Por Ramón Raggio. Segunda entrega del diálogo con Hernán López Echagüe. La sexta pregunta de la pirámide invertida del periodismo, por qué, y el rol transformador del registro. Pensar al lector desde el lenguaje periodístico y su rol activo en la construcción de sentido.
– Coincido con vos en que los medios tradicionales desatienden el por qué de la producción periodística. Me parece que por otro lado tienen un porque para hacer eso.
Hay un porqué, pero que no llega a ser un porqué. El porqué puede tener muchas causas. Por qué un tipo mató a una mujer, habrá miles de causas. En algunos hechos los porqués son evidentes. Si hay un accidente, y hay uno borracho, es claro. Lo mismo los porqués que motivaron el corte en Puente Pueyrredón. Pero el Por qué que daba el gobierno, que de hecho inició una causa contra La Verón y otros grupos, era, como dice también el gobierno actual, que eran supuestas maniobras destituyentes. Alfredo Leuco decía que querían tomar el Palacio de Invierno. Me acuerdo que una vez me cagué a puteadas en un debate por eso. Se piensan que gusta estar comiendo en una olla en pleno invierno, con los pibes encima, con el policía que te mira y te filma. Nadie piensa hacer una revolución así. El por qué tiene razones políticas. Me acuerdo un día leo a Morales Solá, había una marcha de organizaciones contra el pago a la deuda externa y al FMI. Morales Solá decía “Bueno ellos marchan por desocupación, porque quieren comer, pero ¿Qué tiene que derecho tienen? ¿Qué tiene que ver el FMI con esto?”. Entonces se van borrando los por qué. Creo que los grandes medios no buscan ese por qué porque la respuesta está cerca de ellos mismos y del poder político.
– Y porque muchas veces esa cercanía, es la cercanía de la complicidad necesaria, ¿No?
Es que investigar y buscar ese Por qué da cuenta de los intereses de esas empresas periodísticas. Porque las empresas tienen intereses y muchas veces están entroncados con los dueños de los medios de producción material, para decirlo de manera más dura. Esos por qués hacen que incluso muchas veces, recuerdo cuando estaba en Página 12 pasaba por ejemplo, los mismos colegas y los medios se autocensuren para no tener quilombo con una empresa o con alguien.
– En este esquema de polarización, con los medios tradicionales en lugares desgastados, hay otros sectores que aparecen mostrando una búsqueda abierta, con nuevo lenguaje, con otra cobertura.
Hay un sector de lectores que busca un circuito de información distinta. Hay un sector nuevo, pero no hay recursos. No es un momento idéntico al surgimiento de Página 12, por supuesto, pero hay un hueco para disputar. Recuerdo cuando salió Página estaba muy bueno. Llegó a vender 50 mil ejemplares por día. Había notas de sindical, derechos humanos, algo que no estaba pasando antes. Y eso entusiasmó a la gente. Sin embargo leía el otro día una cobertura sobre Gils Carbó, y parecía un comunicado entre agrupaciones. Lo que significó Página en su momento se perdió. El periodista y el periodismo no es neutral, nunca puede ser neutral ante los hechos. La mirada que le pone cada uno a la noticia ya está, como lo estuvo antes, pero ahora es menos decorosa. Las personas que escriben en diarios y revistas vienen con sus mochilas, no son tipos totalmente inmunes a lo que ocurre. Ya eso es un hecho subjetivo. No todos ven lo mismo. Por ejemplo, recuerdo cuando fui a cubrir un acto de Aldo Rico para Página, cuando era candidato del MODIN en Atlanta. Llevo la libretita, veo que hay, anoto, pregunto al canchero cuánta gente podía haber, escucho y anoto las cosas que considero importantes del acto. Cuando salí volví con un periodista de Télam en un remís, él iba dictando el cable por teléfono mientras viajábamos, cada cosa que decía era algo que yo no había anotado. Cuando llegué ya estaba el cable de Télam. Pude hacer la nota igual. Página 12 tenía una cobertura, Clarín, La Nación y otros habían pegado el cable. Muchos que antes eran periodistas crecieron. No por hacer buen periodismo, sino por hacer buenos negocios. Y hay una diferencia allí. A mí me gusta mucho más poder hacer lo que quiero, y lo gozo mucho más. Creo que hay mucha gente que tiene esa manera de laburar y de plantarse ante las cosas. Va a llevar mucho tiempo hasta que se pueda construir un lugar, o varios lugares, donde haya buena información, buenas lecturas, se cuente el por qué, es una construcción y un lenguaje distinto.
