Por Mario Hernández. Pablo Gitter, miembro de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (Apemia) desanda la trama oscura del caso AMIA, la muerte del fiscal Nisman y las complicidades de los poderes de turno.
“El proyecto Nisman estaba al servicio de alguna maniobra del orden político electoral opositorporque estaba vinculado a las direcciones de la colectividad judía, de la DAIA”, denunció Pablo Gitter, miembro de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA). En esta entrevista, repasa el contexto de la impunidad, que lleva 20 años ilesa.
-¿Cómo se constituyó Apemia y cuál es la situación actual que ven respecto del esclarecimiento del caso AMIA?
-Nuestra agrupación surgió en enero de 2002, luego de los sucesos del 20 de diciembre de 2001, cuando fuimos expulsados del grupo mayoritario de individuos que conformaban Memoria Activa, un núcleo independiente de la dirección de la colectividad judía, de familiares, y con una fuerte predisposición a sumarse y a fortalecer el gobierno de la Alianza, que ya estaba en caída. Hicimos la denuncia de todos los proyectos de encubrimiento durante el gobierno de la Alianza, que se estaban reflejando en ese momento, en el inicio del juicio oral. A fines de 2001 cayó De la Rúa y el gobierno que duró una semana, de Rodriguez Saá, tomó como primera medida designar como ministro de Justicia a Alberto Zuppi, nuestro abogado, al que le bajó la categoría y lo designó secretario de Justicia.
Después de haber sido aquéllos que batallábamos contra la responsabilidad del Estado en la materialidad del crimen de la AMIA y en su encubrimiento, después de haber iniciado un juicio con abogados que iban a defender esta posición, resultó que nuestro abogado se integró al Estado como ministro de Justicia.
En el último acto de Memoria Activa en el 2001, a fines de diciembre, nos expulsaron. Lo que hace que el público que está en la Plaza se conmueva y exija el comienzo de un debate. A la semana siguiente tampoco estaba Zuppi como ministro, pero el daño ya estaba hecho. Así nos conformamos como agrupación y fuimos explícitamente separados de la representación legal que nos asistía en el juicio oral. Desde el comienzo del juicio, que fue en septiembre de 2001 bajo el gobierno de la Alianza, que continuó durante esa semana del gobierno de Adolfo Rodriguez Saá, durante dos años de gobierno de Duhalde y durante los primeros dos años de gobierno de Néstor Kirchner, fuimos siguiendo todo este proceso político desde el interior del juicio, denunciando que se trataba de una estafa a la opinión pública que iba a terminar liberando a todos los imputados. La noche misma del fallo, en agosto de 2004, mientras el tribunal oral nos daba la razón y dejaba en la calle a todos los imputados, incluso después de haber comprobado sus crímenes.
– ¿Quiénes quedan en libertad en ese juicio mientras ustedes ya denunciaban que se trataba de un fraude?
-Carlos Telleldín, Juan José Ribelli, todo el mando de La Bonaerense que estaba imputado, espías de la SIDE que estaban presos por ayudarlos a Telleldín y Ribelli. Una banda de delincuentes que sumaban 22 personas acusadas o del armado de la Traffic o de extorsiones diversas, pero que sin duda eran la primera línea, aunque no los responsables materiales, de la organización de un atentado. Y los dejaron a todos libres.
-En ese entonces ya estaba el kirchnerismo en el gobierno… ¿cómo reacciona en estos años?
-Desde 2004 hasta 2013, el gobierno de Néstor Kirchner y luego su continuidad, el gobierno de la señora Kirchner, han reivindicado ese juicio como un hito de la democracia y alrededor de ese juicio quisieron reformular el aparato de justicia.
El 1 de marzo de 2013 la señora Kirchner se presentó ante el Parlamento y dijo: “La verdad yo siempre fui la que más supo del tema, ese juicio fue un fraude, nosotros firmamos el memorándum como una alternativa”. El memorándum no es una alternativa, y la señora Presidenta tardó 9 años en reconocer un fraude, sobre el cual ella montó toda una política que terminó en el memorándum, que lo presentó como la viabilidad para acusar a los iraníes y no como lo que es, el “punto final” para poder investigar la responsabilidad criminal que le cabe al Estado argentino en el crimen de la AMIA. Entonces, ¿por qué “impune”? Porque pasaron 20 años y sigue igual.
El fiscal Nisman: montando un caballo equivocado en la mitad del río
-¿Qué les produjo conocer la denuncia que iba a presentar el fiscal Nisman antes de su muerte?
