Por Mateo Cocco
Reseña del libro “El Hereje: Apuntes sobre John William Cooke” , de Miguel Mazzeo.
Miguel Mazzeo se sumerge una vez más en el universo de John William Cooke a través de “El Hereje”. La relación entre ambos recorre todo el texto, el autor se reconoce un lector permanente del peronista revolucionario, encontrando en él una fuente que incita a la reflexión y aporta claves para la comprensión (y transformación) de la realidad actual. Muestra de esta persistencia son sus dos publicaciones precedentes al libro de la presente reseña. En este interés hay una matriz netamente política, que no reniega de la erudición y la vasta referencia bibliográfica, pero se resiste a caer en los límites de la academia y busca ser una herramienta de organización y transformación. En este sentido el libro tiene el objetivo de plantar bandera y retomar a Cooke desde y para el espacio político del que Mazzeo forma parte, más allá de la participación en estructuras orgánicas; la “izquierda popular”. Un espacio en formación y reformulación, heredero de la rebelión popular del 2001, que busca construirse en base al poder popular, la autodeterminación y la afirmación del pueblo trabajador como sujeto transformador; un espacio en el que, aunque seguramente aborrezca la analogía, Mazzeo y “El Hereje” se mueven como pez en el agua.
Dirigido a un público principalmente militante, el libro está escrito desde un estilo llano que no escapa de la definición teórica y política. También recurre, aunque menos que en otros escritos del autor, a imágenes y metáforas que apelan a la traducción sensible del contenido expresado. Mazzeo intenta comprometer al lector desde un lugar que exceda la razón, requisito indispensable para la construcción de mujeres y hombres nuevos y militantes. Para el autor Cooke es un arma tenaz que dirige la discusión a dos frentes: contra el peronismo burgués y adaptado a la lógica estatal y la izquierda dogmática y eurocéntrica. Sin impedir por ello las autocriticas que caben desde el libro al propio espacio político en construcción.
El objetivo del libro se despliega multiforme, abarcando una serie de disciplinas y géneros que, aunque se entremezclan, constituyen distintos momentos de la obra. El primer momento, del capítulo uno al tres se puede calificar de metodológico, donde el autor enuncia sus objetivos y las hipótesis y líneas teóricas que recupera y desarrolla a lo largo del libro. El segundo momento, del capítulo cuatro al dieciocho, se embarca en una biografía política de Cooke, donde el devenir de la praxis va hilvanando la construcción teórica. El tercer momento, del capítulo diecinueve al treintaiuno, retoma de forma ensayística los aspectos que Mazzeo considera los principales legados de la militancia de Cooke, cristalizando en cada capítulo las hipótesis que va deslizando en el primer momento y que desarrollando desde lo biográfico-político. Cabe señalar que dentro de este momento ciertos capítulos, del veintinueve al treintaiuno y partes del veintiséis, toman un cariz más literario y poético donde las conclusiones se mezclan con una faceta sensible del conocimiento. Por su parte, el prólogo y el epílogo construyen desde las trayectorias de sus autores uno de los hilos que nos propone el libro, de la participación inmediata de Guillermo Cieza en las Fuerzas Armadas Peronistas y por ende en el legado de Cooke y la continuidad de su praxis, al desafío de su recuperación y resignificación por parte de las nuevas generaciones militantes expresadas en Mariano Pacheco. Una operación más que necesaria la que nos propone Mazzeo, buscar realizar la transmisión de las experiencias y saberes militantes de una generación a otra y revertir su violenta interrupción por la dictadura genocida.
