Por Pedro Perucca. A pocos meses de una nueva campaña electoral y a unos días de haberse cumplido una década de kirchnerismo no viene mal tomarse un momento para reflexionar acerca de qué decimos cuando hablamos de democracia representativa con ¿Qué Democracia?, un documental de Patricio Escobar.
No es casual que para el estreno online de ¿Qué Democracia?, documental de Patricio Escobar (uno de los directores de La crisis causó dos nuevas muertes), se haya escogido precisamente la fecha del 25 de mayo. Mientras continúan los intentos de balance de la década ganada, perdida o empatada, según quien lo plantee, el documental de Escobar se propone otro punto de vista, por lo menos más estructural, sin descuidar algunos golpes al pasar para con diversas conyunturas que no dejan muy bien parado al gobierno nacional.
Así, el film comienza con imágenes de la brutal represión (de una de las represiones, a estas alturas) a los manifestantes de la asamblea de ciudadanos de Famatina. En medio de los gases y los bastonazos una joven manifestante afirma: “Nosotros vivimos acá, cuidamos acá. No hay justicia para nosotros pero sí para todas estas empresas mineras. Es una vergüenza que en nuestro propio país nos hagan esto”. Y cuando le preguntan por las responsabilidades de la represión dice: “El gobierno ¿quién más? El gobierno. Uno le delega la responsabilidad y se toman otras atribuciones”.
Esta declaración le sirve al profesor de matemáticas Armando Díaz, cuyo testimonio va a estructurar de alguna manera todo el documental, para recordar que las imágenes de la represión fueron emitidas todo el día por los medios opositores al gobierno pero que, curiosamente, este testimonio fue omitido “como si hubiera un acuerdo tácito para no discutir la representatividad”. En este punto van a estar de acuerdo todos, gobierno y oposición, corpo y opo: la democracia, aún con todos sus problemas, es no sólo el mejor sistema político existente sino, lo que es mucho más importante, el único que puede existir. Más allá de la democracia representativa la única opción es la dictadura.
Díaz cuenta que comenzó a cuestionarse la validez de ésta y otras afirmaciones constitutivas de la idea de ciudadanía al salir del cuarto oscuro en las elecciones nacionales de 2003 “porque me di cuenta de que todo está organizado para que la participación real de los ciudadanos sea imposible. Me sentí un boludo porque después de vivir la libertad de las asambleas, de sentirlas profundamente, estaba siendo parte del circo de las elecciones”.
Por eso es que decidió comenzar una investigación sobre la democracia representativa y durante estos últimos diez años se dedicó a recolectar información, estadísticas y análisis al respecto. Uno de los primeros datos que se desprenden de su trabajo tiene que ver con el problema de a quiénes representan los representantes electos, siendo que el procesamiento de los votos y su análisis estadístico tampoco es ajeno a determinaciones políticas. Por ejemplo, en las elecciones de 2007 el ganador obtuvo el 45,8% de los votos efectivos emitidos, pero si se tomara en cuenta el total de los electores habilitados para votar ese porcentaje se reduciría a apenas un 32,4%, mientras que el total de las personas que no votaron más los votos nulos e impugnados sumarían un 29,9%. Esto es explicado tranquilamente por Alejandro Tulio, Director Nacional Electoral del Gobierno de la Nación, diciendo: “En EEUU el voto es voluntario. Y las guerras más importantes del siglo XX las decidieron personas que tuvieron el 50% de los votos de un 40% de una población… Y bueno, son las reglas de la democracia”.
Otra de las constataciones inmediatas del análisis de Díaz tiene que ver tendencia decreciente en cuanto a la participación electoral desde 1983 a la fecha, con porcentajes de “no representados” que van desde un 17% en 1983 hasta un pico de 47% en 2001. Pero se sigue votando. ¿Por qué? ¿Qué es lo que hace que la gente vaya a votar? Para intentar responder a esto el documental de Escobar va a una de las raíces de la formación ciudadana, la escuela primaria, donde entre ensayos electorales y repetición de las bondades democráticas, siempre teóricas, queda claro que el sistema representativo es la única opción participativa que tenemos. Luego este formateo inicial se verá reforzado por una constante propaganda mediática a favor de la necesidad de votar, de votar a quien sea pero votar, participar de los comicios. Participar una vez cada cuatro años y luego volver a casa y dejar todo en manos de los representantes electos.
Tal vez uno de los puntos más altos del documental se encuentre en el capítulo “Construyendo al candidato”, donde además de recordar algunos spots políticos que muchos aún tenemos grabados en la memoria (“¡Vamos, Menem!”, “Dicen que soy aburrido”, etc.) se nos brindan testimonios de honestidad brutal que muestran algo de la verdadera forma en que conciben el mecanismo electoral los grandes partidos. Así, de movida, el ex juez y candidato a diputado Julio Cruciani dispara: “Les voy a decir, muchachos, que la política es un deporte de millonarios. El hecho de instalarse, que la gente lo conozca, eso cuesta de 5 a 10 millones de dólares”. Pero las definiciones más explícitas sin dudas vienen de los responsables de marketing político y publicistas y, en particular, del nunca bien ponderado asesor de Macri, Jaime Duran Barba. A lo largo del documental el ecuatoriano se despacha con definiciones como “Nadie vota con la cabeza, eso es una mentira, nadie vota por programas, nadie vota por convicciones ideológicas” o “La democracia esta es una catástrofe pero es lo mejor que puede existir. No hay ninguna alternativa”.
Partiendo de esas ideas es que los candidatos se construyen como productos a ser adoptados por consumidores que no utilizan su parte racional sino emocional. Así también el candidato debe entrenarse en las artes de la actuación y del manejo de medios, en la interpretación de encuestas y en la adaptación a lo que sus potenciales electores desean. Aquí no hay programas políticos ni tomas de posición ideológicas sino puro y simple marketing televisivo.
Finalmente, el documental concluye con testimonios del abogado de derechos humanos y ex diputado Luis Zamora y del psicoanalista Eduardo Colombo, quienes analizan las trampas y argucias de la democracia representativa y la diferencian de la democracia directa, asamblearia, que plantean como horizonte posible más allá de la restringida oferta política democrático burguesa. Participar es mucho más que votar. Mientras, las imágenes muestran algunas de las víctimas de la política democrática argentina, desde los caídos el 20 de diciembre de 2001 hasta los hermanos Qom, pasando por Darío Santillan y Carlos Fuentealba.
Más allá de algunas decisiones discutibles (como poner un spot de Evo Morales en el mismo bloque con Aznar y De la Rúa) o de algunas simplificaciones, lo cierto es que el documental de Escobar nos plantea una pregunta que no está de más hacerse en estos momentos preelectorales: ¿Qué democracia? Y en todo caso resulta saludable no naturalizar esta moderna forma de dominación política, conocer sus mecanismos de fondo, sus vínculos orgánicos con las grandes empresas, sus trampas estadísticas, sus asociados y beneficiarios mediáticos, sus lógicas televisivas para la construcción de candidatos y su siempre latente poder represivo, más allá de que las respuestas que demos a las preguntas que plantea el documental nos lleven a una posición abstencionista respecto de las elecciones o a una participación electoral crítica y potencialmente transformadora de los mismos mecanismos de la representación.
¿Qué Democracia?
Dirección: Patricio Escobar
Producción general y ejecutiva: Carolina Fernández.
Una producción de ArtóCine con el apoyo INCAA.
Duración: 75 minutos.
Para verla online