Después del partido que Argentina empató con Paraguay por las eliminatorias sudamericanas para el Mundial Qatar 2022, el cronista repasa el encuentro y a la figura: el Var. Entre la idea de deslucir al fútbol e inconsistencias reglamentarias, he aquí la descarga.
Por Gabriel Casas
La última imagen fue a la carga barracas. Un equipo desordenado y desequilibrado buscando un triunfo que creían que se lo habían robado. El Var llegó para cambiar la esencia del fútbol, porque el reglamento lo acompaña en ese cambio. Siempre leí y escuché, desde chico, que el reglamento del fútbol tiene su letra y su espíritu. Y por un millonario negocio de la FIFA (averigüen de dónde viene el Var), están haciendo pelota el espíritu. Y en la única media hora interesante de Argentina, los últimos quince de la etapa inicial y los primeros quince minutos del complemento, se produjo el golazo de Messi tras la gran jugada de Nico González y la asistencia perfecta de Lo Celso. Y ahí, apareció el Var.
¿Fue falta a Ángel Romero? Sí. Y ¿adónde quedó el espíritu del juego? Si por una falta que el árbitro no la vio detrás del medicampo y por eso no la cobró, después de que medio equipo argentino tocó la pelota para armar la mejor jugada del partido, el reglamento amparado con la tecnología anula lo más sagrado del fútbol: el gol. El Var es el fútbol del revés. Y la Selección se enojó y por eso dejó de jugar. Fue pura actitud y ponchazos.
¿Por qué el Var no le avisó al árbitro de que el foul de Ángel con un rodillazo a la espalda de Palacios, en un salto aéreo que los dos van por la pelota era para tarjeta roja? ¿Cuál es el criterio de los árbitros del Var? Lo sacó del partido al ex de River, en una jugada de mala leche. Y yo lo vengo viendo a Ángel Romero desde que llegó a San Lorenzo. Ya suma varias de esas.
Y, tantos meses después, sigo sin entender al nuevo reglamento con la tecnología. Grité el gol de Messi porque fue una gran concepción de una jugada y bien terminada. Después de eso, me sacó las ganas de seguir viendo el partido. Y ahí, entiendo a los futbolistas. Con las pulsaciones a mil, sintieron que le metieron la mano en el bolsillo.
Eso no quita que la Selección no jugó bien. Sin embargo, desde la entrada de Lo Celso (fundamental para este equipo), Argentina había mejorado. Lo Celso no sólo juega. Demostró, además, que puede marcar y correr como cualquiera que no sepa tanto con la pelota. Y enseguida se nota el feeling futbolístico con Messi. No como De Paul, que ya exagera en no darle un pase a Messi. Creo que De Paul es el punto más flojo de la Selección en estas eliminatorias. Tiene todas las condiciones, pero le hicieron creer más de lo que en verdad es: un simple buen jugador.
Paraguay hizo su negocio. Al principio sorprendiendo a su rival con una presión asfixiante bien arriba. Eso hasta el gol de cabeza de Nico González.
Después, en el complemento, defendió el empate sin pruritos. Asumió que Argentina era superior y apostó a algún contragolpe que nunca llegó.
Scaloni, imagino, no esperaba el planteo de Berizzo del primer tiempo, sino el del segundo. Y un partido mediocre en el juego de ambos lados, se definen por detalles.
Y se quedó en empate por una jugada de un foul que el reglamento del Var así lo asiste. Y arruinó lo que pintaba para un buen segundo tiempo y un triunfo de Argentina.
Billetera mata galán. Tecnología mal reglamentada mata al fútbol.
Y después llegaron los análisis. “Paliza táctica” es una definición ultra usada de periodistas deportivos. Ya cansan las frases hechas de los muchachos y muchachas de este rubro al referirse a un partido sólo por los entrenadores. Hay una idea obvia, pero los que juegan y la implementan son los futbolistas. Si ellos juegan bien de un equipo y también del otro lado, no existiría esa pavada de “paliza táctica”.
¿Qué es paliza táctica? ¿Acaso un entrenador golpeó al otro con una trompada?