– ¿Por dónde le entrarías a la discusión sobre el lenguaje con el que se escribe?
Algo que siento seguro es que lo enfático espanta. No porque yo sea un cuadrado, pero hay ciertos términos que se tienen que aprender a reemplazar, porque inclusive hasta ayudan a escribir. Recuerdo cuando leí el libro Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo, de Mariano Pacheco, le dije que me gustaba cuando se suplantan las cosas por una descripción. Por ejemplo, en vez de decir imperialismo como adjetivación, describís lo que significa el imperialismo. Eso es algo logrado. El buen periodismo tiene que actuar a la manera de una buena novela. En el periodismo todo suena verosímil, pero tiene que hacer a un lado la adjetivación y que ella surja del lector.
– Hay que apelar a construir y transformar el lugar del lector.
El lector tiene que ser el que saque la conclusión. En los buenos libros y en las buenas novelas vos sos el que se indigna, el que se resigna, el que siente lo que allí se describe. En este momento los medios kirchneristas y opositores están dando las noticias masticadas. Es algo común en el periodismo, eso se transmite y se nota en el lenguaje que se utiliza. A mí me choca eso. Me suena a una falta de respeto hacia el lector. Si vos leés de manera limpia, no por ser menos o mas objetivo, lo que pasó en el Puente Pueyrredón, vos mismo te das cuenta. No hace falta poner policía de mierda y todo eso.
– Un poco de eso ha contribuido a los medios tradicionales y al desgaste que tienen hoy, el estar subestimando todo el tiempo al lector y diciéndose objetivos para encubrir intereses concretos.
Hay cosas que no se deben decir. Ponés TN, dice Periodismo independiente. Hay ciertos atributos que son los que el lector los tiene que dar. En este juego semántico se lo ha corrido y quitado de lugar al lector. Cuando das todo leído, masticado, y no activás el pensamiento, das algo, pero estás faltándole el respeto al lector.
– Y a esa cuota de desgaste se suma que aburren. Esa lógica lleva a un lugar de aburrimiento al lector, donde se pierde el placer de la lectura.
Las pocas cosas que me gusta leer últimamente son cosas de cultura, ADN, Ñ o Radar. O notas de la Rolling Stone. Que no son cosas necesariamente de política, pero hay un laburo del lenguaje y están ahí.
– Entonces la búsqueda sobre el lector y el lenguaje, es una búsqueda política de un medio. Vos decías, el disparador es el Porqué. Los medios tradicionales tenían un Porqué para lo que hicieron. “La Crisis causó 2 nuevas muertes” tuvo un porqué.
Lo que está mal del discurso del Clarín miente es que, supuestamente para decir eso, vos tenes que saber la verdad. Vos ves cuando le decís a algunos estudiantes de periodismo que la verdad no existe, y que los diarios son artefactos literarios, los descolocás. Y es que los diarios son profundamente literarios. Eso no es menospreciarlo.
– En todo caso es reconocer una potencia del periodismo. Una potencia que puede ser transformadora.
La gente confunde literatura con ficción. No es solamente eso. El hecho literario se produce en el periodismo desde el momento en que el cronista se detiene en una u otra palabra para pensar cuál usar. La clave está en ser fiel al lector. Para ser fiel al lector hay que ser fiel a sí mismo. Creo que es la única manera para construir algo que va a ser subjetivo, no va a ser neutral y nunca va a ser la verdad revelada. El periodismo tiene que arrojar nuevos indicios, generar más incertezas y no tenerle miedo a las dudas.