Por Mauricio Polchi – @maurielbueno
Conversamos con el abogado de los familiares de las víctimas de Once momentos antes de la sentencia. El letrado, además, es tío de Lucas, el joven de 21 años que perdió la vida en aquel trágico accidente.
Leonardo Menghini pidió la pena de 15 años de prisión para los ex secretarios de Transporte, Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime, y 18 años para el ex dueño de TBA, Sergio Claudio Cirigliano. Los tres fueron acusados por los delitos de estrago doloso y administración fraudulenta.
–¿Cómo se preparan para la audiencia de hoy?
-Estamos confiados porque el trabajo fue largo, duro, y creemos que las pruebas están arriba de la mesa. Esperamos que el tribunal las quiera leer y que las valores como las valoramos nosotros, condenando a todos los responsables y poniendo la responsabilidad de la tragedia en los funcionarios que no controlaron y en quienes recibían los subsidios y no cumplían sus deberes.
–¿Ven viable el pedido de condena?
-Nuestra petición, de entre 18 y 10 años, la hicimos porque nos fundamos en el hecho y por eso la calificación de “estrago doloso”. Entendemos que la previsión que había de la tragedia es clara, con La Tragedia de Flores como un antecedente directo, y las constantes denuncias y fallas que eran cotidianas. Por eso para nosotros eso esta probado. La valoración que hizo el fiscal es “culposo”, también es respetable, porque lo importante es que puso el acento en la responsabilidad conjunta y eso es lo que nosotros también marcamos. Después, la valoración del hecho en sí puede variar. Pero igual estamos confiados.
–¿Se puede probar el desvío de subsidios?
-Para nosotros eso está absolutamente probado. El subsidio era la raíz del negocio. Ahora bien, nosotros no nos metemos con los subsidios. La plata para mantener el tren estaba, pero lo que han hecho los empresarios fue llevarse esa plata a sus propias arcas, a sus propias compañías. O sea, desmantelaron un servicio con la vista gorda de los funcionarios. Y todos tienen que pagar por eso.
–¿Qué le deja este proceso, en particular por su condición de abogado querellante y familiar?
-En lo personal, el principio lo vivimos como la parte más dura porque fue cuando decidimos que lo íbamos a hacer nosotros porque no confiábamos en nadie. Nos cerramos nosotros y encontramos cobijo en la otra gente. De hecho, hoy yo no siento que represento a mi familia, porque en concreto represento a 11 familias. De todas formas, nosotros como querella encaramos el trabajo seriamente, pensando en las 51 personas que murieron y en lo que tiene que ser esto para la historia argentina.
-¿Este no es un juicio más para la sociedad argentina?
-La tragedia de Once, más allá de la condena, demostró que se puede procesar y poner en juicio oral a los funcionarios de turno. Ya no nos pueden decir que eso no se puede. O ya no pueden decir que una instrucción en dos años no se hace porque se hizo, o que no puede haber una sentencia en menos de cuatro años porque se hizo. La bisagra de este juicio es muy importante. El poder político siempre negó la tragedia. Creo que eso evidencia su responsabilidad. El kirchnerismo siempre tuvo una manera de actuar en la cual al enemigo había que destrozarlo con su propio lenguaje, darlo vuelta, mostrar su pasado, exponerlo. Al negar la tragedia, les resultaba imposible entrarnos por ningún lado porque la verdad era contundente y las familias tenían una conducta intachable.
–¿Notó que algunas familias tenían empatía con el kirchnerismo y luego se alejaron?
-Yo eso lo veo en la sociedad. Con la Tragedia de Once mucha gente comprendió otras cosas del kirchnerismo. El discurso de apoyo a la clase trabajadora, en la Tragedia de Once no se demostró. Ante los gestos de oponerse al poder económico, ese hecho mostró el entramado del poder político con el poder económico. Entonces, creo que eso afectó a mucha gente, más allá de lo cercano, de quienes perdieron a un ser querido. Entiendo que lo que ha pasado en la Argentina en estos últimos tiempos también tiene una marca por lo ocurrido aquel 22 de febrero.