.
Por lo tanto, todas esas fracciones del capital no se ponen de acuerdo sobre el monto de la devaluación y si tiene que ser abrupta o no, esto frena y lleva al gradualismo. Veremos si en esta recomposición política se da también una recomposición en el conjunto de las distintas fracciones del capital y logran armar un comando del bloque que indique para dónde está su salida.