Por Ricardo Frascara. Lionel Messi tiene desde hace años sus pies en Cataluña, pero ahora uno de sus pies cruza España y se estira hasta tierra inglesa. Vivimos el suspenso de cual pie se juntará con el otro y dónde. Barcelona y Chelsea tironean del enano de oro.
“En 2015 los individuos Cáncer seguirán con la misma tendencia de la prosperidad y la abundancia económica”. Así dice el horóscopo on line para Lionel Messi (24/6). Yo lo creo. En Barcelona, a las puertas de la Casa Batlló, obra ícono de Gaudí, los catalanes juran que Messi está hechizado. Sólo influencias extrañas pueden hacer pensar a un barcelonés que el súper ídolo podrá emigrar. Y esta vez, contrariando leyendas arraigadas en toda Cataluña, los hechiceros serían ingleses.
Frente al azulgrana catalán, por los alrededores de la plaza Catalunya empiezan a aparecer nubes azules. “Son los blues de la isla” susurran los fanáticos recostados en la pared del Camp Nou. Porque el mundo del fútbol no es fácil. Y el Barcelona FC parece haber llegado al punto de ebullición, cuando la gloria pesa. Que si Lio faltó al entrenamiento, que si Luis Enrique torció la nariz, que la barra de Iniesta se solidariza con el Pulga. En esos dimes y diretes se está armando un espectacular nubarrón de millones de libras esterlinas. Cuando me acosté el miércoles, no había números, al amanecer al día siguiente, lo primero que vi en la pantalla fue 250 millones. No es pavada, sea de lo que fuere, desde condones hasta libras esterlinas.
En Chelsea no dicen nada, pero la prensa inglesa ya habla del Messiblue, una nueva epidemia. Por las dudas un emisario británico telefoneó al padre y administrador de Lionel. “Please, Mr. Messi”, le pidió al que atendió el tubo en el hogar paterno del futbolista namber guan. Nadie conoce el detalle de esa conversación, pero en publicaciones de todo el mundo se están tejiendo diferentes versiones. Cuando los ingleses, por lo que puta pudiese suceder en Barcelona, tomaron contacto con el goleador máximo, el crack contestó: espic güit mi viejo. Gran revuelo de los servicios secretos de don Román (no confundir) Abramóvich (48), para seguir tejiendo la compra del petiso de oro rosarino. El punto de la cuestión es que la bomba que explotó en Barcelona haya roto la relación anímica entre el astro, el técnico y la dirigencia catalana, y se decida su impensada venta. Si Barcelona vende, Abramóvich (*) compra. ¿Cuánto? NO importa, el famoso petrolero ruso tiene una fortuna que pasa de 13 mil millones de dólares, según Fortune.
¿Y qué esperan los Messi (padre, hijo y mujer) que salga de este entuerto? Lionel, con su eterna cara de póker, volvió a entrenarse, aunque no habla con Luis Enrique. Iniesta cuchichea por lo bajo, Neymar espera y Suárez putea a quien pasa cerca. El uruguayo llegó y fue como si hubiera caído un rayo en Barcelona. Nunca nadie imagina con acierto el futuro propio, pero puedo deducir que el más alejado de imaginar el suyo y de su familia, fue Jorge Horacio Messi, padre del bebé maravilloso. Operario en una fábrica de Rosario, don Jorge tiene hoy cifras millonarias en su repertorio. Y su hijo famoso vive una fábula. Mientras don Jorge hacía cuentas, preocupado por temas seguramente ignorados por su carta natal, dos hinchas de Barcelona, con sus respectivas casacas puestas, caminaban en discusión animada por el carrer de Valencia y doblaban en la esquina de Granados, eran las cinco de la tarde de un día de estos; se detuvieron al lado del estacionamiento de bicicletas y cualquier paseante atento hubiera escuchado a uno de ellos decir con la voz gutural de los habitantes de esa tierra: “¡Por el coño de mi… apuesto a que Messi…!” (Continuará en la próxima entrega)
(*) Román Abramóvich, multimillonario del rubro del petróleo, ex gobernador de la provincia de Chukotka (2001-2008). En 2003 compró el Club Chelsea por la deuda que llevaba a los blues a la bancarrota. Invirtió 166 millones de euros en armar un equipo competitivo en la primera línea europea.