El autor sostiene como idea central a lo largo del libro que Cooke es un autor insoslayable para la construcción de una alternativa revolucionaria en Argentina y Nuestramérica. En el primer momento plantea en una serie de hipótesis donde apoya esta idea. En primer lugar el autor señala el rol de la nación que propone Cooke para la construcción revolucionaria, señalando su potencialidad por fuera de la concepción ligada al capitalismo y proponiéndola como un espacio de representación común de lo plebeyo. Esto se relaciona inmediatamente con el ejercicio de un antiimperialismo fervoroso y coherente hasta las últimas consecuencias, es decir que asume un necesario carácter socialista, que apuesta a la soberanía y al poder popular. Su segunda hipótesis es la capacidad de Cooke de superar el pensamiento positivista y desarrollar un análisis de la totalidad contradictoria, es decir dialéctico. De allí se desprende su voluntad de operar dentro del peronismo que, al albergar contradicciones de clase en su interior, permitía trabajar desde su interior para la supresión de estas en favor de los trabajadores. Vale la aclaración; Mazzeo sostiene que esas condiciones no existen más en el peronismo hoy actualizado como partido del orden y mero aparato vertical de poder, que ha sido despojado de todo contenido popular e históricamente progresivo. Por último destaca la importancia carácter herético y heterodoxo del “Bebe”. La potencia de la herejía consiste en la búsqueda de acciones con eficacia transformadora antes que de teorías cuyo contenido revolucionario existe a priori y por fuera del desarrollo histórico concreto. La heterodoxia es fundamentalmente un fruto de una actitud política que prioriza la experiencia histórica popular, y se predispone al desarrollo teórico que implica la praxis.
El momento biográfico-político le permite a Mazzeo, al tiempo que plasma situaciones cotidianas dirigidas a conseguir la empatía del lector, analizar como una dialéctica (no evolutiva) el pensamiento de Cooke. Fraguado en la lucha de clases y el desarrollo de las contradicciones sociales, el viejo Cooke contiene al joven (incluso al reformista) y va conformando el corpus de teoría y práctica que Mazzeo retoma como legado. El autor sostiene que Cooke asumió al marxismo desde el peronismo, a partir del vínculo orgánico que estableció con su componente obrero, popular y nacionalista antiimperialista. Cooke no tuvo duda de que al bando al que había atado sus destinos no le cabía otra posibilidad que la de asumir sus enemigos de clase y radicalizarse en el ensayo de una revolución social porque, de hecho, la imposibilidad material de reeditar la alianza de clases del ’45, en sintonía con el avance revolucionario en el plano internacional, ya estaban conduciendo al pueblo por ese camino. Es en este desarrollo de Cooke y el propio pueblo (peronista) que Mazzeo encuentra la confirmación de las hipótesis planteadas y sostiene la importancia de su incorporación, en tanto experiencia, práctica y teoría, al acervo de propuestas emancipadoras que sirvan a la formación conjunto de la militancia revolucionaria.
Al momento de cristalizar los aportes que Cooke le dejó al campo popular el propio Mazzeo asume la dificultad de hacerlo a partir de “un teórico que no habitaba ninguna teoría”. Sin embargo logra aportar una serie de concepciones que pueden ayudar a moldear una praxis militante sincera y fructífera. La confianza en la creatividad plebeya, emanada de la síntesis de sus tradiciones que desarrolla la lucha de clases, es sin duda insoslayable. Entender que el sujeto revolucionario es más importante que las preconcepciones que de él se puedan tener, motiva a la sensatez de no intentar meterlo a patadas en algún modelo de revolución. Impulsar una pedagogía de la praxis cuya única premisa sea que la opción revolucionaria solo surge de la lucha y la experiencia compartida que forma a los sujetos, constituye un anticuerpo contra actitudes iluministas (generalmente pequeñoburguesas). La valoración de los intereses nacionales, que solo pueden ser encarnados por el pueblo de forma antiimperialista y revolucionaria, nos alerta contra nuestro sectarismo y nos invita a hacer compañeras a tradiciones de las que no provenimos. El lugar relevante de lo sensible en la construcción política, principalmente concentrado al final del libro, también nos estimula a replantear los parámetros estéticos (y en definitiva éticos) de nuestra militancia. Estos aportes, entre otros tantos que serán profundizados en otras lecturas y relecturas, ya alcanzan para considerar satisfechos los objetivos del libro y promover su lectura.
Es innegable el interés y la utilidad que tiene la obra presentada para el conjunto de la militancia popular, en especial para las jóvenes camadas militantes que se reclaman parte de la izquierda popular. Aun con las premuras propias de la etapa actual, signada por una brutal ofensiva del capital, un espacio político novedoso y en construcción tiene la obligación de abordar seriamente los problemas estratégicos de la lucha anticapitalista y promover la formación permanente de la militancia. Afortunadamente encontramos en “El Hereje” una nueva herramienta para encarar este desafío.