-Nosotros conocíamos la denuncia dos meses antes. Creo que fuimos los últimos en enterarnos. Le pedimos una entrevista, queríamos saber concretamente su opinión sobre temas referidos al próximo juicio, que nadie sabe en qué fecha se va a desarrollar. Fuimos a verlo para saber cuál era su posición, su opinión, qué iniciativas iba a tomar y se despachó con esto de que iba a denunciar. Después de la muerte del fiscal supimos que otras partes lo habían escuchado hacía ocho meses, y nosotros apenas un mes y medio atrás, dos… El proyecto Nisman estaba al servicio de alguna maniobra del orden político electoral opositor, sin duda, porque estaba asociado a las direcciones de la colectividad judía, de la DAIA, AMIA y a todo el espectro político que se mueve alrededor de ellas.
-Desde ese sector hicieron una fuerte reivindicación de la figura y la actividad del Fiscal Nisman…
-Puede ser, esta gente está en cualquiera. Si hoy les viene bien estar con Nisman, lo van a usar en su favor. Yo te puedo decir que Nisman era muy consciente de que con la DAIA no contaba, mucho menos desde que la Embajadora del Estado de Israel entregó a Nisman y le dijo al Estado argentino que se quedaran tranquilos, que ellos no iban a molestarlos más con el tema del memorándum.
Hubo declaraciones públicas de la Embajadora del Estado de Israel dirigiéndose al gobierno argentino, reconociendo sus derechos soberanos a fijar su propia política exterior. Sobre la base de este acuerdo, el canciller Timerman viajó el pasado 31 de marzo a Tel Aviv, en el momento más difícil del gobierno de Israel, para llevar la solidaridad con ese gobierno que se estaba derrumbando y rompiendo relaciones con los palestinos.
El gobierno argentino ha jugado un papel clave al servicio de Israel durante la última guerra en Gaza. No me extraña que la DAIA haya hecho una reivindicación de Nisman, aunque efectivamente estaba muy solo. Él no veía esto, creía que era una cuestión de fortaleza en cuanto a sus relaciones con la SIDE. Cuando nos contó esto, le dijimos que no nos parecía, primero no conocíamos el texto, luego le dijimos que estaba repitiendo lo que ya había hecho, hacer acusaciones políticas con la intención de judicializarlas, y hacer eso es muy difícil, más allá de que es inconveniente. Se abren debates con Verbitsky y el mismo juez Zaffaroni alrededor de que aun demostrándose lo que todo el mundo sabe, dado que es cierto lo que Nisman dice, no es un delito, es del orden de lo ético, porque lo mandan a hablar contra Irán y ellos negocian por debajo de la mesa. En ese punto tiene razón.
-¿En ese punto están en sintonía con la política exterior norteamericana?
-Por supuesto, lo que Nisman descubre es que la SIDE trabaja en ambos lados del mostrador. Fabrica pruebas para ir contra Irán cuando lo requiere el Departamento de Estado norteamericano y la política belicista de los gobiernos de Israel y Estados Unidos contra el “eje del mal”, y también fabrica relaciones comerciales con Irán. Fabrica un atentado y también la defensa de Telleldín pagándole medio millón de dólares.
-¿Por qué planteás que el memorándum no era una alternativa?
-Pasaron dos años del memorándum, nosotros organizamos actos denunciando que era el “punto final” a cualquier intento de investigación en la causa AMIA. Efectivamente, tuvimos razón: en los últimos dos años no se avanzó en nada en la investigación. Está orientada a hacer el relevo de la acusación misma, no porque haya pruebas de algún tipo; el memorándum no servía para investigar porque para eso, que es lo que el Estado argentino nunca hizo, hace falta abrir los archivos que mantienen oculta la información en la que Nisman dice basarse para acusar a alguien. Nunca debió haber sido presentado el memorándum como una fuerza al servicio de la investigación, en realidad era un acuerdo político entre los estados para dejar de ser una acusación.
Esa fue nuestra posición anterior, dijimos que el memorándum tiene como virtud desviar cualquier posibilidad de investigación, terminar con ella y poner el tema AMIA en el limbo internacional, que vengan en comisiones juristas que hablen, que evalúen la prueba, mandar a vía muerta cualquier proyecto de investigación y otra vez sopa. Primero era cargarse a la “conexión local” en nombre de investigar lo que creyeron importante, la “conexión internacional”, y ahora terminaban con la conexión internacional para ponerla directamente en el limbo. Es la estrategia de la manipulación. Cualquier manipulador lo haría a la hora de quitarse culpas de encima y todo ello mostrándose comprometido en nombre de “la investigación”.